Luis Cano | Madrid www.elmundo.es 08/02/2008

Una comedia de romanos con apariciones estelares sin rumbo en el tebeo. El filme más caro del cine europeo, con Delon, Depardieu y Santiago Segura.

Nadie espera que se pueda hacer una película de dos horas simplemente a partir de un cómic de 50 páginas. Sería ingenuo pedir fidelidad completa. Por muy buena que sea la historia (y ‘Astérix en los Juegos Olímpicos’ de Goscinny y Uderzo lo es), el héroe galo se mueve en tramas lineales y solitarias. Los directores de la adaptación al cine, Thomas Langman y Frédéric Forestier, comprendieron la situación, pero se les fue la mano con los añadidos. Al final, el resultado es una divertida comedia de romanos a partir de un batiburrillo de apariciones estelares sin rumbo en la constelación del tebeo.

Después de ‘Astérix y Obélix contra el César’ (1999) y ‘Astérix y Obélix: misión Cleopatra’ (2002), la tercera adaptación con personajes reales para el cine ha esperado al año olímpico para darle tirón a la película. Aunque la razón fundamental de la elección de ‘Astérix en los Juegos Olímpicos’ y no otro cómic de la colección es, según Frédéric Forestier, el director, «porque es la aventura de Astérix más visual y más espectacular y, por tanto, la más cinematográfica».

En el cómic, Astérix es el deportista que compite en los Juegos y toda su aldea le acompaña a Atenas mientras se comportan como modernos turistas. En la película, el héroe galo es tan irrelavante como el bardo Asurancetúrix. Forestier justifica la decisión: «Con un cómic tan rico en personajes, era imposible contar sólo con Astérix y Obélix». Los héroes galos están interpretados por Clovis Cornillac y Gerard Depardieu. Sin embargo, a pesar de la variedad de personajes que reconoce, los directores han preferido que la película la protagonizaran otros que nunca aparecieron en la obra de Goscinny y Uderzo: el joven guapo Lunátix y el poderoso mezquino Brutus.

La película
Lunátix (el cómico canadiense Stephane Rousseau, que interpretó al hijo ‘yuppie’ de la oscarizada ‘Las invasiones bárbabaras) es un vecino de la aldea de Astérix que está enamorado de la bella princesa griega, Irina ( Vannessa Hessler). Ella le corresponde, pero también la pretende el poderoso hijo de Julio César (Alain Delon), Brutus (el cómico belga de ‘El embolao’, Benoit Poelvoorde). El padre de Irina no quiere oponerse a los deseos de su hija, pero tampoco a los de Roma. Para evitar cargar con el peso de la decisión, acepta la proposición de la princesa de que compitan en los Juegos Olímpicos para que el ganador consiga su mano.

Brutus emplea todas las trampas posibles: sobornos, extorsiones, hasta pociones elaboradas por un druida mugriento y mezquino, Docteurmabus, interpretado por Santiago Segura. Claro que los galos tampoco son ejemplo de ‘fair play’ y su poción mágica también entra en la lista de sustancias dopantes. Los contrincantes, en peligro de quedar descalificados por los controles contra los estimulantes, deberán recurrir al ingenio para ganar las pruebas en un largo aperitivo de disciplinas olímpicas con parodias de tópicos nacionales includos (hispanos ‘peloenpecho’ y con casco de cuernos de toro).

Reclamos
El plato fuerte de la película, como en ‘Ben-Hur’, es la carrera de cuádrigas, donde Lunátix y Brutus compiten entre ellos y contra el godo Michael Schumacher subido en su cuádriga-ferrari (roja brillante y aerodinámica), con el manager Jean Todt en el ‘box’ igual que cuando ganaron cinco títulos mundiales de Fórmula 1. No son los únicos famosos de espectáculo en la película, aunque sí los únicos con cierta relavancia. El ex futbolista Zidedine Zidane, el jugador francés de la NBA, Tony Parker, la tenista francesa Amèlie Mauresmo y la modelo Adriana Karembeu tienen su minuto de gloria sólo para justificar los créditos finales.

Cada público nacional europeo tiene su cómico de reclamo y promoción. Para España, el cineasta Santiago Segura. Los alemanes tienen a Michael Herbig (homólogo de Segura en Alemania) en el papel del mudo centurión devoto de Brutus a pesar de que le mandó cortar la lengua. Para el público italiano, la película cuenta con tres de los actores que triunfan en la versión transalpina de ‘Camera café’ haciendo el papel de jueces corruptos de las pruebas olímpicas.

La parodia, la imitación burlona de las cosas serias, era el género favorito de los creadores del tebeo Astérix, René Goscinny y Albert Uderzo. El juego con los anacronismos era fundamental: utilizar personajes, instrumentos e ideas actuales en el contexto del Imperio Romano en expansión. Por encima de todo estaba el entretenimiento, pero como autores clásicos jamás renunciaron a educar al público juvenil. En la película, sin embargo, prima el chiste plástico, el de los golpes y porrazos, que también utilizaba Goscinny pero que jamás se limitó a ello. La ironía y el ingenio lo salvan Alain Delon y el cómico Poelvoorde. Los valores del héroe Astérix se diluyen por el puro entretenimiento de una comedia de romanos. Aún así, la adaptación cuenta con la bendición de Uderzo, aunque nunca se sabrá la opinión del fallecido guionista.

La superproducción es la más cara del cine europeo (participan Francia, España, Italia y Alemania) con 78 millones de euros, más otros 20 para invertir en marketing. Se nota que han invertido dinero. Los decorados creados con un equipo técnico mitad español mitad francés en los recién estrenados estudios de ‘La ciudad de la luz’, en Alicante, impresionan como los péplum de antaño. A pesar de estos tiempos de efectos por ordenador, construyeron para la ocasión parte del palacio griego y del estadio olímpico además de una estatua de Zeus de ocho metros de alto, entre otras obras. La máxima para los decorados y el vestuario ha sido el realismo y dejar la caricatura para los personajes, igual que ocurre en el cómic con los dibujos de Uderzo. Luego están los los añadidos de postproducción para completar las instalaciones y añadir los conseguidos efectos especiales para recrear la plasticidad del humor gráfico.

El director Forestier ha afirmado que no tuvieron ningún problema para manejar a tantas estrellas a la vez: «Había tantas personalidades fuertes juntas que era como si los egos se anulasen para terminar creando un excelente ambiente». Aunque cuesta creer después de comprobar cómo Alain Delon dirigía a los mismos directores en la rueda de prensa con gestos de: espera, deja que te traduzcan y luego sigues. Está de vuelta de todo. Por su parte, el otro director, Langmann sí ha reconocido que «cuando se trabaja con un mito, no se puede dejar de estar impresionado».

En Francia ha recaudado en su primer fin de semana 2,7 millones de espectadores, dentro de lo previsto por la producción, pero un poco por debajo de los 2,9 millones de la anterior película, ‘Astérix y Obélix: misión Cleopatra’. Sólo en Francia, la segunda adaptación la vieron en cine 15 millones de personas por los nueve millones de ‘Astérix y Obélix contra el César. Falta por ver si la espectacular publicidad y la abrumadora distribución (estreno en más de 1.000 salas al mismo tiempo) obligan a llenar las salas de la tercera entrega. De momento, informa Rubén Amón, corresonsal de EL MUNDO en Francia, la crítica gala ya se les ha echado al cuello con titulares del orden de ‘La poción trágica’ en el diario ‘Libération’.

ENLACES:
Asterix y Obelix en los juegos Olímpicos – El videojuego