Roma | EUROPA PRESS 06/12/2006

Arqueólogos del Vaticano desenterraron un sarcófago que se cree contiene los restos del apóstol San Pablo, quien estaba enterrado en la segunda basílica más grande de Roma.

El sarcófago, que data al menos del 390 d.C, fue recuperado en una excavación que comenzó en el año 2002 y que concluyó el mes pasado, según el jefe del proyecto, Giorgio Filippi.

‘Nuestro objetivo era recuperar los restos de la tumba para que puedan ser vistos y venerados’, explicó Filippi, el arqueólogo que dirigió la excavación en la basílica de San Pablo extramuros, la más grande de Roma después de la de San Pedro, en el Vaticano.

Todavía no se ha explorado el interior del sarcófago, pero Filippi no descarta la posibilidad de hacerlo en el futuro. En el lugar donde se erige la basílica hubo dos iglesias antiguas y la leyenda cuenta que allí se enterraron los restos del santo. En la segunda de estas iglesias, construida por el emperador romano Teodosio, la tumba estaba a la vista, primero sobre la superficie y posteriormente en una cripta.

Cuando un incendio destruyó la iglesia en 1823, se construyó la actual basílica y la cripta quedó bajo tierra. Encima de ella se erigió el altar. ‘Estábamos seguros de que la tumba tenía que estar debajo del altar papal’, declaró Filippi a la AP en una entrevista telefónica.

Agregó que se decidió desenterrar el sarcófago después de que muchos peregrinos que llegaron a Roma durante el Jubileo del año 2000 se mostraron decepcionados porque no podían ver ni tocar la tumba del santo. El próximo lunes habrá una conferencia de prensa en la que se darán más detalles del hallazgo.

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Roma | EUROPA PRESS 06/12/2006
El Vaticano explicará el lunes «científicamente» el descubrimiento arqueológico del sarcófago de San Pablo

El Vaticano explicará el próximo lunes los trabajos realizados para la extracción del sarcófago del apóstol San Pablo llevados a cabo en la Basílica romana de San Pablo Extramuros en mayo de 2003. La rueda de prensa, que se celebrará en la Sala Stampa, estará a cargo del arqueólogo de los Museos Vaticanos, el italiano Giorgio Filippi, responsable de este hallazgo, que se encontraba a la espera de una publicación oficial.

«Lo que hemos descubierto es un sarcófago, o contenedor de reliquias. Tenemos la certeza que en el 390, es decir, en la época de la ampliación de la Basílica de Constantino, por tres emperadores Teodosio, Valentiniano II y Arcadio, se la consideraba el sarcófago del apóstol Pablo», explicó en su momento Filippi, que condujo las investigaciones documentales y guió las excavaciones en busca de la tumba de Saulo de Tarso.

El sarcófago, como afirmaba la tradición cristiana, se encontró bajo el altar mayor de la Basílica justo bajo la inscripción incompleta ‘Paulo apostolo mart’ (Pablo apóstol mártir), visible desde la base del altar. El sarcófago romano se encontró al nivel de la antigua basílica construida en el siglo IV.

Este descubrimiento abre nuevos itinerarios de investigación, ya que el sarcófago tiene un agujero en la tapa de unos diez centímetros tapado en el fondo con un poco de argamasa. Dicha abertura era «una forma usual» en aquella época para establecer una «comunicación» entre las reliquias y el altar.

El apóstol Pablo fue martirizado, ya le cortaron la cabeza a las afueras de la ciudad de Roma y fue enterrado en la via Hóstiense, según la tradición, en la tumba de la Matrona Lucilla. El emperador Constantino, a principios del siglo IV edificó la primera Basílica en torno a la tumba y en el 390 los tres emperadores posteriores se dedicaron a la ampliación de la misma.

Las excavaciones permitieron la datación del sepulcro a finales del siglo IV. Después de la reconstrucción de la nave central de la iglesia por el Papa León Magno, al haber sufrido deterioros después de un terremoto del 433, el sepulcro quedó sepultado.

En 1823, la Basílica sufrió a raíz de un incendio su casi total destrucción, y tuvo que ser nuevamente reconstruida en 1854, sepultando definitivamente la tumba. En las excavaciones se han descubierto objetos del siglo XIX, anteriores a la reconstrucción, unas monedas y parte del marco de una ventana, seguramente perteneciente al convento de entonces. Los restos del apóstol quedaron envueltos en el misterio.

Durante el jubileo de 2000, el obispo Marcello Costalunga, entonces administrador pontificio de la basílica, por la insistente petición de los peregrinos que querían venerar las reliquias del apóstol, pidió el permiso de investigación. En 2002 comenzaron la búsqueda arqueológica mediante túneles para no dañar el altar mayor.