Cristina Fanjul | León www.diariodeleon.es 20/06/2007

El candil muestra a un médico realizando una exploración a una mujer enferma de cáncer. La pieza fue hallada en un vertedero de La Candamia y data del siglo I, época de la Legio VI.

El yacimiento romano de León sigue desvelando hallazgos. El último es especialmente revelador por cuanto que se trata de un unicum, esto es, una pieza arqueológica sin paralelos en el resto del mundo. El vestigio es una lucerna perteneciente a la primera mitad del siglo I (pertenece por lo tanto al campamento de la Legio VI) cuya singularidad radica en el hecho de que muestra la imagen de un médico realizando una exploración ginecológica a una mujer con un espéculo. A pesar de la novedad de su estudio, la lucerna la encontró el arqueólogo municipal, Victorino García Marcos, en la escombrera de La Candamia en los años setenta. Con toda probabilidad, la pieza acabó allí después de la construcción del parking de San Marcelo, en una época en la que el respeto por la arqueología y el valor que se daba a los tesoros del pasado dejaba mucho que desear. Un grupo de entusiastas reunidos en torno a Misión Rescate consiguió salvar decenas de piezas en una labor encomiable, gracias a la que hoy se conserva esta lucerna. El candil ha sido estudiado por el profesor de la Universidad de León Ángel Morillo, y está incluida en su investigación Lucernas romanas en la región septentrional de la península ibérica , publicado por la editorial Montanac. Morillo considera que la pieza tuvo que ser un encargo del médico, de la mujer enferma o del marido de ésta. Además, precisa que su importancia radica no sólo en el hecho de que se trata de un unicum sino en la circunstancia de que en León, al menos de momento, no se ha descubierto el lugar donde se ubicaba el valetudinario (hospital). «León se convirtió en el único campamento legionario, con lo que debía tener un hospital de la suficiente entidad», destaca.

Precisa asimismo que éste debería haberse encontrado al norte del campamento (siempre en un lugar que recibiera aire fresco) ocupando un lugar lo suficientemente amplio para albergar un edificio alrededor de un patio. El mismo Ángel Morillo encontró una lápida perteneciente a este edificio que refleja divinidades sanadoras, como el dios Esculapio. En este sentido, hay que subrayar que todos los hospitales solían disponer de un lugar sagrado (espacio al que podría corresponder la citada estela).

El hecho de que la viñeta refleje una escena femenina podría chocar por el hecho de que siempre se ha asumido que no había mujeres en el campamento. Sin embargo, las investigaciones realizadas por la arqueóloga Penelope Allison demuestran que esta es una verdad a medias. «Dentro del recinto del fuerte vivían mujeres; ¿Cree que de lo contrario 300 hombres habrían aguantado en un fuerte durante alrededor de 25 años?», se pregunta. «Definitivamente, los campamentos no eran dominios masculinos».

La exploración de un cáncer de matriz

La escena describe una exploración ginecológica, parcialmente conservada. A la izquierda del disco se representa una mujer de avanzada edad, rasgo sugerido por su delgadez, resaltada intencionadamente en el torso y las extremidades, lo que podría indicar que sufre de un cáncer de matriz o útero. La paciente se recuesta boca arriba sobre unas ropas, apoyando una de sus manos sobre ellas y levantando el otro brazo y las dos piernas mientras vuelve su rostro hacia la izquierda. A la derecha de la mujer se encuentra un personaje masculino que se puede identificar con un médico, con una cinta o banda en la frente y la cabeza vuelta hacia la derecha, sin mirar hacia la paciente. El médico explora los órganos genitales de la enferma mediante un instrumento en forma de embudo, representación bastante fiel de un speculum magnum matricis . La figura del médico se ha perdido en su mayor parte.

Datación histórica Esta interesante representación ginecológica constituye un unicum dentro del repertorio iconográfico lucernario, en el que no se ha documentado ninguna escena de tipo médico. La figuración, realizada con extraordinario cuidado y minuciosidad, está cuidada hasta los más mínimos detalles. Demuestra además un conocimiento sustancial de las técnicas e instrumental médico, como demuestra la actitud distante reflejada en el médico y la paciente o la fidelidad de representación del speculum magnum. A juzgar por las características de la representación, y teniendo en cuenta la ausencia de paralelos. puede datarse entre el reinado de Augusto y los años centrales del siglo I d.C. Es decir, se trata de una pieza procedente con toda probabilidad del campamento romano de la Legio VI.