M. Carmen España | Ronda (Málaga) | EFE 11/02/2011
La antigua ciudad romana de Acinipo, ubicada en Ronda (Málaga) y recién declarada zona arqueológica, espera un plan para la conservación del teatro, termas y la «domus» (casa unifamiliar) que la integran, y para el descubrimiento de otras edificaciones aún ocultas bajo el suelo.
Después que el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía acordara ayer inscribir el yacimiento en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, el director del proyecto que lo investiga, Bartolomé Nieto, ha manifestado a Efe la «urgencia» de actuar sobre «este referente arqueológico de Andalucía».
«Se podría concretar en el desarrollo de un plan director, figura contemplada en nuestra legislación autonómica, que marque las bases para el futuro a corto, medio y largo plazo del yacimiento en la investigación, la protección, la conservación, la interpretación, la difusión y las infraestructuras», ha declarado Nieto.
Para el también director del Museo Municipal de Ronda, este documento compatibilizaría la conservación del yacimiento con el uso educativo y cultural del mismo, y también el turístico al encontrarse situado en la ciudad de Ronda, «una de las más visitadas de la comunidad autónoma y un referente a nivel nacional».
Según Nieto, unas 20.000 personas visitan cada año las ruinas de Acinipo, aunque no aún se podrían catalogar como producto turístico al existir «déficits importantes» en cuanto a la acogida de visitantes y la prestación de servicios básicos, por lo que precisa la puesta en marcha de un centro de interpretación.
Mientras, ovejas, burros y caballos «mantienen» la zona y evitan que la vegetación cubra los restos arqueológicos, que se suceden de forma continuada desde el Neolítico hasta la época romana, cuando la ciudad adquiere su máxima importancia con rango de municipio y moneda propia.
Sus murallas, de herencia ibérica, albergan en su interior símbolos del poder de las élites romanas, presididos por un teatro romano que aún conserva todas sus áreas funcionales y que fue declarado monumento histórico artístico en 1931.
«Es uno de los teatros mejor conservados de la Península Ibérica en cuanto a sus áreas funcionales y habría que ir al Norte de África para ver otros tan completos como éste», ha indicado el investigador.
Fruto de unas excavaciones realizadas en 2005, salieron a la luz unas termas con palestra que perdieron su uso en torno al siglo III, cuando se convirtieron en un taller de vidrio al popularizarse el baño en estos espacios, que fueron instalados por las élites locales en el interior de sus viviendas.
El conjunto lo completan restos de una «domus», vivienda unifamiliar de dos plantas construida en terraza que contiene un larario, pequeña capilla que se instalaba en las casas para rendir culto a los dioses protectores del hogar y de la familia, pendiente de intervención arqueológica.
Por descubrir están también otras edificaciones que permanecen ocultas bajo el suelo y que podrían alcanzar una superficie total de doce hectáreas, de las 32 que ocupa la meseta de mil metros de altitud sobre la que se alza esta ciudad romana.