Arístides Mínguez | El antro de la arpía | www.lacolumnata.es 21/12/2012

Son las doce menos diez de un miércoles que, a simple vista, parece un miércoles más. No lo va a ser.

Hace frío en el coqueto jardín cobijado por los edificios de la Facultad de Letras y el Aulario del campus universitario de La Merced. En Murcia. La humedad que llega del Segura aumenta la sensación de frío. Decenas de jóvenes y no tan jóvenes abarrotan los espacios verdes. Entre ellos, media docena vestidos a la usanza griega o romana. Los ves de lejos y lo primero que piensas es en el biruje que estarán pasando. Están dispersos. Un corrillo de oyentes rodea a cada uno de ellos. El público parece encantado, bebiendo de las palabras de los histriones. Me acerco curioso. ¡Están declamando versos! ¡Versos griegos, poemas romanos! ¡Clásicos al cobijo de la fronda, con la que está cayendo!

Siguiendo a mi cicerone, penetro al Hemiciclo de la Facultad. Más de trescientas personas rebosan el auditorio. Muchos se aglomeran en escaleras y pasillos. Otros figurantes vestidos de romanos, estos adolescentes, coronan algunas gradas. En las primeras filas, algunos prebostes de la comunidad universitaria, mas son los menos. Entre el gentío predominan los jóvenes. Los hay para todos los gustos: los que llevan bufanda palestina y camisetas revolucionarias se sientan apaciblemente al lado de los que lucen ropa de marca con vistosas etiquetas.

Amoscado, me interrogo sobre qué lémures unen a concurrencia tan variopinta. Me deja atónito la respuesta: todos están allí reunidos para rendir un tributo a los clásicos de la poesía grecolatina. Más pasmado me deja mi cicerone cuando me explica que, en estos precisos momentos, miles de personas repartidas por centros de enseñanzas medias y universidades, no solo de la región murciana, sino también del resto de España, algunos de Grecia, de Italia, de Serbia, del Norte de Europa e, incluso, de Argentina y de los Estados Unidos están haciendo lo mismo. Millares declamando, en decenas de lenguas diversas pero con una sola voz, a Homero, a Virgilio. Rememorando a Sófocles, a Eurípides, a Aristófanes. Reivindicando a Catulo, a Marcial, a Horacio. ¡Homenajeando a los clásicos, cuando los políticos han vendido el país a los mercados y quieren borrar de la sociedad todo lo que no sea negocio!

Pergeñadora de este desaguisado es Diana de Paco, profesora titular de Griego en la Universidad de Murcia. Y dramaturga. Volviendo de Estados Unidos, donde le contaron cómo, en 2003, se representó simultáneamente en todo el mundo la comedia antibelicista de Aristófanes, Lisístrata, para pedir la paz en la humanidad. Como un rayo lanzado por el tonante Zeus, la alcanzó la idea.

El ministro Wert, el nuevo adalid de la barbarie neoconservadora, talibán del ultraliberalismo, parió uno de los más despiadados ataques que han sufrido las Humanidades en su primer anteproyecto de la LOMCE. Pretendía borrar de un plumazo todoDetalle del cartel de Yo conozco mi herencia lo que supiera a Griego, a cultura clásica de los centros de enseñanza del país.

Desde el punto de vista de los nuevos señores de Europa, solo interesaban consumidores, mano de obra barata para servir a las élites. Les sobraban, pues, todas aquellas materias y profesionales que redundaran en una formación más humana, que hicieran pensar y formarse opiniones críticas.

En vez de amilanarse, Diana quiso reivindicar la dignidad de unas materias, arrinconadas y menospreciadas por una sociedad que las desconoce. Se puso en contacto con varios entusiastas de la Junta Directiva de la Asociación Murciana de Profesores de Latín y Griego (AMUPROLAG) y de la delegación regional de la Sociedad Española de Estudios Clásicos (SEEC). Consiguió contagiarlos de su veneno: realizar una selección con algunos de los mejores pasajes de la literatura grecolatina y compartirlos con el resto de la comunidad, recitándolos al unísono en los diferentes centros de enseñanza de la Región de Murcia. Era un acto de reivindicación de la deuda que tiene nuestra sociedad con los clásicos, a la vez que un desagravio para los mismos.

Se eligió un lema: “Yo conozco mi herencia”. Se fijó una fecha fácil de recordar: el 12 de diciembre del 2012, a las doce horas. Hicieron un trabajo ímprobo preparando y traduciendo una antología que recogiera varios de los instantes más granados del florilegio grecolatino. La siguiente fase, a la que se dedicaron con igual o mayor ahínco, fue la de divulgar el evento e implicar al mayor número posible de personas.

Fueron desbordadas sus previsiones. Todas. Lo que comenzó siendo pensado para el ámbito de su comunidad autónoma y poblaciones aledañas, gracias al poder de las redes sociales y al bien hacer de los miembros de AMUPROLAG y de la SEEC, se contagió al resto del territorio nacional. Para su sorpresa, se le sumaron centros, no sólo del resto de Europa, sino también de allende el Atlántico.

Prestaron su caluroso apoyo profesores del Departamento de Filología Clásica, pero también se implicaron profesores de otros departamentos de la Facultad de Letras, encabezados por su decano. Más aún, el propio Decano de la Facultad de Derecho encabezó un nutrido grupo de profesionales y alumnos de esta facultad, que quisieron prestar su apoyo al evento. Y otros muchos profesores y estudiantes de diversas facultades de la Universidad de Murcia.

Más de doscientas ochenta instituciones de enseñanza. Públicas, privadas y concertadas. Medias y superiores. Unidas para reivindicar, furiosamente orgullosas, nuestra herencia.

Casi como si de un fenómeno viral se tratara, redes sociales e institutos se llenaron de carteles y vídeos anunciando la convocatoria. Alumnos y profesores, no sólo de Clásicas, sino también de muchas otras materias, reflexionaron sobre el débito que tienen las diferentes áreas de nuestro conocimiento con el mundo grecorromano.

Descubrieron que, gracias a griegos y romanos, aprendimos a escribir con nuestro actual sistema de escritura. Gracias a Grecia comenzaron a andar la mayor parte de las asignaturas que se estudian hoy en día. Así se recoge en el nombre de las mismas, provenientes del griego: Historia, Tecnología, Filosofía, Matemáticas, Biología… Fue Grecia la que nos enseñó el amor a la política. En Atenas nació la democracia. Recordaron que un médico, a lo largo de su vida profesional, ha de conocer al menos venticinco mil vocablos de los aproximadamente setenta y cinco mil que hay de procedencia griega o romana: ‘diagnóstico’, ‘radioterapia’, ‘encefalograma’, ‘cardiólogo’, ‘psiquiatra’, ‘sinusitis’… Es un tributo a los padres de la medicina moderna: el griego Hipócrates y el romano Claudio Galeno.

Son las doce de la mañana de este 12 de diciembre del 2012. Sobrecoge pensar que a estas horas miles de personas declaman unidas, repartidas por doquier, versos que han alcanzado la inmortalidad y que estos herederos velarán porque sigan siendo eternos. Pese a quienes pese.

Confiesan que se sienten conmovidos, profundamente agradecidos a los participantes en el evento. Es indescriptible asimilar que por tu iniciativa resuenan por muchos lugares los versos de Homero. Que Virgilio se sigue dirigiendo a los que degustan sus versos dos mil años después. Que Safo y Catulo reviven a través de adolescentes gargantas. Emociona comprender que una iniciativa manada de Murcia haya calado tan hondo.

Se saben pocos ante la avalancha neoliberal que pone a Europa a los pies del dios Mercado. Pero son conscientes de que son los guardianes del legado. Que sin ellos Europa volvería a sumirse en el oscurantismo, en el consumismo más despiadado. Son la correa de transmisión para que sigan resonando los versos de Esquilo: “No alabarás ni una vida anárquica ni sometida a un déspota”. Son ellos los depositarios del mensaje que nos quiso transmitir Sófocles con su Antígona, la primera “indignada” de nuestra cultura, que se levantó contra el poder despótico de su soberano, que le hacía ir contra los preceptos naturales, aun a pesar de pagar tal osadía con la vida.

Sorprende corroborar que no hay nada nuevo bajo el sol, como dijera un clásico. Cómo el hombre ha amado y odiado de la misma manera a lo largo de la historia de la humanidad. Cómo lloramos y reímos con las mismas cosas que hace dos milenios. Cómo intentamos enfrentarnos a los problemas de la vida siguiendo las sendas abiertas por Sócrates, por Platón, por Aristóteles, por Séneca, por Marco Aurelio. Que Tales de Mileto, Arquímedes, Euclides o Pitágoras dejaron su huella en la Física o en las Matemáticas.

En el abarrotado Hemiciclo se van sucediendo los nuevos aedos, bajo la guía de los actores del grupo Tragicometa. Adolescentes del grupo de teatro Cervae Artifex, del IES Ingeniero de la Cierva, de Patiño, encandilan al público dramatizando pasajes poéticos sazonados con bailes y coreografías. El coro Ars Musica canta versos de Virgilio. Se suceden los rapsodas. Todos quieren dejar constancia de que se sienten dignos veladores y deudos del mundo clásico. Todos, clásicos o no, llevan grabado en su alma: “Yo conozco mi herencia. Y me siento orgulloso de ella”.

FUENTE: http://lacolumnata.es/cultura/el-antro-de-la-arpia-cultura/en-la-universidad-de-murcia-yo-conozco-mi-herencia