Identifican los restos óseos de Filipo II y de otras personalidades relevantes del Imperio macedónico del siglo IV a.C.
Marta Cañete www.abc.es 27/01/2024
Bañada por el mítico río Haliacmón y cerca del Golfo Termaico, la antigua ciudad de Egas, ubicada entre los modernos municipios de Vergina y Palatsitsa, fue el lugar elegido por el rey Pérdicas I para levantar la primera capital del reino macedónico. Hasta el traslado de la capital a Pela en el siglo IV, Egas fue el centro intelectual, cultural, artístico y administrativo de la monarquía macedonia. La necrópolis de Vergina nos ha dejado más de medio millar de espectaculares túmulos funerarios, entre los que destaca el Gran Túmulo, donde descansan los restos mortales de varios de los miembros de la dinastía Argéada. Descubierto en el año 1977, el túmulo de 13 metros de altura y unos 100 de diámetro, escondía cuatro mausoleos con ricos ajuares funerarios e impresionantes frescos. Entre ellos, el del rey Filipo II, su hijo recién nacido, su esposa Cleopatra, el de rey Filipo III Arrideo, y el de Alejandro IV (Tumba III), hijo de Alejandro Magno.
Las excavaciones realizadas entre los años 1977 y 1978 por el reputado arqueólogo griego Manolis Andronikos sacaron a la luz dos cámaras funerarias abovedadas intalteradas (denominadas Tumba II y III) y una más pequeña, en forma de cista, que había sido saqueada (Tumba I). Los espectaculares ajuares funerarios recuperados en las Tumbas II y III supusieron uno de los hallazgos más importantes del siglo. Por otra parte, la datación de estos objetos permitió vincular el monumento funerario con la familia real macedónica. El propio Andrónikos, tras observar la riqueza de las piezas halladas en la Tumba II, identificó a su ocupante con Filipo II (asesinado en el año 336 a.C.). Por primera vez en la historia de la arqueología griega, se descubría un monumento funerario relacionado con importantes personalidades históricas. Sin embargo, poco después de finalizar los trabajos de excavación de Andrónikos algunos eruditos expusieron una hipótesis alternativa que planteaba que la Tumba II pertenecía a Filipos III Arrideo (asesinado en 317 a.C. y enterrado en el 316 a.C.). En 1978, Andonis Bartsiokas, joven estudiante de biología, asombrado por el nuevo descubrimiento, comenzó a recopilar todo lo que se publicaba en prensa y medios especializados sobre el Gran Túmulo.
«El descubrimiento del Gran Túmulo fue todo un hito para quienes estamos interesados en la la antropología biológica. Me molestaba que algunas personas atacaran y estuvieran en contra de Andrónikos», explica a ABC Bartsiokas. Por esa razón, el biólogo decidió comenzar su propia investigación para demostrar que la hipótesis inicial de Andrónikos, basada en la datación del ajuar recuperado en las tumbas, era la correcta. En el año 1997 Bartsiokas, como profesor del Departamento de Historia y Etnología de la Universidad de Tracia, puedo estudiar los restos óseos encontrados en la Tumba II. Su estudio se publicó en el año 2000 en las reputada revista Science, y para su sorpresa, la conclusión tras su análisis tiraba por tierra la que a día de hoy sigue siendo la versión oficial de Grecia: la Tumba II pertenece a Filipo II. «Yo quería demostrar que Andronikos estaba en lo cierto. Descubrir que no lo estaba, a través de la falta de traumatismo ocular en el cráneo de la tumba I, fue traumático para mí porque yo mismo estaba convencido de que la Tumba II era la de Filipo antes de iniciar mi investigación», explica Bartsiokas.
Una nueva hipótesis
Aunque las dudas sobre la identificación de los esqueletos encontrados en el túmulo emergieron inmediatamente después del hallazgo, en los últimos años el interés de los investigadores se ha centrado más en el análisis los restos humanos que en el de los restos materiales del ajuar funerario. Gracias a las fuentes historiográficas, conocemos las edades que tenían los monarcas macedonios en el momento de su fallecimiento. Las fuentes también aportan datos sobre la condición física de los miembros de la dinastía Argéada. Por ejemplo, sabemos que Filipo II tenía una gran cicatriz en uno de sus ojos, y que debido a las heridas de guerra, cojeaba de una pierna, por lo que dichas lesiones se reflejarían en los restos óseos encontrados en Vergina. De Arrideo sabemos que padecía una patología mental y físicamente era débil. Filipo II fue asesinado en el 336 a.C. y Arrideo fue enterrado en el 316 a.C. Las Tumbas I y la IV fueron saqueadas y destruidas por el rey Pirro y sus galos.
Por ello en la Tumba IV no se encontraron restos humanos, mientras que en la Tumba I sí fueron hallados restos óseos y ajuar funerario. Por otro lado, los restos conservados en las Tumbas I y II indican muertes violentas (tanto Filipo II como Arrideo fueron asesinados) y se han hallado esqueletos masculinos y femeninos, así como de un recién nacido. Con esta información, un enfoque más antropológico, combinando datos de arqueología, historia y paleoantropología, así como empleando la nueva evidencia en paleopatología, el análisis realizado en los registros históricos y la disección anatómica realizada en Estados Unidos por el equipo de investigación capitaneado por Bartsiokas, Juan Luis Arsuaga y Nicholas Brandmeir pudo extraer una exhaustiva información de los huesos de la Tumba I.
Además se realizó un nuevo estudio sobre la edad de los restos óseos hallados en la tumbas I. De este modo, los investigadores identificaron los restos óseos de la tumba pertenecen a un hombre de unos 45 años y una fusión en los huesos de la rodilla. Además, el hecho de que el esqueleto del neonato hayan aparecido en la Tumba I, refuerza la hipótesis de que los restos pertenecen a Filipo II, Cleopatra y su hijo recién nacido, «único neonato asesinado en el seno de la familia real macedónica», añade Bartsiokas.
Desacuerdos con Cultura
El estudio fue publicado por la prestigiosa revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) en 2015, y entre otras conclusiones, afirmaba que los restos óseos de la Tumba I pertenecían a Filipo II, su esposa y su hijo recién nacido. Mientras que los restos recuperados en le tumba II, como la armadura, pertenecieron a Alejandro Magno y fueron heredados, tras su muerte en Babilonia, por su hermano Filipo III Arrideo. «No hay discrepancia entre la evidencia literaria y osteológica con respecto a la edad del fallecimiento de los ocupantes de las tumbas», concluye la investigación. Los monarcas fueron enterrados junto con sus esposas e hijos, quienes corrieron la misma suerte que Filipo II y Arrideo.
Cuando en el año 2015 se publicó la primera investigación, el ministerio de Cultura heleno hizo público, a través de un comunicado, su absoluto desacuerdo con el resultado de la minuciosa investigación de Bartsiokas y el resto de expertos. La postura del ministerio provocó, a su vez, una gran ola de críticas en publicaciones no científicas hacia el trabajo de Bartsiokas, Arsuaga y Brandmeir. Por esta razón, los reputados investigadores decidieron contestar a las infundadas críticas en una revisión de la investigación que fue publicada el pasado mes de diciembre por la prestigiosa revista `Journal of Archaeological Science Reports´. «Los debates científicos se deben realizar dentro del marco científico, en ‘journals’ y no en publicaciones en páginas web o en prensa no especializada sin pasar antes por estrictos tribunales», explica a ABC Bartsiokas. Y eso es exactamente lo que han hecho: contestar a todas las dudas planteadas por Cultura en una de las publicaciones más acreditadas en lo que a la investigación arqueológica se refiere.
Este diario ha hablado con el Eforato de Antigüedades de Emacia, responsable de los yacimientos arqueológicos de Vergina para conocer su opinión tras las analíticas respuestas contempladas en la revisión de 2023. A pesar de la fuerte base en la que se apoyan los resultados de la reciente investigación, donde se han empleado técnicas como la radiografía, microfotografía, o disección anatómica para el análisis de los restos óseos, este servicio arqueológico dependiente del ministerio de Cultura mantiene la postura tradicional de que «los huesos cremados encontrados en el interior de la urna de oro de la cámara de la Tumba II de la Gran Tumba pertenecen al rey Filipo II», sin presentar contrargumentos a la investigación de Bartisokas, y como consecuencia, no será realizado cambio alguno en las cartelas y paneles informativos del Gran Túmulo funerario de Vergina.
FUENTE: www.abc.es