Carles Gosálbez | Tarragona www.diaridetarragona.com 07/02/2009
La escena donde el mimógrafo Aemilius Severianus recogió los mejores aplausos lucha por recuperar su esplendor perdido.
El Teatro de Tarraco fue descubierto y desenterrado en 1884. El aspecto que ofrece hoy es sensiblemente peor del que tenía a finales del siglo XIX, antes de que se construyera una nave industrial. A escasos cincuenta metros de distancia, 110 años después se excavaron las Termas de Sant Miquel, inmueble que en algún momento de la historia formó parte de un mismo conjunto de edificios monumentales.
El establecimiento de la fábrica de aceites Abaco en el solar donde se encuentra el Teatro, acaecido en la primera mitad del siglo XX, y su posterior ampliación en los años 60, supuso la destrucción de gran parte de la estructura del edificio romano.
La desidia de la administración del momento, la falta de respeto por el pasado y las ambiciones económicas cercenaron un monumento declarado hoy Patrimonio de la Humanidad que se resiste a morir.
El año pasado el Museu Nacional Arqueològic de Tarragona practicó una intervención arqueológica que dio como resultado el hallazgo de un pequeño sector de cuatro gradas.
El director del museo, Francesc Tarrats, anunció recientemente que este año se procederá a la construcción de un mirador desde donde observar los pocos restos que han perdurado, así como una valla perimetral que dignificará el espacio que ocupa.
El Teatro se alzaba a corta distancia del lugar donde estaban las Termas de Sant Miquel, que esta semana también han sido noticia al conocerse que el Plan General contempla la posibilidad de construir sobre unos restos en muy buen estado de conservación. Como sucedió en los años setenta cuando se inició la construcción de una promoción de viviendas que afectaba al Teatro, los ciudadanos de Tarragona, en esta ocasión a través de la web del Diari, se han declarado contrarios a que se edifique en el conjunto monumental.