Reconstrucción idealizada del palacio de Asdrúbal en Cartagena que aparece en el libro de Iván Negueruela.

Vicente G. Olaya, El País, 6 de diciembre de 2020

El desarrollo inmobiliario aprobado por el gobierno local en el cerro donde podría estar un notable complejo arqueológico desata una batalla política en Cartagena

La culpa fue de Polibio de Megalópolis, el historiador griego que visitó Cartagena hacia el 150 a.C, y se quedó sorprendido ante un enorme otero que se extendía junto al puerto. Así que escribió: “En él se alzan los magníficos palacios reales que construyó [el general cartaginés] Asdrúbal [245-207 a.C] cuando aspiraba a la monarquía”. Unos 2.200 años después, el cerro del Molinete es una gran parcela pelada de forma cónica, en el centro de la ciudad, completamente rodeada de edificaciones y a cuyos pies se extiende un parque arqueológico (un 26.000 metros cuadrados) y donde se exponen registros entre el III a. C y el XX. Es decir, la historia de la ciudad.

Pero la mayor parte del cerro está sin investigar y allí, asegura Iván Negueruela, director del Museo Nacional de Arqueología Subactuática de Cartagena (Arqua), sigue oculto el palacio del cartaginés que describió el griego. Sin embargo, si las aseveraciones de este doctor en Arqueología, asesor de la Unesco y excavador de Petra (Jordania) con la Sorbona de París son ciertas, todo corre un tremendo peligro de desaparición porque sobre la parcela pública se han aprobado unos 120 pisos.

El equipo de gobierno municipal ―una coalición del PP y exconcejales socialistas― replica que allí no hay nada que impida las obras, que es “dificultosa la interpretación de una sucinta referencia en las Historias de Polibio, que data de mediados del siglo II a.C. y de la que, además, solo se conservan copias”, en respuesta a un cuestionario de este diario el gabinete de la alcaldesa Ana Belén Castejón. Eso sí, admiten que si se hallan restos arqueológicos, en las parcelas urbanizables, deberán mostrarse al público obligatoriamente en los garajes de los edificios.

El director del museo Arqua escribió en 2015 el libro El magnífico palacio de Asdrúbal en Cartagena: Cerro del Molineteque fue publicado con el respaldo de la Real Academia de la Historia (RAH). Y comenzó la cruenta batalla. El Ayuntamiento había sacado en 2014 a subasta cuatro parcelas en la parte baja de la ladera oeste, aunque la puja quedó desierta. En agosto de este año, las volvió a subastar. Ahora, los adjudicatarios de los terrenos podrán construir las viviendas con la única condición de que si se encontrase algo arqueológico de valor, deberían mantenerlo en los aparcamientos subterráneos. “Todos los sótanos, aunque sean de parcelas diferentes, deberán estar comunicados entre sí y con accesos distintos para facilitar la entrada a los visitantes y propiciar que se conviertan en un conjunto visitable”, recuerda el Ayuntamiento.

Negueruela se echa, por eso, las manos a la cabeza. En su libro sostiene que él ha detectado ―lleva 20 años haciendo mediciones― la existencia de “los restos de más de cien muros del palacio de Asdrúbal, tallados en la roca madre”, lo que incluía habitaciones, salones, rampas… El edificio, según el arqueólogo, tenía una planta, “única en el Mundo Antiguo”, que se correspondía con un triángulo rectángulo, el del teorema de Pitágoras, en el que la hipotenusa al cuadrado es igual a la suma de los cuadrados de los catetos, lo que se visualiza habitualmente como triángulo 3-4-5, No se conoce en el Mediterráneo un palacio cartaginés de estas características”, afirma.

Las aseveraciones de Negueruela provocaron, incluso, la reacción de colectivos de defensa del patrimonio y de partidos políticos en la oposición. Movimiento Ciudadano (MC), la formación más votada en las últimas elecciones, pero que no gobierna ―Cartagena está regida por una coalición del PP y de exconcejales socialistas— ha exigido una declaración expresa BIC para la colina.

Lo que más sorprende a Jesús Giménez, presidente de MC, es la insistencia del equipo de gobierno en urbanizar una de las pocas zonas sin construir de la ciudad. “Los ciudadanos necesitan espacios libres. Los niños del centro juegan en las calles porque no hay parques. ¿Por qué levantar más casas cuando en el casco antiguo hay más de cien parcelas vacías? ¿A qué obedece todo esto?”.

El edil recuerda que todo el casco histórico está declarado Bien de Interés Cultural, la máxima protección posible, “pero aun así siguen haciendo [el Ayuntamiento] lo que les da la gana”. “¿Cómo es posible que digan que se puede construir sin saber lo que hay debajo en su conjunto y que lo que se halle quede en los sótanos de los edificios?”, se pregunta.

Giménez, que ha firmado en nombre de su grupo una petición para que el cerro tenga una protección especial, reclama que se investigue si las afirmaciones de Negueruela son ciertas o no. “Yo no sé si está ahí o no el palacio de Asdrúbal, pero estamos hablando de uno de los más importantes arqueólogos de España. Es una eminencia. ¿Es que aquí nadie tiene un poco de sentido común?”.

El Gobierno local replica que “se han realizado diferentes campañas de excavaciones arqueológicas [en la parte baja] desde 2007 por un solvente equipo multidisciplinar dirigido por la Universidad de Murcia, y han concluido que no hay evidencias científicamente contrastadas que permitan asociar los restos arqueológicos con la hipótesis del posible palacio de Asdrúbal”. No obstante, admite que “no hay ningún informe científicamente contrastado que permita, ni asegurar ni sostener, con absoluta veracidad la existencia o ausencia del palacio”.

¿Y cómo era el supuesto palacio de Asdrúbal? Negueruela cree que fue excavado en la colina y que su planta era un gran triángulo escaleno. Sus medidas, según el experto, eran 140, 180 y 250 metros por cada lado. “No se conoce ningún palacio de estas proporciones fuera de Persépolis y Babilonia. Es verdad”, añade, “que Persépolis llegó a tener un lado de 300 metros, pero solo tras sucesivas adiciones de varios monarcas”.

Supuestamente, una vez tallado el triángulo, el cerro se estructuró en terrazas escalonadas. En ellas se tallaron diversas salas y servicios del palacio como almacenes, salones de representación o de ceremonias, unidos por rampas. La técnica de construcción fue la de ángulos sexagesimales, el habitual en las culturas púnicas, mesopotámicas y egipcias, que establece las longitudes mediante la multiplicación de codos de 52 centímetros de longitud.

El Ayuntamiento replica que esos escalones a los que hace referencia Negueruela responden a “una orografía peculiar que motivaron una profunda transformación antrópica del espacio disponible, con numerosos recortes en la propia roca con el fin de aprovechar, sobre todo, las zonas altas y laderas de las colinas para hacerlas habitables”.

Para el arqueólogo, “la construcción de las viviendas propuestas por el Ayuntamiento encerrará para siempre la ladera oeste del palacio, lo que perdurará durante siglos como responsabilidad exclusiva de esta corporación. Todo el casco histórico y, por tanto, la zona que se pretende urbanizar son BIC y están sometidos a las normas legales de máxima protección españolas, regionales e internacionales”. Por ello, sopesa presentar una denuncia por atentado contra el patrimonio y prevaricación. “Esto no se puede consentir. Ni siquiera han comprobado si lo que yo afirmo es cierto”.

El Ayuntamiento admite que en las últimas prospecciones de la parte baja de la colina “se ha hallado la continuación de una calzada romana de finales del siglo I a. C. de piedra caliza, y construcciones vinculadas a la intensa actividad edilicia que se desarrolla en esta zona entre los siglos I y II d. C. y que parece relacionada con amplias estancias de trabajo, o conjuntos artesanales, vinculados en ocasiones con instalaciones hidráulicas”.

El Consistorio afirma que “ninguno de los edificios superará la altura del monte”, que aproximadamente se eleva unos 35 metros sobre el nivel del mar. “Pues nada”, concluye Giménez. “Que los coches de los nuevos residentes circulen por la calzada romana y que luego aparquen junto a los restos arqueológicos del garaje. Es que no son capaces de admitir que se han equivocado”.

FUENTE: www.elpais.com