Ernesto Pérez | Roma | ANSA 02/01/2006
Roma se confirma como uno de los más grandes imanes culturales de toda Europa recibiendo a los turistas del primer tercio de 2006 con una oferta de exposiciones de arte que tiene pocos rivales en el viejo continente.
Ernesto Pérez | Roma | ANSA 02/01/2006
Roma se confirma como uno de los más grandes imanes culturales de toda Europa recibiendo a los turistas del primer tercio de 2006 con una oferta de exposiciones de arte que tiene pocos rivales en el viejo continente.
El 7 de enero cierra la hermosa exposición instalada en el Coliseo, el monumento antiguo más visitado de la península, "El rito secreto. Misterios en Grecia y en Roma en los albores del cristianismo".
Esa muestra está dedicada a los cultos y religiones que por poco tiempo convivieron con la nueva creencia llegada de Judea antes de sucumbir a la intolerancia de los padres de la Iglesia.
Hasta el 26 de febrero está abierta "El siglo XVIII en Roma", en el céntrico Palacio Venecia, que pasa revista al arte que esperaba a los turistas europeos del Grand Tour.
Esos turistas se hacían retratar en gran pose por el luqués Pompeo Batoni o por el bohemio Anton Raphael Mengs, o compraban los cuadros con ruinas inventadas al piacentino Giovanni Paolo Pannini.
También se dejaban seducir por el exquisito neoclasicismo de las estatuas del trevisano Antonio Canova, algunos de los más famosos artistas forasteros que pululaban en la Ciudad Eterna ganándose la vida con pinceles y cinceles.
A pocos centenares de metros de Palacio Venecia están las Escuderías del Quirinal, uno de los nuevos centros romanos de exposiciones temporales, que hasta el 18 de febrero dedica una retrospectiva a Alberto Burri y otros pintores de "arte pobre" italiano.
Esos artistas trabajaban con los materiales de descarte que abundaban en el país en los primeros años de la segunda postguerra mundial (bolsas deshilachadas, telas carcomidas por la humedad, maderas chamusqueadas por el fuego, alas de mariposas, etc.).
Hasta el lunes de Pascua (17 de abril), se pueden ver los fabulosos mármoles de colores con los que durante el Imperio Romano se decoraban las mansiones de las clases más pudientes.
"Los colores del fasto" se pueden ver en Palacio Altemps, a escasos metros de Plaza Navona, uno de los tres museos de la antigedad romana de la capital italiana, junto a una selección de las estatuas encontradas en una mansión del siglo I, descubierta al realizarse los trabajos del Jubileo de 2000 para crear un garaje subterráneo al lado del Vaticano.
La Galería Borghese, que aloja célebres esculturas del Juan Lorenzo Bernini como "Eneas abandonando Troya", "Apolo y Dafne" y "El rapto de Proserpina", acaba de abrir todo su segundo piso para mostrar de forma estable y definitiva los tesoros ocultos de sus depósitos.
Entre esos tesoros figuran obras de Sebastiano dal Piombo, los hermanos Agostino, Annibale y Ludovico Carracci y el "españolito" José de Ribera junto a otros maestros menores.
A despecho del lamentado cierre de la Domus Aurea, la casa de oro del emperador Nerón, clausurada por dos años a causa de la caída de revoques que ponen en peligro la estabilidad de esta mansión del siglo I, enterrada hasta el siglo XV y visitable esporádicamente en los últimos 400 años, la capital italiana ofrece la nueva colocación de la estatua ecuestre de Marco Aurelio -la única de su tipo que sobrevivió a la obsesión cristiana por eliminar toda memoria del paganismo- en el jardín de Palacio Caffarelli de los Museos Capitolinos.
Y de paso por Roma y por un mes más conviven dos impresionistas, el francés Edouard Manet hospedado en el Victoriano, de espaldas al monumento a Víctor Manuel II hasta el 5 de febrero), y el veneciano anclado en París, Federico Zandomeneghi, que se puede visitar en el Claustro del Bramante de la Iglesia de la Paz, al lado de Plaza Navona.