Ángel Gómez Fuentes www.abc.es 24/02/2016
La embarcación, encontrada en el mar de Sicilia, la más grande y antigua del Mediterráneo (entre el siglo VI y el V a.C.) ha sido reconstruida durante seis años y se expone en Gela (Sicilia).
Lo llaman el «Titanic» de la antigüedad o de la Sicilia griega. La tragedia ocurrió hace 2.500 años: Una nave griega de 20 metros de eslora, procedente del Egeo, con un cargamento de diversos productos, entre ellos aceite y vino envasados en preciosas ánforas, se hundió cerca de Gela, la ciudad siciliana que en la época griega era una pequeña Atenas, bella y rica, habitada por artesanas, comerciantes y terratenientes, con un gran puerto y al lado un mercado.
En el verano de 1988, a 800 metros de la costa y a 6 metros de profundidad, dos buzos encontraron los restos de una la antigua embarcación. La nave pudo ser recuperada en el 2008, con una grúa de 200 toneladas montada sobre una barcaza de 45 metros. De inmediato se descubrió la importancia del descubrimiento. Gracias a la peculiaridad del fondo marino, la nave había conservado de forma extraordinaria su madera milenaria.
La característica más importante de la nave era la técnica de construcción, que mostraba los detalles narrados por Homero en «La Ilíada»: Las tablas de madera se mantenían juntas «cosidas» con fibras vegetales. “«Es uno de los pocos restos de naufragios de época griega conservados en todas sus partes. De su estudio han surgido consideraciones nuevas sobre la arquitectura naval antigua, sobre la sociedad y su comercio en el Mediterráneo entre los siglos VI y V a.C.», comentó el arqueólogo Lorenzo Guzzardi, superintendente de Caltanissetta (Sicilia).
Último viaje
Por primera vez, una nave de hace 2.500 años ha sido sometida a una delicada restauración, dirigida por Guzzardi, en los laboratorios de Portsmouth en Inglaterra. Con esta restauración, que ha durado seis años, se ha restituido la integridad a la madera y a las mercancías encontradas en la nave en los fondos marinos próximos a Gela y conservados durante años en cuarenta grandes cajas.
Por los productos que contenía se pudo recomponer el último viaje de la nave: Había partido de una localidad del Egeo, para hacer después escala en Atenas, pasando luego por diversos puertos, como muestran las numerosas «piedras de zaborra» cargadas, para reequilibrar el peso, en el lugar de las mercancías consignadas en los puertos.
Además de vino y aceite de varias partes del Mediterráneo, envasados en ánforas de gran belleza, la nave contenía alimentos diversos, incluida fruta, destinados a la venta y a la alimentación de la tripulación, conservados en ocho cestos de fibra vegetal, que han sido restaurados en Suiza. Como muestra de esos alimentos, se encontró el hueso de melocotón en uno de los cestos.
También se encontraron objetos de culto usados para ganarse los favores de las divinidades del olimpo durante la navegación. La devoción en aquel día trágico no fue suficiente y la nave naufragó. Se ha convertido en la nave más grande y antigua encontrada en el Mediterráneo central.
Este «Titanic» de la antigüedad, su historia y productos que contenía, son objeto de una exposición en el Museo Arqueológico de Gela, a la espera que sea construido el gran Museo de la navegación, su destino final.