F. Gutiérrez | Málaga www.diariosur.es 29/12/2009
Los visitantes podrán pasear por una calle como lo hacían los romanos y conocerán algunos objetos de uso cotidiano.
El Museo Carmen Thyssen de Málaga dará al visitante la oportunidad de acercarse a la historia de una forma activa, paseando por una calle como lo hacían los antiguos pobladores romanos y conociendo algunos de los objetos de uso cotidiano. La integración de los restos romanos en el espacio expositivo permitirá, mediante un programa de interpretación y difusión del espacio arqueológico, enriquecer las posibilidades y actividades propias del museo.
La entrada será por el edificio correspondiente al número 8 de la calle Compañía, a través de un falso túnel que atravesará por la torre del palacio Villalón para acceder al ala norte, donde está previsto el espacio expositivo.
Dentro de este túnel de entrada se proyecta la instalación de un grupo de piezas que ayuden a realizar una lectura coherente de las instalaciones arqueológicas (ánforas salsarias y olearias), un conjunto de objetos personales indicativos del modo de vida (como alfileres de bronce) y el conjunto de monedas (nueve, datadas entre los siglos III y IV) que han aparecido en las excavaciones.
Al mismo tiempo, el muro de sillares, datado entre los siglos III y mediados del IV, que se ha extraido durante la fase de obras, será integrado también en este falso túnel, simulando uno de los laterales del mismo, manteniendo su orientación (norte-sur) y cualidades constructivas (es un muro de sillares de arenisca).
Ya en el solar de la excavación y al este del muro el visitante se encontrará con un ámbito doméstico, ya documentado en las intervenciones que se realizaron en la calle San Telmo, donde se hallaron restos de pavimento de mosaicos con decoraciones geométricas. También se pueden ver estructuras, como las anteriores fechadas entre el siglo III y mediados del IV, de un patio porticado a modo de ‘atrium’, donde se conservan pilares de ladrillos y piedra que indican la disposición de laterales porticados. El espacio entre pilares se cierra con un murete a media altura que presenta varios vanos.
La siguiente fase de ocupación corresponde a una etapa que va desde mediados del siglo IV a finales del siglo V. Se constata una ocupación industrial, como demuestran las piletas para la fabricación del garum, una salsa muy apreciada por los romanos que se conseguía poniendo a macerar y secar al sol pescados y vísceras.
Época bizantina
Le sucede cronológicamente una fase de abandono de este espacio, entre finales del siglo V y VI, cuando se llega a época bizantina con una necrópolis, que reutiliza las piletas insertadas en el terreno como enterramiento, aprovechando incluso los mosaicos, que sirven de suelo de la tumba.
En la intervención arqueológica, realizada bajo la dirección de la empresa Arqueosur con los arqueólogos Alberto Cumpián y Pedro Sánchez, y coordinada desde el servicio de Arqueología de la Gerencia Municipal de Urbanismo, se llegó hasta la época islámica, cuyos elementos fueron extraídos para posibilitar la documentación de los romanos, que han resultado más interesantes y son los que se podrán ver en el itinerario expositivo.
De los siglos X y XI se ha documentado una edificación octogonal, con dependencias articuladas alrededor de un patio central. Durante el periodo almohade y nazarí (siglos XI-XV) se advierte la pervivencia de las funciones domésticas manteniéndose los muros de carga.