Rebeca Yanke | Madrid www.elmundo.es 14/02/2010
Si la arquitectura amorosa existe es algo que no se sabe. Lo que sí se aúna con facilidad es la poesía y el amor, como si entre ellos existiera una relación de causa-efecto. Como si cualquiera por el sólo hecho de estar enamorado pudiera escribir versos a la altura de sus sentimientos. «La poesía está cubierta de una curiosa superstición democrática», dice el poeta Juan Manuel Macías: «Parece que todos tienen derecho a escribirla».
Para él las razones que pueden conducir a semejante arrebato son tres necesidades humanas: «desahogarse tras una derrota sentimental, celebrar una hazaña y atraer la atención de la presa». «Esto antes que componer una pieza de piano, decorar una catedral o diseñar un nuevo y efectivo instrumento de tortura», añade. Y menciona a Safo, la poeta de Lesbos, a la que ha traducido para DVD, como descubridora del amor para Occidente.
El poeta Juan Antonio Gonzalez-Iglesias, Premio Loewe de poesía 2007 por ‘Eros es más’, coincide desde Salamanca. Esta misma semana ha sacado a Safo a la tarima de su universidad. «El último gran poema de amor que he leído es uno de los primeros, ‘La pasión’, de Safo, lo leí en voz alta el jueves en clase de Tradición Clásica («Un igual a los dioses me parece…»), cuenta. También se acuerda del amor místico de Santa Teresa y San Juan, porque cree que «a veces dice el amor corporal mucho más claramente».
Colocar las ‘aguas sáficas’ en el atrevimiento de darse por escrito induce a la pregunta: ¿Qué poemas hacen las mujeres ahora? La carga erótica estuvo y está. «Ha dado a veces la sensación de que una poeta, o se presentaba ‘también’ ante la comunidad literaria como poeta erótica, poeta asexuada y sexual, o corría el riesgo de no ser considerada poeta», reflexiona Sergio Gaspar, editor de DVD. Y señala que «parte de la poesía española ha ido construyendo una psicología y sociología de la pareja en el mundo contemporáneo, una especie de tratado poético del amor en la época que Zygmunt Bauman denomina modernidad líquida».
El sociólogo polaco agrupó a varias generaciones educadas en la cultura de masas en un libro que tituló ‘Amor líquido’. Ahora los poetas, dice Gaspar, «exploran y reflejan la compleja experiencia amorosa-social-sexual, su fragilidad y sus incertidumbres, desde una perspectiva que les aleja cada vez más de los modelos ingenuamente románticos». «Loopoesía es amor», exclama desde Barcelona el escritor Jordi Corominas I Julian.
En este bucle acuoso los nombres son muchos y los femeninos abundan: Yolanda Castaño, Martín López-Vega, Ben Clark, María Eloy-García, Ana Gorría, Hasier Larretxea, Julieta Valero, Miriam Reyes, Kirmen Uribe, Carmen López, Elena Medel, Déborah Vukusic, Luna Miguel, David González, Sofía Castañón y Raúl Díaz Rosales. La lista ya es larga y sólo son algunos.
Para los que confían en que todavía la palabra puede remover conciencias, o corazones, Juan Antonio González-Iglesias da las claves: «Lo mejor que se puede hacer para escribir un buen poema de amor es leer buenos poemas de amor. Leerlos en voz alta. Recitarlos sin miedo delante de la persona que nos ama. Ligar con poesía, seducir. No tener miedo de rozar los lugares comunes ni la cursilería. Una persona que ama es invulnerable. ¿Qué puede importarle si roza eso? Si uno escribe sin miedo, el poema es auténtico. Y es eficaz en el mundo».
ENLACES:
Safo de Lesbos (wikipedia)
Safo y la traducción (El nuevo poema de Safo descubierto en 2004, en traducción de Juan Manuel Macías)
Poesía de Safo (Bibliotheca Augustana)