XX SIGLOS David Yagüe 19/04/2018
Dice Néstor F. Marqués que desde niño estuvo fascinado con la historia, así que fue “evolución natural” acabar estudiando esa disciplina y arqueología y adentrándose en proyectos divulgativos como Antigua Roma al Día o su reciente libro Un año en la antigua Roma (Espasa, 2018). No encuentro mejor guía para viajar a la Roma de la antigüedad, así que me pongo en sus manos y acepto la premisa de su libro: pasar un año entero allí.
Mientras preparo la maleta, me pregunto si lo que allí vería sería tan distinto de lo que pienso o tengo interiorizado.
Hemos oído hasta la saciedad que nuestra sociedad es hija de la antigua Roma… ¿Debemos seguir tan convencidos de ello?
Las influencias culturales de nuestra sociedad son tremendamente ricas y debemos estar agradecidos por ello. Pero si nos paramos a pensar un momento en lo que vemos a nuestro alrededor en los edificios de las ciudades, en lo que decimos, en cómo lo decimos e incluso en el tiempo y en cómo su paso nos afecta, descubriremos, por encima de todo, los vestigios de Roma. Las columnas de los grandes edificios imitan a las de los antiguos templos, nuestra lengua es hija del latín y el mismísimo calendario que utilizamos día a día es el que Julio César instauró en el año 45 a. C. Somos herederos directos de la cultura romana y eso es algo que debemos valorar y tratar de comprender mejor. Nos sorprendería las cosas que podríamos descubrir sobre nosotros mismos.
¿Cómo se le ocurrió recorrer la vida cotidiana de la antigua Roma a través de su calendario?
La idea surgió junto con el proyecto Antigua Roma al Día hace casi seis años como una forma de compartir la cultura romana de una forma distinta: amena pero no fantasiosa, rigurosa pero no pesada. Por supuesto, si hablamos de Roma, lo primero que nos viene a la mente son sus emperadores, los hombres más destacados de su tiempo, pero es importante recordar también a esos otros hombres ¡y mujeres! corrientes que realmente sustentaron la sociedad romana desde abajo. La vida cotidiana de los romanos es apasionante quizá porque nos es a la vez totalmente ajena pero también extrañamente familiar y cercana.
El calendario por otra parte, es la representación social del paso del tiempo.Si entendemos cómo miraban los romanos el tiempo, entenderemos su cultura. Los siglos, los años, los meses, las semanas, los días y las horas estaban grabados en las mentes romanas de forma prácticamente inconsciente -como lo están en las nuestras- y a su alrededor se articulaba su día a día. De ahí que aunar calendario y vida cotidiana sea, a mi parecer, una muy buena forma acercarse a conocer a los romanos.
Estamos acostumbrados a ver la historia de Roma con sus grandes hitos y personajes, ¿cambia mucho la visión de esa civilización cuando, en vez de ir a la macrohistoria, desciendes a lo micro, a lo cotidiano?
Efectivamente, no es lo mismo ver las grandes historias, que no por magnas tienen por qué ser más interesantes, que el día a día de los romanos. El que se adentre en el tema descubrirá una Roma más accesible, real y menos fantasiosa. Ritos religiosos, costumbres, tradiciones e incluso los momentos del día en las que los romanos repartían sus quehaceres son elementos que nos pueden recordar mucho a nosotros mismos.
Si comparamos nuestra vida actual con la de los romanos, Néstor F. Marqués se quedaría con…
A largo plazo seguramente elegiría nuestra vida actual, sobre todo porque la mayor parte de la población no debía contar con las mejores condiciones de vida pero me gustaría tener la oportunidad de vivir un tiempo -tal vez un año- en la antigua Roma para comprobar cómo era el día a día de la ciudad, el bullicio de las calles, los carros transportando mercancías… todo un espectáculo para la vista.
¿De dónde viene su pasión por la antigua Roma? ¿por qué arrancó el proyecto de Antigua Roma al día?
Creo que desde que tengo uso de razón me ha interesado la historia y me ha fascinado saber que antes que nosotros vivieron otras personas que dieron forma al mundo antes de que naciéramos. A partir de ahí, fue una evolución natural que comenzara a estudiar la historia y la arqueología de Roma. En mis últimos años de universidad surgió Antigua Roma al Díacomo una forma de compartir todo lo que estaba descubriendo sobre el mundo romano. Comenzó en forma de pequeños datos en Twitter y después se extendió a Facebook, Instagram, Youtube, Periscope y la web –antiguaroma.com-. El conocimiento no puede quedar encerrado en las páginas de los libros y en una sociedad en la que la tecnología domina sobre todo, las redes sociales parecen una muy buena forma de que esas páginas se abran virtualmente.
En el prefacio de tu libro escribe que la divulgación “es seguramente uno de los puntos más importantes de cualquier investigación relacionada con el campo de la historia”. Sin embargo, tengo la sensación de que, por ejemplo comparado con el mundo británico, a los historiadores españoles todavía les falta mucho camino por andar… a pesar de que a varios les he oído quejarse de que en España la divulgación la hacen, mayoritariamente, periodistas o aficionados…
Estoy totalmente de acuerdo. En España todavía existe un pensamiento académico -por suerte cada vez menos extendido- de que la divulgación histórica no es algo deseable. El problema surge de que ese concepto es erróneo. La divulgación histórica es una potente herramienta que acerca la cultura a todos por igual y somos los historiadores los que debemos hacer uso de ella; así podremos asegurar que se hace una forma responsable, controlada y precisa. Una de las bases en las que se cimenta Antigua Roma al Día es hacer una divulgación amena y curiosa pero a la vez rigurosa e históricamente correcta. Sinceramente, pienso que esa es la clave más importante del éxito del proyecto.
El mundo romano, en la imaginación colectiva, está llena de mitos y de creencias erróneas, que han venido del cine y la literatura… ¿crees que la ficción, aún así, puede tener un valor importante en la divulgación?
Seguramente sí. Es cierto que el cine, las novelas históricas, las series e incluso algunos documentales suelen tener muchos -si no muchísimos- errores o inexactitudes históricas. De hecho, es un ejercicio interesante que he realizado varias veces en Antigua Roma al Día, destapar todos los errores de esos formatos. Sin embargo, ese primer nivel de acercamiento puede ser beneficioso para que mucha más gente se interese por la cultura romana, siempre que después se pase al siguiente nivel, más científico pero igual de interesante.
¿Cómo valora el conocimiento de la historia de los españoles?
Creo que, poniendo como ejemplo a mi audiencia, hay más conocimiento oculto del que suele parecer. Hay mucha gente aficionada a la historia, aunque siempre podría haber mucha más. De un tiempo a esta parte el perfil de aquellos a los que les interesa descubrir el pasado, gracias a la tecnología, es cada vez más joven y crítico con los contenidos que consume y eso tiene mucho valor.
¿Cree que la sociedad actual, poco centrada en los conocimientos humanísticos, está preparando bien a las nuevas generaciones para al menos interesarse en valorar su pasado e Historia?
Desafortunadamente la base del conocimiento de la historia no siempre se inculca a los niños de la forma más correcta. Entiendo que ese es un problema a muy alto nivel que solo está paliándose de forma parcial gracias al esfuerzo de muchos profesores que enseñan la historia a sus alumnos con pasión. De hecho, se que muchos profesores de primaria, secundaria y bachillerato utilizan los contenidos de Antigua Roma al Día -tuits, videos, artículos ¡e incluso el nuevo libro!- como una herramienta más para mejorar el aprendizaje de sus alumnos. Lo aplaudo y lo agradezco enormemente.
¿Qué tres puntos ‘romanos’ en España recomendaría visitar a nuestros lectores?
Hay tantos que es casi imposible reducir la lista tan solo a tres. El patrimonio romano que conservamos de la Hispania romana es inconmensurable. En primer lugar, mi origen segoviano me obliga a recomendar que nos pongamos a los pies del espectacular Acueducto de Segovia. Por otra parte, visitar Augusta Emerita -Mérida- capital de la Lusitania, parece una buena opción y acabaré con otra ciudad romana, tal vez más desconocida pero igual de interesante y con mucho potencial: Los Bañales, en Aragón.
¿Qué os parece este proyecto?
¡Buenas lecturas!