Redacción 05/09/2018
Cuando el odio sobrepasa al amor, nada puede interponerse, ni siquiera el cariño maternal.
Así es como plantea su montaje Párodos Teatro. Medea no es un montruo, es una víctima. Una mujer odiada, repudiada, una extranjera que nunca pudo adaptarse, que nunca fue querida ni respetada, que nunca pudo insertarse en la sociedad.
En la primera noche de la décima edición del Festival de teatro grecolatino de Almuñécar hemos contemplado una adaptación valiente, reivindicativa, que huye de los convencionalismos, que busca conmocionar las conciencias, que pretende hacernos pensar y remover nuestras entrañas. ¿Es Medea el verdadero problema o nos enseñaron a señalarla a ella como origen de todos los conflictos?
De vez en cuando nos encontramos en la prensa diaria con el mismo asunto. "Mujer asesina a sus hijos para vengarse del marido". Detrás de la noticia siempre se nos oculta el maltrato, la incomprensión, la ignorancia, la falta de recursos, el desiquilibrio emocional o simplemente la marginalidad.
Párodos Teatro presenta en el X Sexi Firmum Iulium un montaje brillante, lleno de imágenes atrevidas y sugerentes, que en todo momento nos hacen partícipes y que nos conmueven con sus pequeños detalles que nos envuelven en el conflicto personal de la protagonista, haciéndonos ver que la historia tiene muchas caras y que no siempre las cosas son como parecen.
Un montaje, en resumen, que se nos hace breve, que parece que tendría que tener más elementos pero que nos pone los pelos de punta en las últimas escenas porque es tan creíble que nos incomoda. Como decía Aristóteles, "la tragedia no es la imitación de las personas, sino de la acción y la vida, de la felicidad y la desdicha”. La infelicidad de Medea es nuestra propia desdicha, su desgracia es la nuestra, su dolor nos corre por las venas, su desenlace no puede ser otro, su final es el que todos esperamos y no sólo porque lo conozcamos previamente, sino porque, de alguna forma, todos lo entendemos.
Medea, supuestamente, venía del mundo bárbaro y llegó al mundo de la justicia y la verdad, a Grecia. Pero, ¿quién sabe dónde está la verdadera justicia? ¿Cuál es la auténtica verdad?
Todas esas cuestiones son las que hacen que la tragedia griega siga siendo actual porque nos muestra nuestra propia realidad, tanto la que nos agrada como la que nos ofende. La que Parodos Teatro presenta nos hace infelices mientras la contemplamos y dichosos cuando comprendemos que es solo un espectáculo y que, por fin, ha concluido.