Jacinto Antón | Barcelona www.elpais.com 29/05/2009
El detective romano creado por la novelista Lindsey Davis cumple 20 años y vive su nueva aventura en Alejandría.
En su nueva aventura, Alejandría (Edhasa), la novela número XIX —los números romanos son obligados, como en las legiones—, Marco Didio Falco, el detective de la época de los césares creado por la escritora Lindsey Davis, viaja a la famosa ciudad de turismo con toda la familia, incluido su impresentable padre, lo que no le librará de tener que enfrentarse a un crimen y a un enorme cocodrilo al que, literalmente, tendrá que cabalgar en una escena que es casi un homenaje al finado Steve Irwin, el cazador de saurios australiano. En la vieja capital de Cleopatra convertida en provincia romana, Marco visita la tumba de Alejandro Magno, el maravilloso Faro y la legendaria Biblioteca, donde ha de investigar el asesinato de uno de los bibliotecarios en un ambiente deplorable (y peligroso) de celos y corrupción.
Con este libro, Davis (Birmingham, 1950), que ha recibido en Zaragoza el Premio de Honor de Novela Histórica en reconocimiento a toda su obra, celebra sus 20 años con Marco: el debut del personaje, muy querido por los lectores españoles, fue en 1989 con La plata de Britania. En la nueva novela, entretenidísima —hay una lucha en lo alto del Faro, presenciamos la disección de un cadáver en la Biblioteca y Lindsey, traviesa, no puede resistirse a organizar un incendio (sofocado) en la misma—, la escritora procura no mojarse mucho en los arduos debates arqueológicos sobre los desparecidos monumentos de la ciudad. Así, Marco no puede ver muy bien la momia de Alejandro (en el Soma), porque el cristal de la urna está sucio.
Davis, que estuvo ayer en Barcelona para presentar el libro antes de viajar a Zaragoza, se tensa cuando se le dice que ha hecho un poco de trampa —y cuando se tensa sus rasgos patricios a lo busto de Vespasiano adquieren un intimidante aire de Boadicea—. «No, en realidad la tumba estaba durante época romana en malas condiciones y me gustó poner a Marco y a su mujer Helena en esa situación de decepción que sufren muchos turistas ante las ruinas. Es difícil escribir sobre Alejandría porque todos sus grandes monumentos quedaron destruidos. La Biblioteca, el Faro, el Soma… en realidad no sabemos cómo eran y no he querido hacer descripciones demasiado fantasiosas. Me ha interesado más mostrar la vida en las calles, que no ha cambiado mucho, y la de las bibliotecas, que conozco bien porque he pasado mucho tiempo en ellas». Biblioteca, libros, fuego, copistas, asesinatos, alguna referencia a Borges (el Bestiario, incluido el catoblepas), ¿no suena un poco a El nombre de la rosa? Davis niega: «Tengo que confesar que fui incapaz de acabarla, así que dudo que haya similitud alguna». El editor español de la escritora, Daniel Fernández, no pudo dejar de apostillar (y valga la palabra): «Ni eco de Eco».
Habrá en 2010 un XX título de Marco, Nemesis, —tras la aparición en septiembre próximo de Rebels and traitors, una novela sobre la guerra civil inglesa y Cromwell—, y luego, asegura la autora, más. Pero no, como le piden algunos lectores, precuelas sobre la vida del personaje en las legiones. Dice que quiere preservar el misterio de esa dura época anterior de Marco y que no le apetece escribir novelas en las que no aparezca Helena (a la que el protagonista conoce desde la primera entrega). Tampoco le interesa narrar batallas a lo Simon Scarrow —el autor de Centurión, con el que por cierto da por cerrado el incidente causado cuando éste trató de hacerle un homenaje a Marco en una de sus novelas y a ella no le gustó: el autor le ha pedido públicamente disculpas—.
No cree Lindsey Davis que Marco, con el que dice que se lleva muy bien, se haya hecho débil y adocenado, aunque sí quizá más «suave»: «Casarte, tener hijos y un perro cambia a la gente». Se vuelve a encrespar un pelín la escritora cuando se le pregunta si Marco está listo para ser infiel: «No, no, sigue mirando y soñando con otras mujeres, pero no será infiel», asegura.
Ni morirá en Pompeya, tranquilos.