Rubén Lombarte | Tarragona www.diaridetarragona.com 26/05/2008

El acto de clausura del festival de divulgación histórica cerró con una batalla que enfrentó a romanos con cartagineses.

La furia de los Dioses romanos no consiguió boicotear la ceremonia de clausura de la décima edición del festival Tàrraco Viva. Eso sí, el combate de gladiadores previsto en la arena del Amfiteatre se tuvo que trasladar al suelo más peligroso del auditorio del Camp de Mart. Como si Tarragona hubiese viajado 2.200 años en el pasado, los gladiadores volvieron a luchar en honor al Dios Apolo. Enfundando la espada, el puñal o la lanza, los luchadores se jugaron la vida ante la atenta mirada del jurado absoluto: el público. Los descendientes de la antigua Tarraco tenían que decidir si los gladiadores vencidos debían vivir, o morir.

El campo de batalla contó con distintos tipos de gladiadores: de ‘provocadores’ -que eran quienes inauguraban siempre los juegos- a ‘executores’ y ‘tacios’. El primero de los combates se desarrolló sin sangre. Pero nada más desenfundar sus sables, la emoción comenzó a enfiebrar a una grada dominada por la plebe, pero en la que no faltaron las más altas autoridades de Tarraco. Aplausos, gritos y apoyos a ambos luchadores se oían desde las gradas más alejadas. El público cogía protagonismo hasta tal punto que, a partir del segundo de los enfrentamientos, fueron los tarraconenses los que decidieron el futuro de los gladiadores.

Guerra colectiva
Sonadas las trompetas, dos de los luchadores tomaron la arena, golpeándose con sus espadas. Los espectadores aclamaron a su gladiador favorito, únicamente silenciados por el fuerte choqué de espadas al encontrarse en el espacio. Mientras la plebe gritaba a los ‘cuatro vientos’, el gobernador y el procurador provincial de Tarraco debatían la calidad de la pelea. Tras un fuerte golpe en su escudo, uno de los gladiadores cayó agotado en el suelo. Llegó el turno de los jueces y el pueblo decidía el destino del perdedor. El pulgar de la mano derecha señaló hacia el suelo. El gladiador debía morir.

Un tercer enfrentamiento entre gladiadores -en el que el público perdonó al luchador vencido- predeció a unas de las mejores batallas que podían acoger unos juegos como los de ayer. Sobre el terreno de lucha, los romanos se tenían que ver las caras con grandes luchadores cartagineses, conocedores de las técnicas de la lucha, la guerra y la muerte. Sin embargo, lo que precedía una reñida batalla acabó siendo una auténtica goleada. Ganó Cartago.