Marta San Miguel | Santander www.eldiariomontanes.es 26/09/2011
Una cita del pensador griego Estrabón, que relaciona el origen de Cantabria con Esparta, guía el argumento de ‘Okela’, la primera novela del narrador santanderino Pedro Santamaría, escritor y abogado.
El universo narrativo de Pedro Santamaría (Santander, 1975) se remonta a las guerras médicas, en el siglo V a.C. cuando los griegos se defendían de los ejércitos persas. Lejos quedan esos episodios en la memoria histórica, y más aún de Cantabria, hasta que una cita del historiador griego Estrabón ha unido los destinos de ambas regiones: «Parte de Cantabria fue sojuzgada por los espartanos. Aquí también está Okellas, ciudad que se dice fue fundada por Okela…». Las palabras del sabio heleno son el germen de la primera novela de este licenciado en Derecho que deja la toga por la literatura para escribir ‘Okela’, la historia de un general espartano que parte con 300 soldados hacia Iberia con el objetivo de crear una nueva nación en el corazón de lo que hoy se conoce como Cantabria. El libro, que ya está en las librerías, se presenta el 5 de octubre, a las 20.00, en el Ateneo de Santander.
-La novela parte de una cita real de Estrabón… ¿Cómo dio con ella?
-Estrabón vivió durante la época en que Roma luchaba contra los cántabros y tuvo noticias, como revelan sus escritos, de la cruenta lucha que se llevó a cabo. Tuvo que ser irresistible para él, y aquí entramos en el campo de la suposición, no hacerse eco de las palabras de escritores anteriores que daban como cierto un origen griego y, para colmo, espartano. Hasta cierto punto creo no equivocarme afirmando que los cántabros fueron los espartanos de Hispania. Me resulta muy evocador el paralelismo entre los 300 de las Termópilas, luchando hasta la muerte contra el imperio más poderoso de su tiempo, y los cántabros haciendo lo mismo contra el Imperio Romano, conocedores ambos de que su fin último era la muerte, pero no la esclavitud.
-¿Ve conexión entre los espartanos y los cántabros?
-Si yo hablase en España de un pueblo indómito, amante de la guerra, sobrio, con un marcado carácter matriarcal, que celebra sus reuniones al amparo de la luna llena, aficionado a los juegos atléticos de corte militarista, amante de su libertad hasta la más absoluta de las locuras, desafiante ante la muerte (recordemos la cita del mismo geógrafo que describe a los cántabros crucificados y entonando canciones guerreras), muchos responderían: «Los cántabros, sin duda». Pero si esta misma pregunta la hiciésemos en Grecia, la respuesta sería: «Los Espartanos, cómo no».
-El libro nace de su pasión por la historia de Cantabria y la Grecia Clásica, ¿cómo surge la conexión?
-Somos un pueblo apasionante y apasionado de lo nuestro. Cantabria se mantuvo independiente ante la llegada de Suevos, Vándalos y Alanos sin perder el carácter que tenía antes de la llegada de los romanos. Resistió a los Visigodos hasta la caída de Peña Amaya, resistió a los árabes para convertirse en el embrión de Castilla, su flota tomó la inexpugnable Sevilla en el siglo XIII y las siete villas marineras llevaron el fuego y la guerra hasta el Támesis en el siglo XIV. A quienes nos gusta la historia, nos gusta saber los porqués y eso siempre te lleva a un origen. Quizá la conexión esté en el hecho de que considero Cantabria como el germen de España y a Grecia como el germen de Europa.
-Además del imprescindible legado cultural y filosófico que Grecia ha dejado a la sociedad contemporánea, ¿existe algo en concreto en Cantabria que nos lleve directamente a los helenos?
-Cantabria es, en mi opinión, heredera de lo heleno en la misma medida que lo es el resto de Europa. No pretendo con esta novela crear opinión histórica, tampoco lanzar una teoría, simplemente he querido escribir una Eneida, pero a la cántabra. Relatar, en definitiva, el mito que pudo haber llegado a oídos de Estrabón.
-Del derecho a la escritura, ha recorrido el mismo camino que otros escritores de éxito, ¿cómo es el paso de una disciplina a otra?
-No puedo recordar en qué momento comenzó a apasionarme la Historia, deduzco que es algo que, como hubiese dicho Platón, ya tenía dentro. Creo que han sido caminos paralelos. Una cosa que tienen en común ambas disciplinas es la capacidad de interpretación. Ni la Historia es una ristra de fechas, ni el derecho un listado de artículos. En ambos casos la imaginación juega un papel crucial, y depende de la habilidad que tengamos a la hora de exponer nuestros argumentos. Ni en derecho ni en Historia los argumentos son correctos o incorrectos. Todo depende de la base que se utilice para sustentarlos.
-El general Okela y su ejército recuerdan a la película ‘300’…
-Así como ‘300’ tiene un corte netamente fantástico, en el caso de ‘Okela’ he procurado ser escrupuloso con la Historia y contar las cosas tal como fueron. El número no está escogido al azar ni en la película ni en mi novela, sino que tiene significado propio en ese contexto histórico. Trescientos era el número de hombres que componía la guardia real espartana. Tanto ‘Okela’ como ‘300’ transcurren durante las guerras médicas, que enfrentaron a griegos y persas. Ambas están basadas en los relatos de Heródoto, ahí radica la única similitud, aunque esto sólo es así durante la primera parte de la novela.
-¿Se imagina su libro hecho película?
-(Se ríe) Creo que no me opondría. Eso sí, puedo ir adelantando que, sería una película cara, dada la multitud de paisajes en que transcurre, las batallas que describo y la acción casi continua.
-Cuando consiguió poner el punto final a esta novela, ¿creyó que hay que ser algo espartano para ser escritor?
-Decía Oscar Wilde, «No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo». Imagino que para escribir hace falta ser un poco espartano, pero también un poco ateniense: los pies en la tierra y la mirada en el cielo.
-¿Va a seguir adentrándose en la novela histórica?
-Creo, realmente, que no podría escribir otra cosa que no fuese novela histórica. La novela es una forma de contar historias de la Historia mezclando realidad y ficción.