Carles Gosálbez | Tarragona www.diaridetarragona.com 16/07/2010
El equipo de arqueólogos dirigidos por Andreu Muñoz, Josep Maria Macías e Imma Teixell creen haber encontrado restos de la base del templo romano de Augusto. Lo dicen con la prudencia necesaria. El estudio de los materiales hallados y de las estructuras desenterradas durará dos años.
Los arqueólogos han anunciado para el 29 de julio una rueda de prensa en la que ofrecerán datos más concluyentes, como resultado de pruebas en el subsuelo de la Catedral que hará el Col·legi d’Aparelladors la próxima semana. Las evidencias que se obtengan definirán o no las primeras conclusiones a las que ha llegado el equipo multidisciplinar que interviene en la excavación del templo.
En un espacio de la cata arqueológica abierta en la nave central de la Catedral, flanqueada por un muro de origen romano y otro del siglo XIV, entre los que se levantó uno visigótico en el siglo VI, ha aparecido una cimentación que será estudiada por los especialistas del Col·legi d’Aparelladors.
Sondeo en la base
Macías manifestó que «los técnicos harán una prueba de carga para saber la fuerza de la base de hormigón y un sondeo de diez centímetros de ancho que permitirá saber su grosor». Los arqueólogos insistieron en que «tenemos clara la hipótesis que ahora debemos investigar, pero hay que confirmar nuestra teoría».
Arranque de la escalinata
Las investigaciones realizadas apuntan a que el muro romano, de 1,80 metros de ancho, podría ser la base de la escalinata de acceso al templo. El sector excavado coincidiría también con el pórtico del templo de Augusto, donde había una colección de columnas que pudieron alcanzar los dieciocho metros de altura.
Andreu Muñoz explicó que al pisar el pavimento de la Catedral «nos encontramos en los cimientos del templo romano, en el lugar donde probablemente arrancaban las escaleras, y el edificio estaría a más de tres metros de altura» con relación al plano actual.
Hacia la mitad del siglo V o inicios del VI, en pleno período tardorromano, el templo pagano se desmontaría para utilizar los sillares en la construcción de uno visigótico, así como dependencias eclesiásticas y civiles relacionadas con nuevo poder establecido en la ciudad.
La terreno llano donde se asentó la base del templo de Augusto recuperó su aspecto inicial con su desaparición y las piedras fueron aprovechadas en la construcción de la Catedral medieval.
Veinticinco metros de alto
El templo que los tarraconenses levantaron en honor al emperador medía 35 metros de longitud, treinta de ancho y más 25 de altura. El estudio de la potencia de la cimentación romana determinará si formó parte del gran edificio de culto del siglo I, que se sospecha fue construido en el espacio que ocupa la Catedral.
La reutilización de los sillares que quedaban del templo romano en época visigótica estaría vinculada a la edificación de nuevas instalaciones asociadas al poder. «Fuentes historiográficas hablan de una actividad religiosa potente en la Tarragona del siglo VI. A inicios del siguiente aún se convocaban concilios», subrayó Muñoz.
La destinación de esta zona de Tarragona a culto religioso por espacio de veinte siglos «no quiere decir que el templo romano estuviera en uso hasta el siglo VI –cuando los visigodos llegan a la ciudad–, como sucedió con otros monumentos que siguieron en pie una vez finalizó la actividad que se hacía».