Guillermo Herrero | Segovia www.eladelantado.com 14/06/2010
La provincia de Segovia cuenta con 286 piezas epigráficas de época romana, de las que 50 se conservan en su muralla.
El estudio de las inscripciones romanas en las murallas de Segovia no es algo que haya surgido de la noche a la mañana. Ya en el siglo XIX se preocuparon de este trabajo insignes investigadores como Andrés Gómez de Somorrostro, el padre Fidel Fita o Emilio Hübner. De ellos tomaron el relevo, ya en el siglo XX, ilustres epigrafistas como Robert Knapp o Tomás Mañanes. Y, en los últimos años, han destacado en la labor de desvelar las huellas romanas en las viejas murallas arqueólogos como Juan Santos Yanguas y Ángel Luis Hoces de la Guardia.
Éste último fue el encargado, ayer, de dirigir una ruta guiada por las murallas de Segovia, en lo que era una actividad incluida en el programa ‘Domingos de Patrimonio’, diseñado con motivo del 25 aniversario de la declaración de Segovia como ‘Patrimonio de la Humanidad’
Con Hoces de la Guardia ejerciendo de profesor, cerca de una treintena de personas participaron en la visita, que recorrió una de las zonas donde se pueden contemplar mayor número de piezas epigráficas (Paseo del Salón — calle de Leopoldo Moreno — Puerta de San Andrés o del Socorro), acabando en el Museo de Segovia, donde se guarda una buena colección.
En el camino, Hoces de la Guardia explicó la historia de las murallas de Segovia, desde el primer recinto, realizado por los celtíberos en lo que hoy es el Alcázar. Más tarde, siguiendo la norma que tenían los romanos de fortificar todas sus ciudades, Segovia debió de contar con estructuras “potentes” que cumplieran tal cometido. Y, sobre finales del siglo III o mediados del siglo IV después de Cristo “es muy posible que se desmontase dicha fortificación, para ser sustituida por una muralla rotunda con bloques de piedra caliza y granito”.
Muchos siglos después, cuando Segovia fue repoblada a finales del siglo XI (1088) se procedió a una reconstrucción de la muralla, aprovechando materiales no preparados específicamente para tal obra. Y, entre estos materiales reaprovechados hay numerosas lápidas romanas, talladas desde el siglo I hasta finales del siglo III después de Cristo. La justificación de este acopio de piedra en época medieval resulta sencilla: Con los cementerios romanos ya sin uso, era fácil recolectar lápidas, y además esa operación aliviaba el trabajo de los canteros.
“Algunas de esas lápidas se pusieron con la cara inscrita hacia el exterior de la muralla, por lo que si se han conservado pueden ser todavía contempladas, mientras que otras deben tener el texto hacia el interior, con lo que resulta complicado, sin ver la inscripción, asegurar que son romanas”, explicaba Hoces de la Guardia. La mayor parte de las lápidas romanas se colocaron en las cuatro o cinco hiladas inferiores de la muralla.
La concentración de lápidas romanas es mayor en unos tramos que en otros. Los arqueólogos relacionan este hecho con la cercanía de necrópolis. “Aunque la Arqueología no lo ha confirmado, debió haber una necrópolis romana en las cercanías del puente de Sancti Spiritus, y otra en la zona de la Alameda del Parral”, defendía Hoces de la Guardia.
De acuerdo con las estadísticas de este arqueólogo, en las murallas de Segovia se conservan 50 piezas, mientras que en el Museo de Segovia hay 47.
Las murallas de Segovia fueron la excusa para que Hoces de la Guardia presentase también un panorama más amplio, de toda la provincia, sobre las piezas epigráficas. Así, según dijo, hasta el año 2005 se habían localizado 286 piezas epigráficas de época romana en todo el territorio provincial, incluyendo 107 grafitos en la Cueva de La Griega (Pedraza de la Sierra) y 28 soportes anepigráficos (sin texto conservado).
La lista no hace sino crecer. Este mismo año, Hoces de la Guardia se dispone a publicar en una revista científica, Veleia, ocho nuevas piezas, algunas de ellas sin texto conservado.
Segovia, Duratón y Coca, las tres ciudades segovianas
La actual provincia de Segovia albergó en época romana tres núcleos urbanos: Segovia, Cauca /Coca y Confluentia/Duratón. Y, precisamente, de ellos proceden la mayoría de las inscripciones descubiertas.
Entre las piezas halladas en la ciudad de Segovia, Hoces de la Guardia destaca la dedicada a G. Pompeyo Mucrón, en la que está grabado un jinete montado a caballo y al galope. La pieza quedó empotrada en las murallas de Segovia, pero cayó el pasado siglo, pasando a formar parte de los fondos del Museo de Segovia. Otra pieza singular es la aparecida en unas excavaciones realizadas hace unos años en la calle Herrería (frente al comercio ‘Salcedo’), que permitieron recuperar una placa de bronce dedicada a un flamen de Tiberio Augusto, de nombre Tito Emilio Mummio Prisco Corneliano Lépido. “Esa placa avala la teoría de que Segovia era un municipio desde mediados del siglo I después de Cristo”, señala Hoces de la Guardia.
Por lo que respecta la ciudad de Confluentia, este arqueólogo indica que la mayor concentración de piezas epigráficas proviene del paraje denominado ‘Los Mercados’, aunque también se han hallado otras en fachadas de casas del pueblo de Duratón (Sepúlveda), en la iglesia románica de Nuestra Señora de la Asunción o, incluso en la cercana necrópolis de época visigoda excavada por Antonio Molinero.
De Coca, a Hoces de la Guardia le llama la atención la “convivencia”, entre las piezas epigráficas encontradas de algunas que denotan “un alto grado de romanización” con otras “muy indígenas”.
Pero las piezas epigráficas no se restringen a esos tres enclaves. Entre las nuevas piezas que Hoces de la Guardia se dispone a publicar destacan un ‘ara de viaje’, procedente de Cantalejo; y una estela funeraria hallada en el altar de la ermita del Tormejón, en Armuña.
Después de un minucioso trabajo de catalogación las piezas epigráficas segovianas, a Hoces de la Guardia le resulta “curioso” un hecho, la forma en la que suele aparecer en la provincia la letra ‘M’ “muy abierta”, a diferencia de otras provincias, donde tiene una forma “más cuadrada”.
Sobre el futuro de la investigación, este arqueólogo propugna por ofrecer mayor atención a las ‘villae’ segovianas, al entender que pueden ser “un buen nicho” donde hallar más piezas epigráficas.