Medio centenar de personas asistió el pasado fin de semana a las dos visitas guiadas en latín que miembros de la Delegación de Málaga de la Sociedad Española de Estudios Clásicos ofrecieron de la famosa Colección Loringiana de piezas romanas
Alfonso Vázquez www.laopiniondemalaga.es 20/03/2022
Para hablar en latín emplean la pronunciación ‘restituida’, la que se considera más cercana a la pronunciación clásica, así que, por ejemplo, aspiran la hache, a diferencia del latín ‘eclesiástico’, el que emplea la Iglesia desde hace siglos.
Quien considere que el latín es una lengua muerta seguramente desecharía esta idea si la semana pasada hubiera escuchado al profesor sevillano José María Castillo, presidente de la Delegación de Málaga de la Sociedad de Estudios Clásicos (SEE), mientras agradecía, en la lengua de Cicerón, la acogida que le dio el Museo de Málaga: «Museo Malacitano gratias agere volumus».
El agradecimiento se debió a que, el pasado sábado 12, la Delegación de Málaga de la Sociedad de Estudios Clásicos (SEEC) ofreció una visita guiada en latín, de una hora de duración, a la Colección Loringiana del Museo de Málaga.
«Ha sido un éxito, hemos tenido que hacer dos turnos», explica satisfecho José María poco antes de la visita. En total, medio centenar de personas se apuntó a esta ‘inmersión’ en la antigua Roma, en su mayoría profesores de latín y alumnos de Filología Clásica.
La guía más joven de la visita es la benalmadense Alba Pozuelo, profesora de Secundaria de 26 años, que explica que cuando tenía 18 e iniciaba los estudios de Filología Clásica descubrió el ‘CAELUM’, un curso de inmersión en latín que se organiza en Madrid y que aplicaba un método novedoso de enseñanza de la lengua.
Se trata del método Ørberg, en honor del lingüista danés Hans Henning Ørberg (1920-2010), quien a mediados de los 50 y hasta 1990 fue perfeccionando un sistema para aprender latín como si fuera una lengua extranjera, alejado por tanto del método tradicional: la lenta y farragosa traducción palabra por palabra.
Esta revolución metodológica, por cierto, también se aplica en la actualidad al griego clásico.
«En segundo de carrera ya me enganché. La gramática que estudias es la misma pero veía que podía entender un texto sin necesidad de tener el diccionario todo el rato. La independencia es brutal», subraya Alba Pozuelo.
Como explica, en cuatro años consiguió no sólo leer sino también hablar latín. Buena parte del éxito residió en el grupo de trabajo y aprendizaje que creó con otros profesores de latín y filólogos clásicos, seguidores del método Ørberg y que se llama ‘Mane Latinum Malacitanum’ (Mañana latina malagueña).
Se trata de una reunión periódica para trabajar los textos y charlar en latín, que comenzó en una cafetería de la plaza de la Merced pero que cambió de formato en 2020: «En pandemia tuvimos que reunirnos de forma telemática y a las reuniones se conectaba gente de Toledo, Bilbao, Salamanca… hasta de Colombia», cuenta la sevillana Gema Navarro, una de las fundadoras de ‘Mane Latinum Malacitanum.’
Esta profesora de Latín en un instituto de Estepa cuenta que la Universidad de Cádiz es pionera en la implantación «de este tipo de métodos», mientras que en la Universidad de Málaga hay profesores como el catedrático Cristóbal Macías, de la junta directiva de SEEC en Málaga, que también lo fomentan.
Por su experiencia con alumnos adolescentes, Gema Navarro cree que «el método gramatical no funciona, y sin embargo con el otro sí, aunque tienen que hacer un esfuerzo y estudiar».
Visita al Museo de Málaga
El presidente de la SEEC Málaga pide a todos los asistentes que escuchen atentos («Omnes attento animo audiamus») porque será la propia Gema Navarro quien comenzará la visita con la descripción de una figura femenina que da la bienvenida al Museo de Málaga, localizada durante las obras del palacio de la Aduana, en 1789: «Hic habemus pulchrum simulacrum» (Aquí tenemos una hermosa efigie), comenta.
Impresiona escuchar de viva voz una lengua que, en teoría, había quedado relegada a la liturgia preconciliar y en Málaga, al himno de los Estudiantes, el ‘Gaudeamus igitur’ (Alegrémonos, pues) que, por cierto, al poco rato resonará por los pasillos del museo, pues una banda de música ofrece un concierto de Cuaresma en el patio de la Aduana.
Gema Navarro se encarga también de hablar del edificio que acoge el Museo, la antigua Aduana, que en su día estuvo asomada al mar y de la (agitada) trayectoria del Museo de Málaga.
Cogió el testigo Ana Gámez, que habló de la familia Loring Heredia y la creación de la finca de La Concepción. Por cierto que también animó a los visitantes a acercarse («venite») para averiguar por qué una estatua masculina de la cabeza a los pies era en realidad un fauno: sólo si se contempla la espalda se aprecia un pequeño y mitológico apéndice.
También Alba Pozuelo habló de la colección loringiana y de una estatua femenina, en realidad un torso sin cabeza atribuido a la diosa Venus.
De las inscripciones latinas, todo un mundo registrado en piedra de la vida pública y privada, se encargó Gema Navarro; entre ellas, las de un altar funerario del siglo II, localizado en Córdoba, en el que una madre recuerda a su querido hijo Aurelio Cereliniano, fallecido a los 19 años y al que le dedica la clásica y hermosa fórmula de despedida romana: «Que la tierra te sea leve».
Finalizó la visita José María Castillo ante el imponente torso de un emperador con coraza, también del siglo II y de Montoro (Córdoba), decorada con Victorias y los dioses Oceanus y Tellus.
Entre las asistentas a este paseo en latín, Claudia de 18 años, estudiante de primero de Filología Clásica, que contó que en clase habían «traducido mucho pero hablar, no» y que había entendido «cosas sueltas». Lo mismo señaló Mónica, de 20 años, también de primero de Filología Clásica quien remarcó que es una entusiasta del mundo clásico desde niña. La visita les dejó huella y quién sabe si en unos años no se animarán también a hablar latín para que siga siendo una lengua viva.
Ya lo aconsejaba Horacio y, siglos más tarde, Kant: ‘Sapere aude’. Atrévete a saber.
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