José Luis Pérez | Santander www.eldiariomontanes.es 29/01/2006
El autor, Juan Andrés Álvarez, es profesor de Secundaria e investigador. El estudio se centra en los fondos del Museo Regional y del MAN.
A lo largo de la historia, cientos de yacimientos arqueológicos de época romana se han descubierto gracias al hallazgo casual de pequeños indicios. Cuando un arqueólogo localiza fragmentos de cerámica en un determinado lugar cuenta con una primera pista para poder formular la hipótesis de que allí hubo una presencia humana; pero si se trata de la inconfundible cerámica romana conocida con el nombre de ‘terra sigillata’ puede afinar cronológicamente mucho más su diagnóstico. Sin duda, la ‘terra sigillata’ es un fósil director cuya presencia es una referencia obligada en cualquier yacimiento arqueológico datable entre el siglo I y el IV, al tiempo que es fácil de distinguir por su aspecto exterior, de color anaranjado o rojizo y con un brillo singular.
En Cantabria, donde la romanización a partir de las Guerras Cántabras no caló lo mismo que en otras regiones de España o del Mediterráneo, la presencia de esta cerámica se circunscribe a las piezas exhumadas en las excavaciones arqueológicas realizadas en los grandes yacimientos de esta época: Julióbriga, Flavióbriga, Camesa, Santa María de Hito, Santoña, Santander, Suances… No obstante, su estudio ha sido para los investigadores una fuente de información fundamental para analizar movimientos comerciales y formas de vida, así como para fechar determinados contextos estratigráficos.
La falta de un estudio de conjunto se solventa ahora parcialmente con la investigación de Juan Andrés Álvarez Santos, editada en 2005 por el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cantabria, titulada ‘La terra sigillata en Cantabria. Fondos del Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria y del Museo Arqueológico Nacional (MAN)’. Se trata de un trabajo de investigación presentado en el Departamento de Ciencias Históricas bajo la dirección del profesor titular de Arqueología Miguel Cisneros.
Fragmentos
A lo largo de trescientas páginas Álvarez Santos profundiza en el estudio de materiales arqueológicos procedentes de excavaciones antiguas (efectuadas con menor rigor científico que el que se emplea en la actualidad) y anteriormente apenas estudiados, que fueron depositados en los citados centros museísticos. Para solventar estas dificultades, el autor, que trabajó con 4.812 fragmentos de los cuales ha incluído en su estudio más de 3.300 (la mayor parte de las excavaciones de Julióbriga realizadas antes de 1980, cuando la UC inició allí las investigaciones), ha recurrido a bibliografía, estudios comparativos y referencias de las excavaciones realizadas en estos yacimientos recientemente.
Así, Juan Andrés Álvarez estudia la ‘terra sigillata’ itálica -escasa y sinónimo de una temprana romanización-; la ‘terra sigillata’ sudgálica procedente de los alfares franceses de La Graufesenque y Montans -prueba de un comercio interior o costero durante el siglo I d. de C.-; la ‘terra sigillata’ hispánica, procedente de los alfares riojanos, que se implanta imitando los modelos galos a partir de mediados de la primera centuria; los sellos de alfareo; los grafitos; las diferentes formas de cada taller, tanto lisas como decoradas…
Láminas
La obra se completa con una serie de láminas, como es preceptivo en este tipo de estudios, que permiten contemplar el gusto de los romanos en la realización de sus cerámica de mesa -de lujo- que llevaron allí donde fueron.