Carlos M. Aguirre | Azuqueca de Henares (Guadalajara) 07/03/2011
En España el Griego Clásico suele enseñarse con una pronunciación conocida como erasmiana que pretende reconstruir la del dialecto ateniense en el siglo V a.C. Esta pronunciación difiere bastante de la pronunciación histórica, es decir, aquella que emplean los propios griegos en la actualidad y que es más o menos la misma con que se viene hablando el griego en los últimos dos mil cuatrocientos años.
La pronunciación reconstruida fue propuesta por el gran humanista holandés Erasmo de Rotterdam, quien fue el primero en intuir que los sonidos del griego clásico debían haber sido distintos de los que él aprendió de los eruditos bizantinos -es probable, sin embargo, que el mismo Erasmo nunca emplease su reconstrucción, igual que el resto de sabios renacentistas, que leían y hablaban el griego antiguo con la pronunciación histórica.-
Lo cierto es que Erasmo se equivocó en varios puntos de su reconstrucción, tal y como demuestra la fónetica histórica actual. En los mejores estudios dedicados a esta cuestión (por ejemplo, Vox Graeca de W. S. Allen) se llega a la conclusión de que cualquier reconstrucción de la fonética del griego clásico resulta altamente hipotética e incierta.
Todo esto es, sin embargo, ignorado por la mayor parte de los filólogos clásicos, que simplemente se limitan a leer el griego antiguo con la errónea pronunciación erasmiana, acomodándola, además, a las pronunciaciones nacionales -por lo que un francés, un alemán o un español que leyesen el mismo texto con la supuesta «pronunciación reconstruida», apenas serían capaces de entenderse mutuamente-. Y lo que es peor: aplican esa reconstrucción -que de ser cierta sería sólo correcta para el dialecto ático del siglo V a.C.- al conjunto del «griego antiguo»: ¡desde Homero hasta el Nuevo Testamento! Y esto último sí que es una barbaridad, pues si de algo estamos seguros es de que en la época en que se escribieron los Santos Evangelios la fonética griega ya se parecía muchísimo más a la del griego actual que a la del griego de Sócrates.
Por todo ello en nuestro Seminario, al igual que en toda Grecia y en algunos Institutos y Universidades de España, aprendemos y enseñamos el griego antiguo con la PRONUNCIACIÓN HISTÓRICA GRIEGA. Es decir, leemos y pronunciamos el griego clásico exactamente igual que como se lee y pronuncia el griego moderno, y creemos que con ello no solo estamos mucho más cerca de la verdad que quienes emplean una pronunciación con numerosos errores históricos demostrados -la erasmiana-, sino que hacemos un enorme regalo a nuestros alumnos, pues al aprender así griego clásico les estamos enseñando miles de palabras del griego moderno que se siguen escribiendo exactamente igual y que, al aprender con la pronunciación histórica, ahora ellos las están aprendiendo también en su forma moderna.
En resumen, estas son las ventajas de aprender el griego antiguo con la pronunciación histórica:
1) Es como se estudia el griego clásico en Grecia. Es una pronunciación viva y que permitirá a los alumnos de griego clásico acercarse al griego moderno de forma mucho más sencilla y razonable. Incluso si los alumnos no continúan estudiando griego moderno, siempre tendrán la ocasión de poder compartir todo lo aprendido con millones de griegos que estarán encantados y maravillados de oírles usar la lengua de sus antepasados con su pronunciación histórica y no con una reconstruida que ellos, con razón, consideran «extranjera».
2) Se evita utilizar una pronunciación mal reconstruida como es la erasmiana. La fonética histórica ha demostrado que ει, οι, αι no se pronunciaban /ei/ /oi/ /ai/ en época clásica -respecto a cómo se pronunciaban realmente, parece que no se ponen muy de acuerdo-. Por otra parte, se sabe perfectamente que la iota suscrita sí se pronunciaba en la Atenas de Pericles -cosa que, sin embargo, los erasmianos no hacen-. Además es falso que la pronunciación erasmiana reproduzca el verdadero sonido del griego clásico, pues quienes la emplean ni siquiera hacen el esfuerzo de pronunciar el acento tonal o las cantidades vocálicas. En realidad cuando leemos con la pronunciación erasmiana estamos usando una pronunciación equivocada, extranjera y extraña y que los mismos griegos no usan ni hoy ni usaron nunca.
3) Al ser una pronunciación viva se da al alumno un referente claro de cómo se pronuncia cada sonido, con lo que se evita la actual confusión de pronunciaciones adaptadas a las diversas fonéticas extranjeras. Cualquiera que haya estado en un congreso internacional de helenistas habrá comprobado lo difícil que resulta entender el griego clásico pronunciado a la erasmiana pero con características alemanas, francesas, inglesas, etc…
4) Se evita el error evidente de aplicar esa misma pronunciación mal reconstruida a textos de distintos dialectos y épocas. Incluso en el caso de que la reconstrucción fuera correcta, esta solo sería válida para los textos del dialecto ateniense del siglo V a.C., no para los escritos en otros dialectos históricos o en κοινή.
5) La pronunciación histórica, al ser la evolución natural del griego antiguo, es mucho más apropiada para la lectura fluida y la enseñanza activa de la lengua que la engorrosa y sobrecargada de falsos disptongos reconstrucción erasmiana. Es un prejuicio equivocado pensar que las coindicencias de algunas palabras en el sonido (principalmente se habla de los artículos ἡ, οἱ y los pronombres ὑμεῖς, ἡμεῖς) dificultan enormemente el aprendizaje de quienes aprenden griego antiguo con la pronunciación histórica. Esas coincidencias se producen en todas las lenguas -pensemos en los alumnos extranjeros que al aprender español se encontran con fue (ir) y fue (estar), sin que ello les suponga el más mínimo problema). En el caso del griego antiguo la experiencia nos ha demostrado que tales coincidencias no suponen ninguna dificultad para el aprendizaje o la comprensión de los textos.
6) Un alumno que aprenda griego con la pronunciación histórica no tiene casi ninguna dificultad en entender las palabras pronunciadas a la «erasmiana» -aunque le suenan raras- mientras que, a la inversa, es imposible entender un texto leído con la pronunciación moderna por alguien que solo conozca la erronea reconstrucción de Erasmo.
7) Y por último y más importante: al enseñar griego clásico con pronunciaciones reconstruidas estamos, sin darnos cuenta, despreciando la unidad cultural y espiritual del pueblo helénico. Es incomprensible que para la Filología Clásica el amor al helenismo parezca acabar en el siglo IV a.C. Cuando usamos la pronunciación histórica estamos enseñando a nuestros alumnos a amar a Grecia desde el primer verso de la Ilíada hasta el último de Οδυσσέας Ελύτης, desde la primera piedra blanca de la Ἀκρόπολις hasta el último mosaico arruinado de Ἁγία Σοφία, desde el primer rayo de sol sobre los olivos chipriotas hasta el último grano de arena en las playas de Homero…
Carlos M. Aguirre.
IES Profesor Domínguez Ortiz.
Azuqueca de Henares (Guadalajara)