Sara Sans / Tarragona www.lavanguardia.es 15/11/2005
Golpe al patrimonio arqueológico.
Salí de la caseta para coger agua de la fuente, oí un ruido y, al girarme, vi cómo caían las piedras, quedaron a medio metro de mis pies", explicó ayer el jardinero Joan Duran, minutos después del desprendimiento de un tramo de 20 metros de ancho por cinco de alto de la muralla romana de Tarragona. Las intensas lluvias de los últimos días provocaron, poco antes de las once de la mañana, un boquete considerable en la parte interior de la muralla, que es patrimonio de la humanidad. El paseo Arqueològic permanecerá cerrado como mínimo diez días mientras se apuntala y asegura el monumento. Luego, comenzará su reconstrucción.
Decenas de sillares de grandes dimensiones cayeron en el patio conocido como el Jardí de l´Arquebisbe, que está cerrado al público. "Gracias a Dios no hemos tenido que lamentar ningún herido", dijo ayer el arzobispo, Jaume Pujol, quien aseguró que no habían detectado antes ninguna deficiencia estructural. "El desprendimiento ha sido consecuencia de las lluvias", dijo. La muralla original consta de dos muros, uno exterior y otro interior, que los romanos rellenaron con tierra.
Según apuntaron ayer los arqueólogos, el relleno de tierra no pudo absorber la gran cantidad de agua caída durante los dos últimos días en Tarragona, que ha superado los cien litros por metro cuadrado. "La muralla cedió por el lugar más vulnerable", explicó uno de los especialistas. Afortunadamente esa parte fue la interior y no la que da al paseo Arqueològic construido con megalitos en época romana. El muro que cedió está a unos diez metros de la Torre de l´Arquebisbe y en el otro extremo del jardín, de unos cien metros de longitud, se sitúa el Fortí Negre. El tramo que se desprendió es de factura más moderna, seguramente medieval, según los arqueólogos del Museu d´Història de Tarragona, quienes añadieron que durante los años treinta también se registraron desprendimientos en otros puntos de la muralla.
"La prioridad es ahora garantizar la seguridad de la muralla", dijo ayer la concejal de Patrimoni, Maria Mercè Martorell (PP). Los bomberos establecieron un perímetro de seguridad y acordonaron parte del jardín ante un posible nuevo desprendimiento. Horas después, los técnicos comenzaron ya el apuntalamiento de la muralla, tanto del tramo exterior como del muro interior más próximo a la zona desprendida. "El siguiente paso será retirar la tierra y luego volveremos a reconstruir la muralla", explicó Martorell. En todo caso, el paseo Arqueològic, un recorrido turístico que resigue la muralla por su parte exterior, permanece desde ayer cerrado. "No se abrirá hasta que la seguridad de la muralla esté totalmente garantizada; no tenemos prisa", insistió Martorell, quien señaló que este proceso se prolongará entre diez días y dos semanas.
En la reconstrucción del tramo que cedió se utilizarán los mismos sillares. "Volveremos a reponer las piedras originales tal como estaban", avanzó Martorell. La concejal, que pudo comprobar desde lo alto de la muralla que quedó en pie el estado del monumento, dijo que la restauración de esta parte dañada se incluirá en el proyecto de consolidación del paseo Arqueològic. Por su parte, el arzobispo de Tarragona, cuyo despacho tiene vistas al jardín, explicó que una vez restaurado, podría plantearse la apertura al público del patio, "para que la gente pueda admirar el monumento".
El alcalde de Tarragona, Joan Miquel Nadal (CiU), restó importancia al hundimiento: "Tanto me da, ojalá hubiera caído toda la muralla y hubieramos salvado a la gente que ha muerto en los últimos días", dijo refiriéndose a los cinco fallecidos por la explosión de gas del jueves