Julio Martín Alarcón www.elmundo.es 31/12/2014
El historiador británico Adrian Goldsworthy (1969) autor de Augusto, de revolucionario a emperador -La Esfera de los Libros, 2014- no quiere que la Historia sea aburrida, defiende con vehemencia lo contrario, cuando afirma que es interesante, porque narra las vidas de personas extraordinarias, y reivindica una forma tradicional de narrar los acontecimientos a través de esos relatos humanos vivos, que reflejan personas de otras culturas y épocas, que en esencia son iguales a nosotros. Pero no es un ejercicio de ficción narrativa. Goldsworthy debate sobre el problema de las fuentes en el mundo antiguo y asevera la necesidad de ser honestos: explicar qué es lo que se sabe y por qué medios y qué es lo que se presupone o se interpreta en función de otras pruebas. Es una delicia conversar con uno de los historiadores con mejor pulso narrativo, comprometido además con la divulgación de la Historia.
¿Cómo es la tarea de documentar un personaje de la antigüedad? Aunque existen historiadores antiguos, no eran contemporáneos del emperador…
Es difícil abordar la figura de Augusto o cualquier otro personaje de la antigüedad porque hay muchas cosas del mundo antiguo que desconocemos, aunque en ocasiones se disponga de fuentes contemporáneas al personaje como en este caso las cartas de Cicerón al joven Augusto, escritas apenas unas horas o días después de un encuentro entre ambos. Pero Cicerón es asesinado en el 43 a. C. por orden de Marco Antonio y el joven Augusto así que tenemos algunos extractos de las cartas enviadas por Augusto y algunas otras piezas de la correspondencia privada, pero la mayor parte está escrito mucho después, como la obra de Suetonio al final del siglo I, que tuvo acceso a documentos anteriores, pero que no deja de ser en un periodo muy posterior. Apiano y Plutarco, el historiador y biógrafo griego, también escribieron en esa época. Por su parte Dión Casio, que brinda la más completa narración de los hechos, era romano y senador, de educación griega, pero escribe alrededor de 200 años después, por lo que es difícil saber cómo de fieles son todas estas crónicas. Incluso, aunque creyésemos que lo son, aún nos encontraríamos con lagunas. En definitiva, existen problemas, pero también se dispone de información adicional como la que se encuentra en las figuras de nobles de la época, que se han preservado en inscripciones; una valiosa evidencia. Al final hay que sopesar ambas para identificar las versiones más probables.
¿Es Augusto una figura de referencia del modelo de dictador? ¿Cómo se ha tratado en la historiografía?
Es claramente un contexto distinto y hay un contraste, como ocurrió también con la obra de Ronald Syme, La revolución romana, cuya influencia desde su publicación en 1939 ha sido enorme. Entonces, el relato del ascenso de Augusto coincidió con el de Mussolini y Hitler y el fascismo en Europa, de forma que funcionó como acicate para estos fuertes líderes que dominaron la sociedad y la propaganda de su tiempo, aclamando la gloria de una nueva época. Es un poco injusto con la figura de Augusto, porque no era como ellos en mucho aspectos, de hecho, tuvo éxito mientras que Hitler o Mussolini fracasaron. Nadie se puede liberar absolutamente del sustrato de la época en la que vive, la mejor manera es afrontarlo con honestidad y mostrar cuál es la evidencia y tomar ese camino, pero respecto a la pregunta si la historia está dictada por ideas o conceptos modernos, supongo que, como vivimos en democracias, tratamos de respondernos cómo de bien está resultando, los problemas que tienen, la falta de confianza en nuestros líderes, así que miras atrás y ves en Roma una lejanísima democracia occidental y cómo puede morir.
Es el caso, probablemente, del siglo XIX…¿Esto ocurre ahora?
Tratas de no reflejar los condicionantes de tu época hasta donde te es posible, pero es evidente ahora, por ejemplo, que el historiador Theodor Mommsen -Historia de Roma (1854-56) estaba muy influido por la unificación de Alemania en su época y otras ideas del momento, pero no sé si hay unas fronteras claras en nuestros días que encajen en un contexto como el del XIX. De haberlas, sería probablemente la idea del declive de las potencias occidentales frente a países emergentes de otras partes del mundo, que van a jugar un papel dominante en el futuro. En ese sentido, quizás la lección de Roma sea la de mirar atrás en busca de una gloria pasada. En cualquier caso, será más fácil para alguien dentro de 30 años decir "sí, Goldsworthy estaba obsesionado con esto, que es lo que pensaba todo el mundo en ese momento", pero nosotros nunca llegamos a percibirlo.
¿En qué se diferencia Augusto de otros hombres poderosos?
Augusto no es especial en el aspecto de ser uno de esos hombres ambiciosos, pero sí en cuanto a su éxito, que no ha sido igualado: fue el que consiguió ser el único gobernante del mayor imperio jamás conocido, que además estaba en expansión. Una gran parte del éxito del imperio romano es el del propio Augusto, algo muy relevante en la historia posterior, porque el Imperio Romano tuvo un impacto capital en la cultura occidental, que se debe a la forma en la que definió Augusto el Imperio. No hay ningún otro dictador cuyo legado haya durado tanto tiempo. Eso es lo que diferencia, pero claro, en cuanto a la ambición por el poder supremo, ha habido muchos otros. La democracia, o más bien el sistema de la República de Roma, estaba ya prácticamente liquidada cuando Augusto nació. De hecho, 25 años antes, Sula había marchado con sus legiones sobre Roma. La política ya había tomado el camino de la violencia. Una vez que se cruza esa línea es muy difícil para cualquier sociedad volver atrás. En ese contexto, al menos él trajo la paz y no hubo ningún otro líder guerrero que lo cuestionara. No sufrió ninguna amenaza seria después de la muerte de Marco Antonio. Tuvo la suerte y la oportunidad en su momento necesarias que le permitieron alcanzar sus metas. Otros líderes las han tenido, pero para el estándar de dictador, el suyo fue uno de los mejores, porque aunque llegó de una forma salvaje, lo usó para el bien común, según su propio concepto.
Es la importancia de llamarse César…
Es importante porque el mismo enfatiza el término de Princeps, su nombre es Imperator, nosotros deducimos de ahí el título de Emperador, pero no significa lo mismo para los antiguos romanos. El prefiere usar el concepto de Primer Tribuno que el de Cónsul para marcar su reinado, que es un término más amable. Las palabras son importantes. Nadie en ese momento podía dudar de la verdadera magnitud de su poder y de la seguridad de que nadie se lo podía arrebatar a menos que él quisiera. Controlaba al ejército, pero era sólo el envoltorio, porque no quería pasar por un tirano, sino por un servidor del estado. Creo que era la forma que él creía que era la correcta. Es una combinación de su personalidad y el dominio de su conducta: tenía tacto para agradar a la gente y prestaba respeto al senado y otras clases romanas, especialmente, a la vieja aristocracia, pero no tenía por qué. Lo hacía porque, como hábil político, era consciente de que era la mejor forma, y también porque realmente pensaba que era lo correcto y lo que trasladaba la imagen de un estado que funciona como es debido. Sí, las palabras son muy importantes, son poder.
¿Qué imagen se ha popularizado en novelas, series, películas y cuáles son sus errores?
Augusto no ha sido muy retratado en la ficción en profundidad. Respecto al joven Augusto y su ascenso al poder, las guerras civiles con Bruto, Casio, Marco Antonio etc aparecen en la obra de Shakespeare, en la Cleopatra de Richard Burton y Liz Taylor, la serie de HBO Roma, y se muestra siempre como ese joven calculador, violento pero comedido, disciplinado…el problema está en que en que siempre se le contrapone a Marco Antonio, que por contraste es el hombre pasional, de acción, no el cerebro, mientras que Augusto es el débil, probablemente cobarde, un poco cruel. No es muy justo, porque si acudes a las fuentes se muestra claramente como un apasionado. No hay más que fijarse en su matrimonio con Livia. La obliga a divorciarse de su marido cuando está embarazada por segunda vez, la toma por esposa en cuestión de días tras dar a luz y aparta al ex marido. No corresponde con ese arquetipo de frío calculador: no hay ninguna buena razón o artimaña política en ese comportamiento. Es lo propio de alguien que se encarna en un Apolo, una conducta muy emocional, lejos de lo comedido. Es lo que se puede esperar de un adolescente veinteañero que se convierte de la noche a la mañana en un señor de la guerra, no una actitud disciplinada. Se hace más sobrio con los años, así que el contraste con Marco Antonio, no encaja. En cambio, una buena parte de su vida nunca ha sido tratada en la ficción. En la obra de Robert Graves Yo, Claudio, se muestra al anciano empequeñecido por la ambiciosa y manipuladora Livia, pero nunca en su mejor momento, el del hombre que crea un imperio de la nada. Es raro, porque parece como si fuera "demasiado éxito", sin un componente dramático que atraiga a los guionistas o novelistas, lo que es una pena, porque es una historia muy interesante: cómo levanta el sistema que duraría siglos.
Su mujer, Livia, surge como un gigante en la sombra en muchos de los relatos sobre el emperador ¿Fue realmente tan esencial en la vida de Augusto?
Livia era realmente inteligente muy capaz y sabemos por algunos de las cartas que se conservan que Augusto le pedía consejo en muchos asuntos. La mayor parte de la mala prensa proviene del reinado de su hijo, Tiberio, que heredó el poder de su padre adoptivo, Augusto. Cuando comenzó a ser cada vez menos querido, la gente culpó a Livia de haber impuesto a su hijo en el poder, al que no debía haber accedido nunca, ya que Augusto tenía en mente a otro. Todas las historias sobre los asesinatos, los complots…no hay evidencia de la época sobre nada de eso y, de hecho, es muy poco probable, pero lo interesante de Livia es que, si piensas en Julio César, que se casó tres veces, o Pompeyo que lo hizo cuatro…el divorcio era muy fácil y común en la Antigua Roma. Augusto quería claramente un hijo, fruto de lo cual adoptó a muchos de ellos. Pero el hijo que engendró con Livia nació muerto y ella no se volvería a quedar embarazada: es muy extraño que no se divorciara de ella, que siguieran casados por más de 40 años. Livia era de familia aristocrática, era guapa y era lista, pero había otras muchas como ellla, pudo divorciarse pero no lo hizo. Irónicamente el gran romance de este periodo no habría sido el de Marco Antonio y Cleopatra, sino el de Augusto y Livia. Un matrimonio que perduró y les mantuvo unidos. Ella fue muy importante para él, pero al mismo tiempo, tuvo un extraordinario tacto, siempre en la sombra, lo que permitió a Suetonio y mucho más tarde, a Graves, elaborar el relato del poder detrás del trono.
¿Cuál será su próximo trabajo?
Lo siguiente que quiero hacer se aparta de la biografía, será algo más temático, con el título de Pax Romana y cuyo punto de partida es cómo de pacífico fue el imperio roano, ya que se considera uno de los grande éxitos del Imperio. Cuánto hay de verdad en ello y cómo cambió la vida en otros lugares cuando llegaron los romanos. Del periodo de conquista, que fue muy brutal, al de comercio: como se alteró la forma de vida, la adaptación de la población a los nuevos cambios y a partir de ahí, investigar más allá de esos límites, tratando de responder cómo vivían, en cambio, los que estaban fuera de Roma. Hasta qué punto penetraron las ideas y el modelo social y económico de Roma fuera de sus fronteras cambiando las del resto, teniendo en cuenta su norme, dimensión y prosperidad. Sobre esto, habría que compararlo cómo era respecto a los incios, cuando se abandonó la República y cómo se desarrollo en esos dos siglos.
FUENTE: http://www.elmundo.es/la-aventura-de-la-historia/2014/12/31/546e26deca47418b5e8b457c.html
ENLACES: Augusto. De revolucionario a emperador http://www.esferalibros.com/libro/augusto/