Alec Forssmann www.nationalgeographic.com Febrero 2015
El Museo Ashmolean de Oxford expone 26 reconstrucciones a todo color de estatuas reconocidas del mundo clásico griego.
El inexorable paso del tiempo borra o apaga los colores creados por el ser humano: en las paredes de las cuevas, en las estatuas o en los monumentos. Las salas de los grandes museos están llenas de estatuas marmóreas que evidencian la destreza de los escultóricos clásicos. Pero muchas de estas obras maestras no lucieron en su día con el brillo del mármol sino con una policromía exuberante que ha desaparecido casi sin dejar rastro.
Los edificios de mármol blanco, las estatuas y otros artefactos estaban ampliamente pintados con colores alegres, explican Bert Smith y Milena Melfi a Historia National Geographic. Ambos comisionan la exposición Dioses en color: escultura pintada en la Antigüedad, hasta el 14 de junio de 2015 en el Museo Ashmolean de Oxford, en Inglaterra. En total se exhiben 26 reconstrucciones a todo color de estatuas reconocidas del período arcaico y clásico de Grecia, procedentes de lugares como Atenas, Ática y la isla de Egina. Entre ellas, las esculturas del frontón del templo de Afaya, uno de los Bronces de Riace y partes del Sarcófago de Alejandro hallado en Sidón. El objetivo de la exposición consiste en mostrar que las estatuas griegas y romanas tenían colores brillantes que pueden ser visualizados a través de reconstrucciones polícromas, afirman los comisarios. Las figuras también exhiben réplicas de sus adornos originales como sus atributos metálicos u ojos realizados con incrustaciones de vidrio y piedra.
Moldes pintados a mano
Las investigaciones arqueológicas modernas, que utilizan instrumentos científicos avanzados, están revolucionando la noción que tenemos del mundo clásico. Los colores originales y las pautas en la vestimenta de las figuras permanecen en muchos rastros de las esculturas y son detectables mediante el análisis de los pigmentos, la microscopía, las imágenes multiespectrales y la fotografía digital, observan Smith y Melfi. Las reconstrucciones presentes en la muestra son moldes pintados a mano por la arqueóloga alemana Ulrike Koch-Brinkmann con la ayuda de Sylvia Kellner y Kristine Siebert. Koch-Brinkmann también se ha encargado de las investigaciones, junto con Vinzenz Brinkmann. Los arqueólogos han buscado la máxima fidelidad posible con el original y ante la duda han evitado la interpretación libre dejando incoloras aquellas partes para las cuales no han obtenido la información adecuada, en palabras de los comisarios. Algunas de estas reconstrucciones ya han viajado a diferentes museos internacionales, entre ellos el Museo Arqueológico Regional de Madrid en 2010.