EFE 15/11/2008
¿Puede un popular y modesto bolígrafo «bic» captar la esencia de los mitos clásicos griegos, latinos y nórdicos?. La respuesta es «sí» para Abraham Lacalle, que ha ilustrado la «Mitología» de Edith Hamilton.
Nada más clásico en la escritura que la tinta azul de un «bic», en opinión de Lacalle, un pintor que nació en Almería (España) en 1962 y cuya obra ya está presente en el museo de arte moderno y contemporáneo Reina Sofía, en Madrid, y en la Fundación La Caixa.
Y nada más clásico también que la obra escrita por Hamilton (de nacionalidad estadounidense pero nacida en Dresde, Alemania, en 1868) hace más de siete décadas y que sigue siendo un referente como compendio de todo el saber mitológico, según la editorial Turner, que acaba de reeditarla.
Quizá con esa idea en el subconsciente, pero más bien por su costumbre de plasmar en imágenes y con un «bic» las ideas que le sugieren sus lecturas, Lacalle optó, según dijo a Efe, por esa técnica pictórica para afrontar el encargo de Turner.
«Tome el libro, lo empecé a leer con una libreta al lado y un boli ‘bic’, con el que iba apuntando las imágenes que me surgían. Al final tenía una serie de dibujos hechos con bolígrafo…. y me pareció perfecto, me pareció que era la justificación del proyecto», explicó en una conversación telefónica desde su taller en Sevilla.
Lacalle, considerado como uno de los pintores españoles más destacados de su generación, decidió entonces que las veintidós ilustraciones que iba a hacer para «Mitología» tendrían como base esos trazos garabateados en azul. «El propio color, el bolígrafo ‘bic’ tiene mucha relación con la escritura, con la literatura, con esa cosa de anotar, que era un poco la forma de abordar la ilustración», continuó Lacalle.
La ilustración de «Mitología», insistió el artista, la abordó conforme le fueron surgiendo las imágenes con la lectura. Y «siempre con tinta azul, ya que conceptualmente cerraba muy bien el porqué de hacer una ilustración». «Que la técnica utilizada haga referencia a la propia escritura me parece bastante adecuado», reflexionó el pintor almeriense al concluir la explicación de cómo había sido el proceso de creación.
Esos veintidós dibujos, diluidos después con alcohol y agua para generar aguas y medios tonos, con los que Lacalle trató de plasmar mitos como el rapto de Europa, la caja de Pandora, la desaparición de Perséfone o la búsqueda del Vellocino de Oro, están también a la venta en una serie limitada (sólo cincuenta) de grabados.
Para este encargo -el primero de estas dimensiones que asumía Lacalle- contó con «libertad absoluta», con carta blanca por parte de Turner Ediciones, que con «Mitología» llega a su título número cincuenta de su colección Noema. «La mitología se presta a reproducir una escena, una imagen alegórica», según Lacalle, quien quiso «romper con eso, aunque -reconoció- es difícil porque puede dar lugar a un dibujo críptico, que no se entiende».
No en todas, pero sí en algunas historias, como la del rapto de Europa, Lacalle aplicó esa voluntad de ruptura. «Cogía elementos que aparecen en el relato y los hacía confluir en el dibujo de tal manera que reproducen otra vez el relato, no como una escena sino como algo más global», contó.
Su objetivo final era «darle un enfoque diferente, un enfoque menos narrativo». Este encargo era para Lacalle, cuyo trabajo «tiene poco que ver con la mitología, con esa cosa alegórica, narrativa», era un reto y, por eso, lo aceptó. «La mitología era un tema que yo no había utilizado nunca para pintar, era un lugar común que nunca me había llamado la atención. Sin embargo, eso me atrajo. Te ponen un marco, te ponen un límite y a ver cómo lo resuelves». Y Lacalle lo resolvió con su boli «bic» de toda la vida.