Miguel Ángel García Vega http://blogs.elpais.com/con-arte-y-sonante 17/09/2013
Es la barbarie que no cesa. La guerra no solo trae dolor a las personas sino también a su patrimonio y a su cultura. Cirene es uno de los sitios arqueológicos más bellos de Libia. Los expertos describen este enclave como “una de las principales ciudades del mundo Helénico”, y su necrópolis figura entre las mayores y más importantes del planeta. Un lugar único, que además está declarado Patrimonio de la Humanidad. De poco parece haberle servido. Al menos 200 criptas, junto con parte del viaducto (que los arqueólogos datan 200 años después de Cristo), han sido destruidas hace escasos días por las excavadoras. Los responsables de este desastre son agricultores locales que han devastado las ruinas para vender esos terrenos —ya «despejados» y distribuidos en parcelas de 500 metros cuadrados— a promotores inmobiliarios. El destrozo ha sido enorme. “Han arrojado piezas antiguas a un río cercano como si fueran basura”, advierte a France 24 Ahmed Hussein, profesor de arqueología en la Universidad de Bayda.
Los arqueólogos han avisado a las autoridades sobre esta destrucción, pero no tienen muchas esperanzas de que sirva para algo. La situación social y política es tan frágil que impide cualquier intervención. Además, esta bellísima ciudad, fundada 700 años antes de Cristo, se enfrenta a su particular idiosincrasia. Los agricultores y granjeros que viven en estas tierras las reclaman como propias. Desde luego no tienen documentos que lo acrediten, solo la tradición oral —transmitida de padres a hijos— lo sustenta.
El arqueólogo Ahmed Hussein, con una indisimulada tristeza, lo narra así: “En Libia, la costumbre y la tradición tienden a tener más peso que las leyes escritas. [Los agricultores] no poseen documentos oficiales que demuestren que son los propietarios de las tierras, sin embargo nadie pone en duda sus derechos sobre ellas. Con Gaddafi, estas familias no se habían atrevido a hacerlos valer. Pero ahora, han transformado un sitio arqueológico en un área de construcción”. Este es, si nadie lo remedia, el presente y el futuro que aguarda a uno de los cinco sitios que en Libia son reconocidos como Patrimonio de la Humanidad. ¿Podremos impedirlo?
Sobre el autor
Periodista y modesto coleccionista de arte contemporáneo, Miguel Ángel García Vega lleva más de 15 años escribiendo en EL PAÍS. A veces de finanzas, a veces de sociedad, a veces de arte, pero siempre conectando la vida y los números. Este blog quiere ser una piedra de Rosetta con el que entender el universo de los bienes tangibles, que en ocasiones parece, como el mundo, ancho y ajeno.