En 1994 la Escuela Española de Historia y Arqueología (EEHAR) en Roma empezó a excavar en Tusculum, hoy es el proyecto arqueológico más longevo de una escuela extranjera en Italia
Álvaro Pérez www.elconfidencial.com 23/09/2024
Hasta hace cerca de mil años existió una ciudad que rivalizó con Roma, tanto por su poder político como por su riqueza agrícola y ganadera. Esta enemistad le costó muy cara, puesto que por ello sufrió varios ataques en distintas épocas que provocaron su declive en más de una ocasión. La derrota definitiva sucedió en el 1191. Tusculum es el nombre de esta urbe situada en los montes Albanos, en la región italiana del Lacio, ahora convertida en un yacimiento investigado por la Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma (EEHAR) -dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)- desde hace justo 30 años.
El proyecto Tusculum, como se conoce a este trabajo, se inició en 1994 y cuenta con la colaboración de la IX Comunità Montana del Lazio, la mancomunidad de municipios propietaria del terreno desde 1984. Además, este supuso la reanudación de las excavaciones, que habían cesado hacía más de un siglo, y actualmente es el proyecto arqueológico más longevo de una escuela extranjera en Italia.
Los orígenes
Las pruebas más antiguas de la existencia de Tusculum proceden del siglo VIII a.C., entre este y el VI a.C. la ciudad fue un poblado latino y, posteriormente, pasó a se etrusco. Aunque según el mito, causante de parte de su relevancia en la época, había sido fundada anteriormente por Telégono, hijo de Ulises y la hechicera Circe.
A su origen mitológico se sumaba, según declara a este periódico Antonio Pizzo, director de EEHAR, su importancia política y económica, puesto a que al estar situado en una zona alta se celebraban muchos mercados de ganado. Esto le otorgaba una posición fundamental en la economía local y la estrategia comercial de la región, la cual le supuso un conflicto con el resto de ciudades cercanas, entre las que destacaba Roma, situada a tan solo 30 kilómetros de distancia.
Pero hubo motivos más significativos de la rivalidad. Uno de ellos fue el apoyo de Tusculum a Tarquinio el Soberbio, el último rey de la Antigua Roma, que se refugió en la ciudad tras ser destronado gracias a que su yerno, Octavio Mamilio, era un político y militar tusculano. «A raíz de la presencia del antiguo rey de Roma, Tusculum adoptó una fuerte posición política de contraste a Roma y se asoció con una serie de ciudades para formar la Liga latina», explica Pizzo.
«Tusculum adoptó una fuerte posición política de contraste a Roma y se asoció con una serie de ciudades para formar la Liga latina»
La Liga latina fue el último baluarte de independencia de varias de las ciudades cercanas a Roma. Terminaron enfrentándose a la República romana en la conocida como batalla del lago Regilo en el año 499 a.C., según el antiguo historiador griego Dionisio de Halicarnaso, o en el 496 a.C. según su coetáneo romano Tito Livio. El resultado de esta fue una derrota de la Liga y, en consecuencia, la absorción de Tusculum por la órbita romana.
Una vez ya formaba parte de la República, se hicieron pactos con el fin de conseguir una paridad absoluta entre ambas ciudades. «De esta manera se dio inicio a una política de alianza recíproca defensiva entre las dos ciudades contra otros pueblos», señala Pizzo.
Las relaciones entre Roma y Tusculum pasaron a ser tan estrechas que en el 381 a.C. los romanos inventaron una situación jurídica para que Tusculum fuera reconocida como una ciudad romana y entonces se le dio la municipalidad. «Fue la primera ciudad a la que se le dio el rango de municipium romano. En España no se concedió este rango a ninguna localidad hasta más de 300 años después», asegura Pizzo.
«Fue la primera ciudad a la que se le dio el rango de ‘municipium’ romano»
«Entonces Tusculum se convirtió en una especie de periferia de Roma, ya que tenía una campiña muy fértil con una muy buena predisposición agrícola», apunta Pizzo. De hecho, muchos romanos relevantes construían villas en estos terrenos, entre ellos políticos como Cicerón o Catón, e incluso emperadores como Tiberio o Nerón. «La ciudad se transformó en un barrio rico donde los ilustres personajes de la República construían casas para tener una vida un poco más tranquila respecto al caos de la gran ciudad», afirma.
Por lo tanto, Tusculum pasó de ser un problema para los romanos a convertirse en el lugar perfecto para establecer su segunda residencia. Sin embargo, fue con la primera dinastía imperial, la Julio-Claudia, cuando se integró plenamente en la esfera romana, algo que se reflejó en la construcción de edificios como el teatro y la reorganización del foro.
«La ciudad se transformó en un barrio rico donde los ilustres personajes de la República construían casas para tener una vida más tranquila»
La actividad de Tusculum como ciudad romana prosiguió hasta los siglos IV o V que fue abandonada y no fue hasta el siglo X que volvió a tener una ocupación estable como fortaleza de la dinastía Tuscolani. Los condes de Tusculum tenían tanto poder que consiguieron que tres parientes suyos llegasen a papas: Benedicto VIII, Juan XIX y Benedicto IX.
La Tusculum medieval: su apogeo y su final
La ciudad medieval era muy diferente a la romana, puesto que se habían reconstruido muchos de sus elementos como, por ejemplo, el foro romano, que fue convertido en oficinas de producción de metales y trabajo de huesos. Además, la urbe se movió a la parte más alta, donde estaba mucho más protegida y era más fácil de defender.
En el siglo XII Tusculum se encontraba en su apogeo y el territorio bajo su control llegaba casi a las puertas de Roma. Este poder y fuerza molestó tanto al papado, que reivindicaba sus propios derechos sobre la ciudad, como a la Comuna de Roma, que quería hacerse con el control de todo el territorio alrededor de su ciudad.
Según Pizzo, la última crisis entre ambas ciudades comenzó en el 1151, pero la tensión explotó en el 1167, cuando empezaron las actividades militares de Roma contra Tusculum. El ataque definitivo se produjo el 17 de abril de 1191. «Fueron casi 24 años de escaramuzas que concluyeron con la destrucción radical de la ciudad», cuenta.
La ubicación de Tusculum se mantuvo desconocida hasta inicios del siglo XIX, cuando se empezó a excavar gracias a Luciano Bonaparte.
Ya destruida y abandonada definitivamente, Tusculum fue condenada al ostracismo hasta que en el Renacimiento se recuperó el interés por la ciudad y por su localización, la cual se había convertido en todo un misterio. Durante este período «poetas y literatos italianos iban en busca de lugares históricos y ciudades clásicas y estaban pendientes de las ruinas antiguas para inspirar sus obras».
Su ubicación se mantuvo desconocida hasta inicios del siglo XIX después de que Luciano Bonaparte comprara en el 1804 la Villa Rufinelli, situada en la ciudad de Frascati, a 3,5 kilómetros del centro monumental de Tusculum. En 1809, el hermano de Napoleón promovió las excavaciones en el terreno, gracias a las cuales se descubrieron el foro y el teatro de la antigua ciudad.
Tras Bonaparte, la Villa Rufinelli pasó por las manos de dos mujeres de gran importancia histórica. La primera fue Mariana de Saboya, quien la compró en 1820 y confió la dirección de las excavaciones al arqueólogo Luigi Biondi. Tan solo cuatro años después, en 1824, se hizo con ella María Cristina de Borbón. Durante esta etapa se realizó el hallazgo que acabó con los siglos de búsqueda de Tusculum, una tubería de plomo con la inscripción Rei publicae tusculanorum. Tras la muerte de María Cristina, en 1849, se vendió la casa a los jesuitas y cesaron las excavaciones.
Durante casi siglo y medio no se volvió a excavar en la zona. Según Pizzo el principal motivo fue que los grandes recursos se destinaron a excavar en lugares donde ya se sabía lo qué había, la mayoría a excavar en Roma. «La interrupción fue debido también a intereses personales y problemas políticos de explotación del territorio. Era un territorio muy fuera de Roma en ese momento y no tenía el interés que tenía la capital«, manifiesta.
El futuro del proyecto
Este 2024 se cumplen tres décadas desde que se retomaron las excavaciones y en este tiempo se ha excavado en el teatro, la acrópolis, el foro, parte del santuario y, más recientemente, en el interior de las termas, donde se encontró en 2023 la última estatua descubierta en la ciudad, una mujer de mármol que se ha datado entre mediados del siglo I a.C. y mediados del I. «Tenemos una panorámica de la ciudad que antes no se tenía», afirma Pizzo.
Según el director de EEHAR el proyecto ha conseguido captar la atención de las instituciones italianas. De hecho, en colaboración con estas se creará, con fondos del Gobierno italiano, un recorrido nuevo que va a dar una imagen homogénea y definitiva de los trabajos realizados en estos 30 años.
Aunque aclara que todavía queda mucho por descubrir. «Conocemos una mínima parte de la ciudad. Teniendo en cuenta que la ciudad estaba completamente sepultada y que no sabíamos nada de ella hasta el siglo XIX, lo único que se ha podido hacer hasta ahora es excavar zonas concretas», asegura. Para realizar las próximas prospecciones se aplicará una serie de tecnologías que permitirán leer el terreno sin excavar para saber dónde llevarlas a cabo.