Roma EFE 09/03/2008
Largas colas y horas de espera fueron el precio que los visitantes tuvieron que pagar hoy para poder ver las cuatro dependencias de la Casa de Augusto en la colina romana del Palatino, abiertas por primera vez al público tras unos trabajos de restauración de más de veinte años.
A pesar de que la entrada era con invitación, esto no evitó una gran aglomeración de público que entre nervios y mal humor esperó una media de casi dos horas para poder entrar en el monumental recinto.
La residencia de Augusto son los restos más importantes de la colina romana del Palatino por su relevancia histórica y arqueológica.
La zona recuperada corresponde al ala este de la gran villa romana, una parte que se construyó antes de que Octavio fuera proclamado «Augusto» por el Senado de Roma, en el año 27, convirtiéndose así en el primer emperador.
Las cuatro habitaciones recuperadas de la Casa de Augusto están en el lado septentrional del peristilo (jardín porticado con columnas), tres de ellas en el mismo nivel y la última en una altura superior.
La situada en el piso superior es el «studiolo (despacho pequeño) del emperador», mientras el resto son el «gran Ecus», sala dedicada a recibir visitas, que tiene pavimentos de mármol; además del «cubículo inferior» y el local de rampa junto a su antecámara, que comunicaba con la parte superior de la construcción.
Los frescos que adornan estas salas son de altísima calidad, con el máximo de las posibilidades de la época, y constituyen un importante ejemplo de pintura romana de finales del siglo I.
Los trabajos de excavación y restauración de las cuatro habitaciones han tenido un presupuesto de 1.540.000 euros, según los datos facilitados en un comunicado por el Ministerio de Cultura.
Las visitas se realizarán en pequeños grupos guiados, dijo el ministro, quien consideró que «potencialmente» serán cientos de miles las personas que querrán ver estos nuevos descubrimientos.
Hasta hoy sólo era posible visitar el ala orientada al norte de este complejo monumental, en la que se conservan la sala de «los pinos» y la de «las máscaras».