Pilar Vera | Cádiz www.diariodecadiz.es 21/10/2012
Jesús Maeso publica ‘La sibila de Colobona’ como un homenaje a la localidad de Trebujena. Quorum edita esta novela corta, una historia de «carácter onírico» que retoma el mito de Antígona.
A diferencia de los títulos a los que nos tiene acostumbrados, la nueva entrega de Jesús Maeso tiene estructura de nouvelle. Para el escritor, La sibila de Colobona es un «relato» que comenzó «dictado por la amistad que me une a Trebujena -explica-. Mi mujer vivió allí durante muchos años y tenemos muchos amigos. De hecho, todos los libros que he escrito los he presentado en Trebujena… Y esto es un poco una muestra de gratitud a la Feria del Libro de la localidad, que este año ha celebrado su tercera edición, dedicada a García Lorca».
De escribir una historia por y para Trebujena, parecía lógico que la acción se desarrollara en alguno de los dos momentos de ebullición histórica de la desembocadura del Guadalquivir: Tartessos y la época de eclosión de la industria del vino. «Y, de estos dos, es obvio que a mí me llama la atención el más antiguo», comenta el escritor.
Maeso vuelve así al mundo tartésico tras su incursión en el mismo con Tartessos: una de las novelas que mayor acogida ha tenido entre los títulos firmados por el novelista. «Describo la Trebujena clásica, la Colobona que Plinio citaba como Colobaria: un paisaje de cipreses, viñas y caballos situado en uno de los picos del entonces puerto natural de la Bahía. Y recreo de nuevo Gadir y Tiro, con la inclusión del mundo griego (Siracusa), el gran rival del mundo fenicio, ya que Cartago aún no era una gran potencia. Lo griego, por ejemplo es un elemento que no aparecía en Tartessos», apunta Maeso.
«Está comprobado que los asentamientos orientales de esta zona procedían del pueblo Cario, en Asia Menor -explica Maeso-. Los restos que hemos encontrado muestran, desde luego, un oriente absoluto: las piezas del tesoro de Carambolo, por ejemplo, son muy similares a lo que llevaban las doncellas sirias de Adepo o al tesoro de Schulman en Troya».
La sibila de Colobona se estructura en torno el tema del viaje -recurrente en la literatura histórica- y el mito de Antígona: «García Márquez decía que en narrativa había 36 ó 37 temas que siempre se repetían, y lo único que podíamos hacer era contarlos con más o menos gracia -comenta Jesús Maeso-. Berenice, mi protagonista, procede de una familia disgregada. Recorre todo el Mediterráneo, el Mar Interior, sufriendo la soledad del exilio, y es hecha esclava por unos piratas».
«El suyo -continúa- es el conflicto de Antígona, que es un drama universal: el de la mujer que se enfrenta a las leyes de los hombres, como le ocurre a madame Bovary. Yo creo que siempre han existido mujeres rebeldes, que se cuestionaban las cosas, y Berenice podría ser una de ellas».
La sibila de Colobona cuestiona unas circunstancias pero acata otras. Y asume que, debido a una marca de nacimiento en forma de flor de loto, está llamada a ser una mujer sagrada: «En la antigüedad se creía en el destino, en el fatum. El cielo y los dioses dictaban la vida de los seres humanos: todo se cifraba en el destino. Por su marca, Berenice se creía inevitablemente ligada a Astarté, que es una divinidad muy unida a Cádiz. Consigue llegar a Colobona y se convierte en intérprete de los sueños, sirviendo al rey Argantonio».
«Creo -prosigue el escritor- que el que se acerque a ella encontrará una historia muy sugestiva, muy atractiva, porque está marcada por el carácter onírico y sirve para salirse por completo de la realidad cotidiana en un mundo paralelo de sibilas, piratas, mercaderes…»
Maeso -cuyos últimos títulos, En una tierra libre, Historias de la Pepa al derecho y al revés y La perla de Manila, discurren por distintos momentos del siglo XIX- afirma que no le «cuesta ningún trabajo saltar de época en época. Siempre digo que no escribo sobre historia, sino sobre la vida del hombre. Pero me gusta indagar en los mundos del pasado porque cree que ahí están las claves del futuro. El presente no me da ninguna clave. Y no estoy solo: un lector me escribía el otro día desde México y me comentaba que en una tierra libre veía la España actual y la de la Guerra Civil…»
«En el caso de esta novelita -prosigue el autor- he disfrutado recreando un mundo que siempre me ha gustado porque fue el primer Estado civilizado de occidente. De hechos, los andaluces podríamos decir que fuimos los primeros en ser Estado».
«Somos tribalistas porque nuestros orígenes son tribales -reflexiona Maeso-. Los iberos de aquel momento tenían mucha relación con África; los celtas tenían una manera distinta de concebir la vida y la muerte; se dice que los vascos provienen de tropas auxiliares de Augusto, de ahí el ADN de origen caucasiano… Una variedad que podría entenderse como una riqueza a intercambiar en vez de ahondar en la diferencia».