Luigi Miraglia, Presidente de la Accademia Vivarium Novum de Roma 22/01/2013
«Querido Antonio,
Te agradezco mucho tu carta, que es siempre un firme testimonio de tu amistad: idem velle atque idem sentire vera amicitia est. Obviamente yo comparto de manera profunda tus preocupaciones, y las de todos los demás amigos españoles sobre la ley Wert, que amenaza con hacer desaparecer el Griego del bachillerato y pone en peligro también la supervivencia del Latín en las escuelas. Se trata por desgracia de una barbarie difundida. Te preguntarás seguramente cómo es que el mismo gobierno que da premios por la salvaguarda de la cultura clásica, proponga después leyes semejantes. La verdad es que nos encontramos en una situación extremadamente grave, tanto para Europa como para el Occidente en general: en efecto, por un lado se trata de contentar todavía a esos que ellos llaman los laudatores temporis acti, y entonces se celebra la retórica (más vacía que nunca) de las ‘raíces’, de la tan mentada ‘identidad’ y de la ‘memoria histórica’; por el otro, sin embargo, se favorecen decididamente propuestas legislativas que tienen como objetivo desmantelar, destruir y cancelar toda seria enseñanza de las disciplinas humanísticas en los colegios de todo el mundo. Como sabes bien, una ley similar ha sido ya propuesta y aprobada hace poco tiempo en Portugal; incluso habrás quizá escuchado ya que propuestas muy similares han progresado en Rusia justamente en estos últimos días. De la misma forma, así como ya os han aumentado a vosotros horas de trabajo sin ningún aumento de salario, también aquí en Italia el gobierno prepara actualmente una propuesta para aumentar de 18 a 24 las horas de enseñanza semanal de los profesores, obviamente sin aumento de salario, sino todo el contrario, con una reducción del mismo.
Suele decirse que el común denominador sea la conocida crisis: pero como ha subrayado bien un observador atento y agudo como Sigmund Bauman, la crisis (que puedo incluso conceder que realmente exista) se utiliza para generalizar un miedo irracional en la sociedad, un temor que permita llevar a cabo proyectos que impidan la formación de las nuevas generaciones, que dañen la dignidad humana, que atropellen por completo los derechos más básicos, que han sido conquistados tras siglos y siglos de lucha; y todo esto gracias a la abyección de la mayoría de las personas, asustadas por un fantasma que se presenta ante sus ojos y convencidas, por ende, de tener que dejarse dirigir por ‘técnicos’ y ‘expertos’ en la materia. Debemos rebelarnos con todas nuestras fuerzas contra esta logística perversa, tiránica, que amenazan con condenar a toda Europa a una nueva barbarie de tipo medieval, oscurantista y sofocante, en la cual todas las conquistas del humanismo serán destruidas de un solo golpe, y hará de tal manera que sólo prevalezcan dos clases sociales en el mundo, la primera para gobernar y administrar los recursos, la segunda para obedecer al peso despótico de un puñado de hombres sin escrúpulos y sedientos de riquezas.
Nosotros, por nuestra parte, hemos hecho ya un llamado sobre nuestro facebook tanto para España como para Rusia, y nos apresuraremos también para mandar una carta a nuestros seis mil contactos para que firmen ambos llamados. Creo, sin embargo, que esto no será suficiente. Pienso que debemos juntar nuestras fuerzas de manera definitiva para vencer o morir de pie. Estamos estudiando ya la posibilidad de realizar un gran congreso internacional que sea un fuerte grito de alarma ampliamente difundido por los medios de comunicación, tanto de prensa como de televisión y multimedia. El problema, como de costumbre, es siempre económico, pues tú sabes bien, querido Antonio, que incluso aquellos que se presentan como los paladines del humanismo han aprendido bien la frase de Jugurta, es decir, que ‘in hoc mundo omnia venalia sunt’. Pero aún así podemos intentar convocar a la mayor cantidad de personas posible para realizar esta enorme acción que agite al mundo adormecido y lo despierte del profundo letargo en el que parece estar sumergido.
Para salir de las líneas generales, pienso que uno de los puntos débiles de vuestra batalla como docentes en España sea el mismo sistema educativo de vuestro país: en efecto, la opcionalidad del Latín y del Griego hace que el estado tenga que pagar un salario completo a un docente, si he entendido bien, incluso por enseñar a grupos de cuatro o cinco estudiantes. Resulta entonces muy fácil que burócratas y contables hagan ver estas materias como un lujo y, por ende, que propongan su abolición práctica. Pero, reflexionando, se pueden encontrar soluciones que propongan un replanteamiento del sistema escolar, incluso con la introducción de escuelas clásicas o, de manera más genérica, humanísticas, en las cuales el latín y el griego no sean más opcionales, sino obligatorias, o incluso sólo el latín junto con otras disciplinas como historia antigua, literatura e historia de la filosofía. De tal manera, todos los jóvenes que decidan asistir a una escuela de este tipo, estarán obligados a dedicarse al estudio de estas materias. Pienso que cualquier propuesta minimalista y de pocas pretensiones se encuentra en una posición débil desde el inicio frente a este puñado de salvajes; e incluso si la apoyo fuertemente, estoy convencido de que la posición de nuestros amigos rusos sea errónea, ya que en su petición parecen dar la razón a estos hunos y visigodos que con la bandera de la reforma, de la salvaguarda de la economía y de la modernización, llaman progreso ubi solitudinem faciunt. Es necesario entonces responder con fuerza y, sobre todo, no argumentar banalidades ni lugares comunes, pues éstos están ya muertos desde antes de que puedan ser defendidos.
Es necesario también que todos nuestros colegas se den cuenta de que la defensa de sus propios puestos de trabajo y de su propio salario debe pasar a un segundo plano con respecto a la defensa ideal de los valores sobre los que se funda una civilización entera. Pues así como el progreso depende de una visión del mundo y no de manera opuesta, así también la propia condición social y laboral puede ser salvada sólo en el contexto de una revalorización general y total de la fuerza y de la importancia de las disciplinas que profesamos: honos alit artes iacentque ea semper quae apud quosque improbantur. Pero para realizar esto es necesario también que las letras clásicas salgan del callejón sin salida sofocante de la filología positivista y de las curiosidades de anticuario a las que la han reducido ya desde el siglo XVIII y XIX los miopes especialistas y los doctores umbratici. Es necesario que grandes estratos de la población sientan y se den cuenta no sólo de los commoda, sino también de los bona que el conocimiento del latín y del griego pueden aportar a la sociedad entera, siendo éstas las llaves para entrar en contacto con nuestro patrimonio milenario, y para poder alimentar los ánimos con una nueva fuerza moral de la que hay tanta necesidad justamente en un mundo en crisis.
Querido Antonio, nuestros enemigos son quienes se burlan de la vis litterarum, quienes quieren que nos avergoncemos por hablar del cultivo de la virtud, de nutrirse de los razonamientos nobles y altos y de las profundas ideas de los grandes hombres que han escrito nuestra historia. Son esos mismos enemigos quienes, para volvernos inofensivos, prefieren que hablemos del maquillaje de las mujeres romanas, o de cuán asqueroso era el garum, en vez de ocuparnos en leer profundamente las obras de Platón, de Séneca, en meditar sobre las obras de Horacio y de Virgilio, en escuchar el grito de alarma de Erasmo o la sabia voz de Vico. De esta manera nos reducen a la mera caricatura de nosotros mismos, por un lado, atareados en los departamentos universitarios para editar por enésima vez siempre los mismos textos, con la esperanza de proponer una variante de lectura, o la confrontación con un nuevo códice: trabajo éste casi arqueológico y de museo, que hoy en día no es de más importancia, ni siquiera para los especialistas. Por el otro lado, nos transforman en moriones et scurrae ocupados puerilmente en meras curiosidades de la vida material, que nos inducen, como en un juego, a recogernos en el mundo encantado del pasado, casi como para huir de las miserias de nuestro mundo. Es tiempo de retomar nuestro papel en la sociedad, aquel por el cual Cicerón mismo escribió sus obras, Séneca exhortó a la educación de la juventud y de nosotros mismos, Platón y Plutarco enseñaron cómo se gobierna un estado, y Virgilio nos hizo reflexionar sobre qué cosa es digno de un hombre y que cosa no en las relaciones humanas. Quod philosophia fuit, philologia facta est. La preocupación de Séneca debe ser la nuestra y debemos recuperarnos de esta enfermedad de buscar quem numerum remigum habuisset Ulixes, utrum prius scripta esset Ilias an Odyssea, praeterea an eiusdem essent auctoris: quae sive contineas nihil tacitam conscientiam iuves, sive proferas non doctior videaris, sed molestior.
Te ruego disculpes mi tono casi apocalíptico, pero creo que si no comprendemos la compleja gravedad de este problema, al cual no son ajenas las posiciones de los catedráticos y los docentes, no se llegará a ningún lado, y ganaremos simplemente un poco de tiempo antes de la catástrofe inminente.
Te mando un fuerte abrazo,
Luigi»
FUENTE: lingualatina-orberg.blogspot.com.es/2013/01/carta-de-apoyo-de-luigi-miraglia.html
ENLACES: Cartas a la redacción: el sueño del Homo Universalis