Margalida Capellà Soler http://auladesecundaria.wordpress.com 02/04/2013

En la Antigüedad, la dicotomía ciencias/letras y la figura del especialista eran inexistentes. Para Cicerón, el término Humanitas se refería a la culminación del proceso educativo, que sólo conseguía el orador; hoy hablaríamos de excelencia educativa y profesional.

Las humanidades han sido arrinconadas por la administración pública a lo largo de las sucesivas reformas educativas, sin mencionar el proyecto Wert. Sí, todo el mundo sabe que ordenan el pensamiento, despiertan el espíritu crítico, estructuran el lenguaje…pero son pocos los centros de secundaria que hoy imparten griego. ¿Se puede cursar un bachillerato humanístico sin griego? ¿Se pueden entender el origen y la evolución de las lenguas románicas sin unas nociones básicas de latín? ¿Se pueden comprender la literatura universal, el arte, la música… sin un conocimiento básico de los clásicos?

En Europa, la situación de las humanidades es paradójica: en la mayoría de los países están relegadas, salvo en Alemania, donde hay un gran interés por saber latín. Con la renuncia del papa Benedicto XVI hemos visto como, incluso en el Vaticano, se ha perdido el latín, pero en Francia, recientemente, el CAS (Centre d’Analyse Stratégique) ha publicado el estudio «Les “humanités”, au coeur de l’excellence scolaire et professionelle», dirigido por J.F. Pradeau, que sugiere pautas para la enseñanza de la lengua, la cultura y la recepción de la Antigüedad y apunta la posibilidad de ofrecer latín o griego como segunda lengua. Curiosamente (o no tanto, porque el latín fue la lengua de la ciencia hasta el siglo XVIII), el 65% del alumnado latinista francés de bachillerato es de ciencias, frente al 17% de letras.

Conocer la Antigüedad (griego, latín, filosofía, historia, literatura, lingüística, arte, música, arqueología, antropología…) podría parecer obsoleto, pero es fundamental para hacer frente a nuestra realidad actual y a nuestros conflictos vitales y sociales. En esta misma realidad, son muchas las referencias clásicas que encontramos en el cine, la música la publicidad, el arte, la literatura, el lenguaje, la ciencia, la prensa. Estos referentes nos ayudan a comprender el mundo, a encontrar respuestas y modelos, formas de vivir y de pensar, valores y contravalores. Busquemos lo que busquemos, lo acabamos hallando en la Antigüedad: incluso la corrupción, el nepotismo, la explotación infantil, la violencia de género o la degradación del medio ambiente.

La humanidades, pues, no podemos considerarlas inútiles, ni rancias, ni elitistas, ni prescindibles, porque el estudio del pasado interesa a nuestra sociedad por razones sociales, intelectuales, morales. Depende de nosotros suscitar esa inquietud, fomentar la curiosidad y la creatividad, contagiar la pasión por aprender, hacer actual el pasado, buscar las claves para entender el presente y construir el futuro. Los estudios humanistas abren la puerta al conocimiento, pero quizá no sea tan importante llegar, como el camino que nos conduce hasta allí, porque nuestros alumnos hiperconectados, informados y socializados por medios impensables en la Antigüedad, son nativos digitales, pero necesitan urgentemente aprender a buscar y a seleccionar la información, a filtrarla, a contrastarla y a valorarla. Necesitan aprender a formarse un criterio, a argumentar, a hallar una voz propia. Y esto tiene que ver (y mucho) con las humanidades. Todavía hoy. ¿O quizá hoy, más que nunca?

Lupa: Necesitan aprender a formarse un criterio, a argumentar, a hallar una voz propia. Y esto tiene que ver (y mucho) con las humanidades.

(*) Margalida Capellà Soler es profesora de clásicas en el Institut Premià de Mar

FUENTE: http://auladesecundaria.wordpress.com/2013/04/02/humanidades-hoy