Enrique Llamas 26/04/2016 www.publico.es
La Joven Compañía representa hasta el 30 de abril ‘La Ilíada’ y ‘La Odisea’ en el Centro Cultural Conde Duque de Madrid. Rejuvenecer a Homero de la mano de Guillem Clua y Alberto Conejero es el proyecto más complicado y comprometido que han llevado a cabo. Su ilusión y compromiso con la difusión del teatro continuará en mayo con una gira por la geografía española.
¿Cómo unir en una misma función un clásico, un tema de rabiosa actualidad, pruritos educativos, calidad y rigor? Gracias a la ilusión, o al menos eso es lo que transmite el entusiasmo y el buen hacer de La Joven Compañía. Con pasos cortos, pero muy bien dados, temporada tras temporada la única agrupación profesional de teatro joven da lecciones a los más mayores sobre cómo realizar este oficio de la escena. Enseñan a romper, a innovar, a contar historias. Pero por encima de todas estas cosas, enseñan cómo la ilusión puede ser el motor del progreso.
De momento sus pasos cortos no les han llevado a caerse y el último está suponiendo retrotraerse a lo más antiguo: a Homero. La Ilíada (en versión de Guillem Clua, quien ya lo hizo en su día con Muerte en Venecia) y La Odisea (adaptada por Alberto Conejero, que ha lidiado con Shakespeare, Lorca o Valle-Inclán) contadas a los más jóvenes desde el desenfado y la minuciosidad del amor a la escena y al público.
Ha sido, per se, el Proyecto Homero un proyecto arriesgado: lo único atractivo del titular es La Joven Compañía en sí, pero sólo esto parece ser que ya es garantía suficiente, porque las entradas han volado como si sobre las tablas en lugar de jóvenes profesionales se subieran youtubers de moda. Y aquí tenemos otro motivo de halago; estos chicos devuelven la esperanza a unas artes escénicas en perpetua crisis.
La escenografía de estas representaciones es más bien sobria, y deja, como la mejor ficción, muchos huecos en blanco que tiene que rellenar la imaginación del espectador. Las versiones no tienen además ningún reparo en atacar temas como el feminismo: las actrices dejan claro, rompiendo la cuarta pared, que son las mujeres troyanas quienes anticipan el trágico final de la guerra. Especial mención merecen la relación sentimental de Aquiles y Patroclo y las alusiones en tono humorístico que se realizan sobre las conductas sexuales de los griegos: de Calipso a las sirenas, pasando por la homosexualidad. Las únicas víctimas de estas representaciones parecen ser la guerra y la codicia. “La primera víctima de la guerra es el futuro”, repiten en La Ilíada, mientras que los hombres que pretenden el trono de Ítaca se nos representan como seres incómodos y vulgares. Tanto despliegue de talento se ve coronado al final por la figura de Ulises: el náufrago por excelencia en tantas culturas. Si alguien esperaba que un grupo de personas con conciencia crítica iba a hablar del gran naufrago mediterráneo sin pasar por el tema de los refugiados estaba equivocado. Y es que al final la raza humana es capaz de lo peor y de lo mejor: puede crear a Homero y volver a contarlo tantos siglos después, pero también permitir que el mismo mar nos traiga una y otra vez la misma historia.
Durante estos días se debate en el Congreso la posibilidad de bajar la edad de voto a los 16 años. Si a esa edad los jóvenes pueden casarse, trabajar, cotizar, en definitiva, asumir responsabilidades, ¿por qué no decidir sobre el futuro del país?, ¿por qué no ellos que son a los que les queda más tiempo para disfrutarlo o sufrirlo? Podrían hacerlo, sí, pero si lo hacen que pasen antes por las butacas de La Joven Compañía. Por favor.
FUENTE: http://elasombrario.com/homero-se-actualiza-gracias-a-la-joven-compania/