Neli Pillado | Gondomar (Pontevedra) www.farodevigo.es 10/01/2013
La Xunta había catalogado una explotación en el Monte Picoto, pero dos investigadores descubren ahora un poblado próximo y un complejo de minas que amplían el entramado.
La «fiebre del oro» del Imperio Romano alcanzó a Gondomar. Al menos, así lo creen el arqueólogo Gustavo Pascual Hermida y el geólogo experto en minería antigua Óscar Pazos Rodríguez, que han descubierto indicios de la existencia de un asentamiento poblacional asociado a varias minas a cielo abierto a apenas un kilómetro del centro urbano. El hallazgo se sitúa en el Monte Picoto, desde la zona de As Rochelas a la de O Abear, el espacio forestal tras el cuartel de la Guardia Civil y la iglesia de San Benito. Ambos investigaban la zona, donde la Dirección Xeral de Patrimonio había catalogado hace años dos explotaciones, llamadas oficialmente «As Covas de Sarmiento 1 y 2» y conocidas popularmente como «As Fundas de Sarmiento».
Pero sus estudios concluyen que el complejo no se circunscribe solo a estas dos minas, sino que las fosas abiertas en el terreno para extraer el preciado metal se extienden por toda el área Monte Picoto, por lo que podría triplicar la superficie registrada por la Xunta, de unos 42.500 metros cuadrados.
Los trabajadores de estos yacimientos auríferos podrían haber residido muy cerca, a apenas 300 metros. Los expertos han encontrado claras evidencias de la presencia de un castro en la zona de O Abear, rodeado de un vial con el evocador topónimo de Camiño das Castras, que apunta a la existencia del asentamiento. En sus diversos rastreos del lugar, los investigadores han hallado piezas de cerámica «probablemente correspondientes a utensilios domésticos».
Explotación en etapas
Pese a las dificultades que imponen árboles y maleza para identificar los vestigios romanos, con toda probabilidad del siglo I de nuestra era -momento en que se extendió el interés por encontrar oro en todo el territorio del imperio-, los expertos localizaron un pequeño promontorio de forma oval que les llamó la atención y que podría albergar el poblado. En sus proximidades, vieron enseguida que las «Fundas de Sarmiento» estaban rodeadas de numerosas zanjas más anchas o estrechas, que podrían haber acogido actividad minera a lo largo de diversas épocas de la historia. «Se sabe que en torno a los siglos XVI y XVII regresaron a la península numerosos retornados de las Indias, que conocían las técnicas de la búsqueda de oro en los ríos americanos y que las habrían aplicado aquí», explica Gustavo Pascual. En ese punto se sitúan ahora sus estudios, ya que el arqueólogo y profesor de Historia sospecha que las minas podrían haber sido recuperadas en la Edad Moderna bajo la orden de Diego Sarmiento de Acuña, conde de Gondomar, aunque por el momento solo es una hipótesis.
Para sacar conclusiones más ajustadas y «conservar un patrimonio que es de todos los ciudadanos», los investigadores defienden la excavación arqueológica en la zona, aunque ese terreno ya corresponde a las administraciones.