Patricia Tubella | Londres www.elpais.com 27/06/2010
Arqueólogos británicos apuntan a que el enclave era un burdel.
Un equipo de arqueólogos británicos investiga el hallazgo de una fosa común que contiene los restos de 97 bebés en un poblado de la época romana ubicado cerca del actual Londres. Las pruebas realizadas por los científicos apuntan a que el enclave era un burdel en el que murieron todos los pequeños a las 40 semanas de gestación, justo después de nacer, por causas no naturales.
«Con pocos o nada efectivos métodos anticonceptivos, los embarazos no deseados debían ser muy comunes en los burdeles romanos», ha subrayado Jill Eyers, directora de la excavación de la Chiltern Archaeology en la zona del Thames Valley (Hambleden, Buckinghamshire), convencida de que el infanticidio no era considerado una práctica tan terrible en aquella era. Los registros hallados sugieren que los niños no eran considerados seres humanos «completos» hasta alcanzar la edad de los dos años, añade la arqueóloga (los que fallecían antes no eran enterrados en cementerios). No obstante, los expertos consideran que la cantidad de esqueletos localizada en la antigua villa es extraordinaria, especialmente a la hora de avalar la teoría de que los romanos practicaban el infanticidio.
El doctor Simon Mays, biólogo del centro del Patrimonio Arqueolócio Inglés y partícipe en el estudio, explica que las edades de los infantes fueron calculadas midiendo la longitud de los huesos y que todas resultaron similares. Eso confirmaría, según sus conclusiones, a un infanticidio sistemático, puesto que de tratarse de muertes naturales los datos serían divergentes.
El enclave de Hambleden, próximo al río Támesis, fue localizado hace casi un siglo e identificado por el naturalista y arqueólogo Alfred Heneage Cocks como un pueblo romano de clase social acomodada. Aunque las excavaciones fueron entonces masivas, el lugar acabó enterrado bajo un campo de trigo. Más de 300 cajas repletas de artefactos, cerámicas y huesos fueron redescubiertas recientemente, junto con el meticuloso informe original de Cocks (publicado en 1921) y un pequeño archivo fotográfico. Ese registro concedía, sin embargo, muy poca atención a los restos de los bebés, que estaban escondidos bajo paredes o enterrados en la misma zona del patio. Las pruebas de ADN que realizará el equipo (objeto de un documental de la BBC) permitirá establecer su sexo y quizá una posible relación de parentesco.