Soria | EUROPA PRESS 16/06/2007
Varios expertos determinaron que un fragmento de escultura de mármol que fue encontrado en el yacimiento de Tiermes en 1994, en Soria, pertenece a Diana Cazadora, según los datos facilitados a Europa Press por fuentes del museo.
Soria | EUROPA PRESS 16/06/2007
Varios expertos determinaron que un fragmento de escultura de mármol que fue encontrado en el yacimiento de Tiermes en 1994, en Soria, pertenece a Diana Cazadora, según los datos facilitados a Europa Press por fuentes del museo.
Durante las excavaciones de 1994 realizadas por el arqueólogo José Luis Argente Oliver en el yacimiento de Tiermes fue descubierto un fragmento de una escultura, un fragmento en mármol de la parte inferior de una pierna, de 50 centímetros de longitud, entre la rodilla y el tobillo, cuyas dimensiones señalan que la altura total de la estatua no era inferior a 2,30 metros. Desde el momento de su descubrimiento surgió la duda de qué personaje podría ser el objeto de aquel monumento, aunque pocas opiniones se desviaban de aquella que indicaba que se trataba de un emperador.
Ahora, los investigadores de Tiermes Julio Mangas Manjarrés, Catedrático de Historia Antigua de la Universidad Complutense de Madrid y experto en religión y cultura romana, y Santiago Martínez Caballero, director de las excavaciones arqueológicas de Tiermes, con el asesoramiento de la doctora Trinidad Nogales, del Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, han efectuado un reestudio del fragmento.
El reconocimiento posible de la iconografía de Diana Cazadora en tal pieza procede de la identificación en ella de la parte superior de la típica endromides, altos borceguíes griegos de caza, abiertos por los dedos y envueltas arriba con piel de cachorro de león.
Un modelo que tiene su mejor evocación en Hispania en la Diana cazadora de Italica (Sevilla), del tipo Sevilla-Palatino, y otros ejemplares hispanos (Itálica, Madrigalejo), que remiten al modelo del Museo Pío-Clementino de Roma.
Que el Foro romano sea el lugar de procedencia de esta pieza indica que la estatua constituía una imagen integrada en el programa ornamental del Foro de la ciudad, formando parte de la decoración escultórica de este espacio, y ligada por ello a la monumentalización y programa político de la ciudad.
Su presencia en este edificio, en un emplazamiento concreto que se desconoce, estaba en directa relación con la manifestación de un ideal político y social, más allá del propiamente ornamental, que se expresaba a través del ambiente figurativo, del que formaban parte también el resto de imágenes que complementaban el valor simbólico del contexto arquitectónico, el denominado «espacio figurativo».