Valencia | EFE 8/10/2007
Los últimos trabajos desarrollados por el equipo de arqueólogos del Servicio de Investigación Prehistórica (SIP) de la Diputación de Valencia refuerzan la teoría de que el yacimiento de La Carència, en el municipio valenciano de Turís, puede corresponder a la ciudad perdida de Kili.
Valencia | EFE 8/10/2007
Los últimos trabajos desarrollados por el equipo de arqueólogos del Servicio de Investigación Prehistórica (SIP) de la Diputación de Valencia refuerzan la teoría de que el yacimiento de La Carència, en el municipio valenciano de Turís, puede corresponder a la ciudad perdida de Kili.
Así lo confirmó en un comunicado la corporación provincial, que ha financiado con 14.000 euros la investigación dirigida por la arqueóloga Rosa Albiach entre el 10 de septiembre y el pasado día 5.
Las numerosas torres que asoman sobre el terreno excavado refuerzan la tesis de que La Carència es uno de los yacimientos que podría corresponder a «la enigmática ciudad ibero-romana acuñada como Kili/Gili en algunas monedas valencianas», apunta la arqueóloga.
Según ha explicado Albiach, en esta última excavación se ha conocido que la tercera muralla tenía cerca de un metro de ancho, y aunque las lluvias paralizaron los trabajos e impidieron conocer la fecha de inicio de su construcción, Albiach ha adelantado que su momento final fue el siglo I a.C. y su origen, ibérico».
La «vasta» extensión del poblado, de 8,5 hectáreas, la presencia de tres murallas defensivas y de recintos fortificados, así como su amplio periodo de ocupación -durante más de siete siglos- y los numerosos yacimientos detectados alrededor de esta ciudad-estado convierten a La Carència en «una candidata perfecta», asegura Albiach.
No en vano, el poblado excavado tiene una gran extensión y estuvo ocupado desde el Bronce Final (IV a.C.), pasando por las épocas ibérica, romana republicana y romana imperial, hasta alcanzar el siglo III d.C..
La excavación dirigida por Albiach en este yacimiento continúa la iniciada en 2001 por parte de la Diputación, tras un primer proyecto dirigido por Milagros Gil-Mascarell a principios de los años 70.
Los trabajos durante 2007 se han centrado en las tareas de «consolidación y excavación» de otros anteriores, ya que las estructuras de la muralla del Recinto II, descubiertas en 1971 y 1972, muestran signos de deterioro causado por «la exposición al aire libre y ocasionales actos de vandalismo».
Según Albiach, esta muralla requirió la consolidación y reposición de una de sus torres y también la reconstrucción de un tramo de siete metros, lo que aprovechó para consolidar algunos puntos débiles de lo excavado desde el año 2003.
En la excavación de este año también se ha comprobado que la puerta de la segunda muralla tiene una anchura de 2,5 metros y fue tapiada en el siglo I a.C.
Asimismo, los arqueólogos iniciaron la excavación en una zona inexplorada situada junto a una tercera nueva muralla encontrada en 2003, que constituye uno de los descubrimientos más importantes del yacimiento, ya que muestra la superficie máxima de la ciudad, de 8,6 hectáreas.
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