Antonio Varo | Córdoba www.abc.es 03/02/2008
Unas recientes declaraciones de la presidenta de la Plataforma Andaluza de Apoyo al Lobby Europeo de Mujeres, Rafaela Pastor, achacaban al latín lo que ella considera el machismo del lenguaje: «El lenguaje actual es el reflejo de un sistema patriarcal, y el latín se forjó en una época en que la mujer era esclava».
Antonio Varo | Córdoba www.abc.es 03/02/2008
Unas recientes declaraciones de la presidenta de la Plataforma Andaluza de Apoyo al Lobby Europeo de Mujeres, Rafaela Pastor, achacaban al latín lo que ella considera el machismo del lenguaje: «El lenguaje actual es el reflejo de un sistema patriarcal, y el latín se forjó en una época en que la mujer era esclava».
Para el catedrático de Latín del IES Séneca, Manuel Linares, las cosas no son tan simples: «Hay mucha desinformación sobre el mundo romano y, sobre todo, un tremendo desconocimiento de la lengua latina». No obstante, Linares reconoce que la sociedad romana era en efecto machista. «La figura del «paterfamilias» ejercía una autoridad casi absoluta sobre la familia», explica. Eso sí, luego, advierte de que, «a pesar de todo», la situación de la mujer en Roma era «incomparablemente mejor» que en la antigua Grecia.
«Se conservan abundantes testimonios de mujeres que se salían del modelo y contaban sus maridos por consulados, cuando el mandato de los cónsules duraba un año», avisa. El catedrático añade que hubo que esperar a la expansión del Cristianismo para ver un salto cualitativo en la consideración de la dignidad de la mujer.
Pero de reconocer el machismo de la sociedad romana a trasladar al latín la culpa de ese machismo hay gran distancia. En latín, por ejemplo, la palabra «homo», de la que procede «hombre», define al ser humano con independencia de su sexo; es decir, como persona. Algo parecido ocurría en griego con «anthropos». Para el hombre como ser con sexo masculino, se reservaba en la lengua de Virgilio la voz «vir» (varón), y para la mujer la de «femina», de donde viene la palabra «hembra». En griego, a su vez, se decía «andros» y «gyne», respectivamente.
La mujer en la ESO
En la ESO, hay la asignatura optativa Cultura Clásica, en la que, se aborda con perspectiva crítica -entre otros asuntos- la situación de la mujer en Roma, pero se expone también a los alumnos, por ejemplo, la relevancia de las grandes matronas que han pasado a la historia, o la decisiva influencia de las mujeres en la educación de los hijos, de modo que, según Linares, «las simplificaciones generalizadoras son siempre peligrosas». En cualquier caso, si la mujer en Roma era «esclava», no lo era mucho más de lo que ahora lo es en la mayoría de las sociedades islámicas, aunque de ellas no suelen hablar las feministas.
Siempre viene bien recordar la necesidad de conocer la lengua latina, base esencial de la cultura occidental y fuente inagotable de sentencias, como aquella del cordobés Séneca: «Ignoranti quem portum petat, nullus suus ventus est» («A quien no sabe a dónde va, ningún viento le es favorable»).