L. Castel | Alcañiz (Teruel) www.heraldo.es 28/01/2011
El hallazgo es «sorprendente» porque no existen precedentes en el siglo IV antes de Cristo en el Bajo Aragón.
El yacimiento ibero del Taratrato en Alcañiz guardaba en su interior una sorpresa que podría reflejar influencias púnicas o griegas en el sistema defensivo. El equipo de arqueólogos que realiza la excavación, encabezado por Eduardo Díez de Pinos, ha encontrado dos torreones de defensa unidos a las paredes traseras de las viviendas que hacían el papel de muralla. Mientras que una de las torres se ve de perfil y aún está por excavar, la otra está parcialmente visible. Esta última podría tener dos alturas, puesto que se han encontrado unos huecos para el apoyo de vigas y la elaboración de la caja de una escalera.
Para el arqueólogo este descubrimiento es «sorprendente» por la cronología y la situación del yacimiento, ya que en los poblados del Bajo Aragón Histórico solo tenían una torre en la entrada. Díez de Pinos explicó ayer que esta aldea quedó abandonada por los íberos a finales del siglo IV antes de Cristo. En la Península Ibérica no hay muchos ejemplos de murallas articuladas -con varios torreones- en esta época y las que se encuentran están sobretodo en el sur de España y, en menor medida, en las zonas costeras de Levante y Cataluña.
Este experto, miembro del Consorcio del Patronato Ibérico, indicó que el sistema de fortificación es «extraño» y habrá que buscar paralelismos en documentos antiguos. El arqueólogo manifestó que Alcañiz es una zona donde se penetra muy bien desde zonas costeras como Castellón y Tarragona, por lo que es posible que «las influencias aquí funcionen de otra manera».
En un principio, el yacimiento fue interpretado por el equipo del Consorcio como un poblado prototípico ibérico con una calle central y casas en los laterales que funcionaban como muralla de protección. Es por ello, que el equipo se extrañó cuando al empezar a cavar, encontraron la fortificación. Mientras que el margen derecho del poblado está empinado, el lateral en que se encuentra el muro se ubica en una zona plana. Creen que escogieron este margen porque era el más propenso a ser atacado.
Díez de Pinos indicó que el muro que une las dos torres tiene «una partición en medio». Queda por confirmar si podría ser un sistema de construcción en cajones, un modelo importado del Mediterráneo «típicamente púnico» o incluso griego.
Los arqueólogos van a seguir bajando niveles, recogiendo los materiales, dibujando y tomando cotas con el nivel. No obstante, tal y como indicó Díez de Pinos, «el trabajo de laboratorio es el que nos dará la cronología y las fechas analizando la cerámica».
El poblado mide 70 metros de largo, 40 de ancho, y cuenta con alrededor de 40 habitaciones. Estas medidas lo convierten en un yacimiento pequeño, en comparación con otros del Bajo Aragón Histórico. Muchas de las salas parece ser que eran estancias fabriles, por lo que el equipo calcula que vivirían menos de 40 familias.
El gerente del Consorcio de Patrimonio Ibérico de Aragón, José Antonio Benavente, manifestó que el yacimiento fue excavado casi en su totalidad en los años 20 por el alcañizano Mosén Vicente Bardavíu, pero sufrió grandes desperfectos en la Guerra Civil, cuando se utilizó como puesto de observación y de control de la carretera de Zaragoza.
Los encargados de excavar el Taratrato son ocho alumnos de la Escuela Taller de Alcañiz, que comenzaron en 2009 un módulo de Trabajos Auxiliares de Arqueología. Realizan tareas de excavación y apoyo a proyectos de investigación del Consorcio de Patrimonio Ibérico, junto a tareas de laboratorio.