María Salas Oraá 8/03/2017 www.elpais.com
Una exposición abierta hasta enero en el propio anfiteatro, el monumento más visitado del mundo, relata su historia completa.
El Coliseo de Roma, el monumento más visitado del mundo, todavía esconde muchos secretos, y una nueva exposición se ha propuesto desvelar algunos de ellos. De sus casi 20 siglos de historia lo más conocido es el papel que jugó como escenario de batalla de gladiadores, pero poco se sabe sobre la función que desempeñó en la Edad Media, cuando dentro de él se formó una especie de “ciudad dentro de la ciudad” con casas y todo tipo de negocios, desde talleres artesanales hasta carnicerías.
En la muestra Coliseo. Un icono, inaugurada este miércoles en su segunda planta y abierta hasta el próximo 7 de enero, el monumento que empezó a construir el emperador Vespasiano en el año 70 y concluyó Tito una década después cuenta la intensidad de una vida larga y rica que lo ha terminado convirtiendo en un símbolo. Una enorme reconstrucción de madera realizada por el arquitecto Carlo Lucangeli entre 1790 y 1812, ahora restaurada, representa su imagen original, con 80 filas de gradas, galerías, capiteles y figuras decorativas de bronce. Era su época gloriosa, cuando todavía lucía su epígrafe inaugural, hoy expuesto tras ser descubierto en unas excavaciones en 1813.
La mayor parte de los secretos revelados pertenecen a la Edad Media, que es la época en la que el Coliseo cayó en el olvido. Quedó enterrado casi al completo y sepultado bajo viñas y huertos, sus materiales se utilizaron para otras construcciones —parte del mármol que cubría sus suelos hoy forma parte de la catedral de San Pedro— y perdió todo su valor. Pero no llegó a estar completamente muerto. La exposición da a conocer al público por primera vez algunos de los descubrimientos que han ayudado a reconstruir las vidas que cotidianamente albergaba. Fragmentos de utensilios de cerámica utilizados para cocinar y restos de vajillas demuestran que en él habitaban familias, mientras que la presencia de huesos de animales en grandes cantidades hacen pensar que instaladas dentro hubo varias carnicerías, y la presencia de monedas refleja que fue un lugar de comercio. Otros instrumentos, como herramientas para trabajar la lana, dan indicio de distintas actividades artesanales, mientras que la aparición de huesos de ratas demuestra que, entonces como ahora, el de los roedores era un problema que afrontaban los romanos.
También era un espacio para la vida religiosa, y los últimos descubrimientos apuntan a que durante la Edad Media hubo numerosas iglesias y ermitas construidas sobre el terreno que lo cubría y apoyadas en sus paredes. De todas ellas quedan objetos utilizados en las celebraciones litúrgicas y restos de las esculturas con las que estaban decoradas.
Después de varios terremotos y derrumbes quedó abandonado, y en el Renacimiento se convirtió en punto de encuentro de poetas y escritores, que encontraban inspiración en sus ruinas. Su relación con el arte no cesará. En el siglo XVII se convierte en la parada más importante del “Gran Tour” europeo que hacían los jóvenes de las élites inglesas y del norte de Europa y, desde entonces, no perderá su valor como lugar extraordinario, confirmado cuando quedó completamente a la luz tras más de cien años desde que comenzaron las primeras excavaciones a inicios de 1800.
En la época fascista, Mussolini quiso hacer del Coliseo un símbolo de su imperio y mandó levantar un epígrafe para representar su poder, expuesto en la muestra. Actualmente, el Coliseo es mucho más que toda su historia, es un icono. Rosella Rea, una de las comisarias de la exposición, explica que el Coliseo goza de un valor universal. “Durante casi 20 siglos, ha representado el mal, el sufrimiento, la sangre. Este significado negativo, casi demoniaco, se ha transformado completamente en los últimos 10 años. Ahora, el Coliseo es un símbolo de acogida internacional que visitan cada año más de seis millones de turistas”. Es también inspiración para artistas contemporáneos y lo seguirá siendo porque, recuerda Rea, “aún queda mucho por descubrir. Cada día se descubre algo nuevo en el Coliseo”.
FUENTE: http://cultura.elpais.com/cultura/2017/03/08/actualidad/1488994848_899373.html