Roma | EFE 25/03/2010
Una exposición en el mismo anfiteatro recuerda a estos guerreros de la arena a través de reproducciones de armas y prendas y piezas originales procedentes de las excavaciones de Pompeya.
El Coliseo romano, uno de los monumentos más visitados del mundo, rescata el mito de los gladiadores de la Antigua Roma con una exposición en la que se combinan reproducciones de armas y prendas utilizadas por los luchadores con piezas originales procedentes de las excavaciones de Pompeya.
Bajo el título de ‘Gladiatores’, la muestra presenta numerosas reproducciones de cascos, armaduras, espadas, dagas y escudos, realizados por el arquitecto e historiador del ejército romano Silvano Mattesini. Para llevar a cabo las copias se hizo un estudio detallado de varias piezas encontradas en el siglo XVIII en las excavaciones del Teatro Grande de Pompeya, cercano a Nápoles (sur de Italia), algunas de las cuales también forman parte de la muestra.
Mostrar las reproducciones junto con objetos antiguos permite «dar una idea del patrimonio pasado», explicó Rossella Rea, comisaria de una exposición, que pretende también ser un recorrido didáctico por uno de los períodos más fascinantes de la historia.
Desde que tuviera lugar el primer espectáculo de gladiadores en Roma en el año 264 a.C., varios espacios de la ciudad acogieron las celebraciones sobre la arena, desde el Foro Romano y el Circo Máximo hasta el Coliseo, inaugurado en el año 80 d.C. y donde puede verse la exposición hasta el próximo 3 de octubre. «La construcción del Coliseo supuso el punto culminante en la reordenación de los espectáculos de gladiadores», un proceso que hasta entonces tuvo su principal valedor en la figura del primer emperador romano César Augusto, dijo Rea.
En los últimos años de la República romana la importancia de los espectáculos de gladiadores aumentó notablemente, siendo utilizados en muchas ocasiones como elemento de propaganda política, aunque entonces la celebración tenía tan sólo carácter privado.
«Con Augusto se inició la codificación de las categorías de gladiadores y también se empezó a ordenar el aparato administrativo», una máquina que necesitaba «miles de personas, meses de preparación y ríos de dinero» y que alcanzó definitivamente carácter oficial con Domiziano.
Bajo las gradas de la arena romana, que podía llegar a albergar a 50.000 personas, cobran vida estos días las categorías de gladiadores que hicieron de esta manifestación parte de la historia. Desde el «Samnes», el gladiador más antiguo del que se tienen datos, hasta el «Equites», que abría a caballo el cortejo antes del espectáculo, la muestra es también un recorrido didáctico por los diferentes períodos de la Antigua Roma.
Entre las copias seleccionadas, Gladiatores muestra por primera vez una reproducción de las pesadas armaduras que portaban los Cruppellarius, una de las categorías de gladiadores de las que existe menos documentación. Protagonista en la gran pantalla y en la literatura popular, sobre la verdadera imagen física del gladiador romano no se tienen, sin embargo, demasiados datos.
La altura de los luchadores que combatían en la arena romana estaba en torno al metro setenta y, a pesar de ser musculosos, su imagen no corresponde con la de hombres grandes que se ha transmitido tradicionalmente, dijo la comisaria. «La cabeza del gladiador era la parte más protegida», explicó, y la causa de muerte más común eran los golpes en distintas partes del cuerpo y no en el cráneo, como demuestran recientes estudios realizados sobre varios restos óseos.
El fenómeno de los gladiadores tenía en la Antigua Roma carácter «transversal», ya que algunos de los combatientes que saltaban a la arena eran aristócratas y senadores. «La mayoría eran esclavos, pero también había muchos que trabajaban con contrato», añadió Rea. Junto con armaduras, empuñaduras, espinilleras, cubiertas, cascos y diversas armas, la muestra incluye también pinturas que documentan el ambiente de la época e instrumentos musicales que eran utilizados durante el cortejo previo al espectáculo.
«La música que se usaba no se conoce» pero, dado que los espectáculos de lucha entre gladiadores siempre empezaban con un cortejo al emperador, «la música tendría un ritmo muy militar». El cuerno, la tuba o el órgano hidráulico eran algunos de los instrumentos con el que se acompañaban los movimientos de los gladiadores sobre la arena y que pueden verse estos días también en el Coliseo.