Ricardo Martínez www.revistadeletras.net 02/03/2012
La guerra mueve. Y conmueve. En uno u otro caso, y a la vez, su protagonista trágico es el hombre. ¿Por qué, se ha planteado en algún momento dentro de los períodos de lucidez o Ilustración en cada siglo, el hombre ha sometido –se ha sometido a sí mismo- a tal vergüenza, a tal ejercicio de destrucción?
Digamos, con todo, que una cosa es la consideración de la guerra como mal implícito para el hombre, y otra bien distinta su realidad histórica dentro del devenir social. Por cierto, si es verdad, según cálculos recientes, que el número de hombres que ha habido hasta hoy en la faz de la tierra se aproxima a los 107 mil millones, ¿cuántos de ellos se habrán librado de las cruentas guerras que narran las historias? Bienaventurados ellos, pues, como ha dicho el sabio, “en la guerra, en toda guerra, solo hay perdedores”.
La realidad histórica de la guerra (más específicamente, “De las guerras persas a la caída de Roma”) es lo que trata de recoger aquí el profesor Hanson en su condición de autor-editor. Aparecen acogidos así en sus páginas estudios relativos a la figura de Alejando Magno y Tucídedes, Julio Cesar y Epaminondas, pero también apartados tan singulares y esclarecedores como “La guerra urbana en el mundo griego clásico” o “Guerras de esclavos en Grecia y Roma”.
Dentro del texto, los distintos apartados no son sino reseñas que confirman el mosaico guerrero del período citado. La escritura es clara, el lenguaje preciso. Se hace fácil a la lectura, lejos de pesadas reconsideraciones academicistas, y no deja de sorprender el comentario clarividente a propósito de alguna circunstancia histórica muy elocuente. Así cuando leemos, en la p. 224:
“Cruzar el Rubicón era señal del fracaso político de Cesar. Era una apuesta arriesgada, de ahí su famoso comentario, ‘la suerte está echada’ Habría sido mejor regresar pacíficamente, avanzando sin problemas hacia un segundo consulado y después hacia un nuevo mando provincial, que le hubiera protegido contra un procesamiento”.
Claro que eso tienen las guerras: su implícito riesgo; su implícito error. De algún modo lo expresó Tua Forsström cuando escribió: “El que vuelve es siempre otro”.
El arte de la guerra en el mundo antiguo.
Victor Davis Hanson, ed.
Traducción de Silvia Furió
Crítica (Barcelona, 2012)
FUENTE: http://www.revistadeletras.net/el-arte-de-la-guerra-en-el-mundo-antiguo-de-victor-davis-hanson-ed/