Cristóbal G. Montilla | Málaga www.elmundo.es 05/07/2009
A veces, algún juego urdido por la casualidad con la complicidad de la mirada curiosa de quien respeta el patrimonio del pasado puede hacer justicia. O lo que es lo mismo, evidenciar el injusto descuido al que se entregan las instituciones que deberían savalguardar los valiosos testimonios arqueológicos. Es la sensación que transmite lo sucedido en Málaga, a partir del hallazgo que llevó hace más de un año a un vecino de la zona de La Misericordia a percatarse de la existencia entre vertidos procedentes de distintas obras de una acumulación de restos arqueológicos, en la que se encontraban varios picos de ánforas romanas.
Posteriormente, el análisis de restos adheridos a una de estas piezas, practicado por el Laboratorio Agroalimentario de la Consejería de Agricultura y Pesca, ha determinado la existencia en su interior de un aceite de oliva muy similar a lo que hoy se conoce como verdial, lo que ha aportado claves sobre la comercialización del oro verde que se remontan al principio de nuestra era. Asimismo, un arqueólogo consultado por EL MUNDO ha confirmado que la procedencia de esta ánfora habría que situarla entre los siglos I y II.
Las características de la pieza y los posteriores resultados del análisis han llevado a un gran conocedor de la historia de los aceites andaluces, como Hipólito García Toledo, a enlazar una serie de hipótesis hasta construir un relato, con base científica, de lo acontecido hace aproximadamente un par de milenios.
A su juicio, de la presencia en el ánfora de restos de pez –la sustancia que se empleaba para pegar las tablas en las embarcaciones– se desprende la posibilidad de que esta cerámica llevaría aceite junto a muchas más en un barco que probablemente se hundió.
Ante esta apreciación, cobraría igualmente fuerza la certeza de que la producción que emanaba de los olivos milenarios de la Axarquía encontraba salida por Vélez Málaga y la capital malagueña, y, sobre todo, que el Puerto de Málaga fuese en época romana un punto empleado para exportar aceites andaluces: «Posiblemente este aceite iba a transportarse desde Málaga hasta Italia», apuntó Hipólito García, tomando como base la presencia entre las innumerables ánforas del Monte Testaccio de Roma de aquellas que se emplearon para llevar hasta tierras italianas los aceites de la Bética.
A la hora de encuadrar estos restos de aceite en una modalidad determinada, este empleado del Laboratorio Agroalimentario de Granada prefiere descartar a primera vista que pueda tratarse de aceite del tipo hojiblanca, y por el contenido de ácido oléico que presenta lo encuentra «muy parecido al verdial».
Finalmente, Hipólito García prefiere insistir en que una de las conclusiones más importantes que se desprenden del hallazgo es que hace mucho tiempo los aceites de la Bética, o sea de Andalucía, «tenían mucha fama, al igual que ahora».