José Luis de la Barrera | Rafael Caso | Luis Berrocal (Badajoz) www.hoy.es 26/06/2010

La ciudad fue fundada cerca de Fregenal por la riqueza minera de sus contornos, y las excavaciones muestran uno de los municipios romanos más importantes y mejor preservados de Extremadura.

El yacimiento arqueológico de Nertobriga Concordia Iulia está ubicado en el término municipal de Fregenal de la Sierra (Badajoz). Desde una altura de 681 metros se dominan varias decenas de kilómetros al Norte y, al menos, una veintena hacia el Sur y Este, abarcando todos los pueblos actuales que lo rodean. Ocupa, por tanto, una posición estratégica entre los ríos Sillo y Álamo, junto a la mayor concentración de minas de hierro de la comarca y sobre la Real Cañada Soriana, reflejo de lo que fue una importante vía protohistórica de comunicación entre el Sur y el Norte peninsular, tal y como se revela en el estudio espacial de asentamientos prehistóricos.

Es notable, también, la equidistancia con las poblaciones actuales que en un radio de entre seis y siete kilómetros rodean la ciudad. Sobre el cerro amesetado, de extensión cercana a las cinco hectáreas, debió asentarse un importante castro amurallado, cuyas defensas serían sustituidas por las de época romana que se conservan en la actualidad en un envidiable estado. El desarrollo urbanístico de época romana debió arrasar en gran medida los vestigios anteriores.

La primera ocupación del lugar se remonta a los tiempos ante romanos. La existencia de una población asentada sobre el Cerro del Coto anterior a conquista ha sido siempre deducida del mismo nombre de la ciudad, compuesto de dos términos de clara ascendencia céltica: ‘nerto’, con el significado de ‘fuerte’, y ‘briga’, ‘ciudad’. Por extensión, ‘ciudad fortificada’.

Nertobriga aparece citada en las fuentes clásicas, griegas y latinas, como una población de la Beturia Céltica, comarca lusitana en el suroeste extremeño limítrofe con el mundo tartesio turdetano y posteriormente incorporada por Roma a su provincia Bética. Ptolomeo ofrece sus coordenadas geográficas; Polibio menciona la ciudad a propósito de su toma por las tropas romanas al mando del pretor Marco en 152 a. C. y Plinio, por su parte, informa de los cognomina o apellidos que se le adicionaron, confirmados epigráficamente, y de su inclusión, dentro de la organización administrativa, en el conuentus hispalensis. Nertobriga alcanzó el status jurídico de municipium y su población adscrita a la tribu Galeria, una de las más antiguas de Roma.

La razón principal por la que fue fundada Nertobriga estriba en la riqueza minera de sus contornos. Los romanos, tras la conquista y pacificación de Hispania, destinaron una serie de legiones para controlar la extracción del mineral, su laboreo y su posterior traslado a Roma. Años más tarde, hacia los comedios del siglo I d.C., se llevó a cabo una leva legionaria en la que se alistaron algunos jóvenes nertobrigenses ávidos de emociones, que habrían de hallarlas, ahí es nada, en la lejana provincia de Germania Inferior y, más concretamente, en la ciudad de Mogontiacum, la actual Maguncia. Habían sido destinados para defender el limes o frontera del Imperio por esa zona de los ataques de los pueblos indígenas, y en aquel lugar encontrarían la muerte. Sus epitafios, algunos de los cuales en verso, se hallan en el Römisches Germanisches Zentralmuseum de Mainz.

Las huellas de la ocupación romana son de lo más expresivas y revelan, bien a las claras, el potencial que el yacimiento atesora. Porque no son ya las relevantes piezas descubiertas en las excavaciones arqueológicas de finales del siglo XIX -como se verá-, sino las evidencias arquitectónicas que afloran y que nos muestran los vestigios de uno de los municipios romanos más importantes y mejor preservados de Extremadura. Un examen de los restos que emergen permiten hacernos una idea, siquiera somera, de la importancia intrínseca del yacimiento: monumentales defensas, con lienzos de muralla que ciñen la ciudad, abundantes restos de cisternas y otros depósitos de agua diseminados por el recinto, la evidencia de edificios públicos (termas) y de carácter cultual, etc. En definitiva, todas las unidades necesarias para el normal desarrollo de la vida en este municipio romano de la Bética que se prolongó durante siglos.

La investigación arqueológica del yacimiento se remonta al siglo XIX. Desde mediados de esta centuria proliferaron en Extremadura una serie de sociedades de exploradores que tenían como objetivo la búsqueda de tesoros escondidos. Herederos de una tradición secular, la práctica hundía sus raíces en las leyendas de ocultación de tesoros fabulosos por parte de los moriscos, antes de su diáspora decretada por los Reyes Católicos. Desde entonces, corrió como la pólvora la creencia de que en lugares singulares de la geografía patria se habían ocultado riquezas sin cuento y, sobre todo, evidentemente, en aquellos parajes que habían deparado hallazgos arqueológicos o en los que existían notorios signos de haber constituido el asiento de civilizaciones antiguas.

En armonía con lo acontecido en otros lugares, en Fregenal de la Sierra se creó una Sociedad Arqueológica comandada por un médico onubense afincado en la cercana Higuera la Real, Pedro Manuel Guijarro. Sus fines, a pesar de lo cicatero de la denominación, fueron eminentemente mercantilistas: se trataba de rescatar cuantos objetos de valor fuera posible para luego repartirlos en función de las distintas aportaciones iniciales, de manera que lo que se adelantara en jornales y herramientas se viera compensado con creces con piezas arqueológicas, a ser posible fabricadas en materiales nobles. En la elección del emplazamiento debió pesar la aparición, años antes, de unas excepcionales piezas: unos kalathoí o vasos broncíneos nielados en plata bellamente decorados con escenas báquicas. De los cinco aparecidos sólo se conserva uno en el Museo Arqueológico Provincial de Badajoz, donado por el Marqués de Riocavado, ignorándose el paradero del resto. Se trata, sin duda, de un vaso cultual salido de los talleres de Alejandría y que llegaría a Nertóbriga como parte de las transacciones comerciales de artículos de lujo tan frecuentes en el Imperio Romano.

Con tan sugerente precedente, la intervención del galeno aficionado a la arqueología no se hizo esperar, y sus exploraciones tuvieron un alcance mayor que el que en principio cabría suponer. Abriendo trincheras en los cuatro puntos cardinales y en aquellos lugares en los que las ruinas afloraban, el entusiasta y variopinto grupo exhumó partes de edificaciones señeras de la antigua Nertóbriga: las termas públicas, pavimentadas con mosaicos de tema marino -como suele corresponder-, y elementos arquitectónicos a ellas asociadas, entre los cuales había bellos capiteles; inscripciones dedicadas al Genio Nertobrigense, es decir a la divinidad tutelar de los habitantes del municipio, y a Flaccinia, flamínica de la Diva Augusta, testimonio importante del sacerdocio femenino asociado al culto imperial; lucernas de bronce y barro, objetos de hueso y hierro de uso cotidiano, etc. Una buena parte de ello pasó al Museo Arqueológico Nacional de Madrid, luego de su exhibición en la Exposición Histórica Europea de finales del siglo XIX y allí se custodia. Además, en el que fuera domicilio de Guijarro se conserva un pavimento marmóreo del tipo opus sectile (así llamado porque está realizado con lajas de mármoles yuxtapuestas de diversos tipos que conforman una atractiva y colorista ‘alfombra’), trasladado desde el yacimiento y dispuesto en el salón de la casa.

Salvo los furtivos y una exploración esporádica de la década de los sesenta del siglo pasado, dentro de la actividad conocida como ‘Operación Rescate’, ninguna otra intervención arqueológica se realizará en el yacimiento hasta el verano de 1987, momento en el cual, los que suscriben al frente de un equipo -con el apoyo de la Dirección General de Patrimonio de la Junta de Extremadura y el Ayuntamiento de Fregenal, así como con el oportuno permiso de la propiedad-, realizaron unos sondeos arqueológicos centrados en la acrópolis y en un tramo de las murallas que ceñían la ciudad. Los cimientos de una importante edificación pública y la majestuosa muralla con sus torres cuadradas de flanqueo, conservada en la nada desdeñable altura de cinco metros, descubiertos hablan, bien a las claras, del estado de preservación de la antigua ciudad y de la cantidad de sorpresas que esperan pacientemente su exhumación definitiva.

En este sentido, a iniciativa del Servicio Extremeño de Empleo de la Junta de Extremadura y, muy particularmente, de Gloria González Oyola, su titular, y de la Consejería de Cultura se está llevando a cabo una nueva campaña de excavaciones en la que participan arqueólogos locales, de la Universidad Autónoma de Madrid y del Museo Nacional de Arte Romano. La fórmula elegida no puede ser más apropiada: talleres de recualificación de peones especialistas en intervenciones arqueológicas que reciben una formación específica en prevención de riesgos laborales en yacimientos arqueológicos, organización de actividades, protección de restos y trabajos de excavaciones, clasificaciones y restauración. La ejecución del taller, en el que interviene el Ayuntamiento frexnense, se ha encomendado a la Empresa Pública Tragsatec.

A falta de indispensable trabajo de gabinete que supone la continuación lógica a toda labor arqueológica de campo, podemos concluir que el lugar más prominente de la antigua Nertóbriga estuvo ocupado desde los tiempos ante romanos; que a raíz de la romanización se convirtió en un edificio de culto y que, posiblemente, durante un tiempo constituyó un baluarte defensivo contra las acometidas de quienes pretendían el asalto militar de la ciudad. La excelente factura de los muros, con un aparejo digno de las mejores construcciones de su tiempo, habla muy en favor de quienes los construyeron en su facies actual, y que en el decurso de los años habrá de sufrir una serie de reformas estructurales prolongadas temporalmente hasta la época árabe. Precisamente a este período histórico corresponde la necrópolis que en la zona baja de la ciudad también se ha descubierto, con sepulturas ordenadas regularmente y sin aparentes superposiciones, circunstancia que tal vez indique un enterramiento colectivo a raíz de un luctuoso suceso.

El loable proyecto de la Dirección General de Patrimonio de crear una red de ciudades romanas de Extremadura, entre las cuales, evidentemente, Nertobriga Concordia Iulia, posibilitará, si así se estima oportuno, continuar investigando este yacimiento de excepción, orgullo de cuantos aman y sienten nuestras raíces.