Joan Lluís Ferrer | Santa Gertrudis (Ibiza) www.diariodeibiza.es 29/11/2010

Santa Gertrudis acoge una recreación de la batalla de Cannas, que puso a las puertas de Roma al general cartaginés Aníbal.

El 2 de agosto de 216 a.C., en las explanadas de la localidad italiana de Cannas, tuvo lugar una de las más descomunales batallas de la historia, en la que 46.000 cartagineses derrotaron a 86.000 romanos gracias a la habilidad del general Aníbal y su estrategia en forma de tenaza para encerrar al enemigo. Ayer, esa proeza fue rememorada en Santa Gertrudis con unos ejércitos mucho más modestos y menos belicosos, a los que movía sobre todo el ánimo por estudiar el pasado y comprender la genialidad de uno de los cartagineses más astutos de la historia.

Los protagonistas del enfrentamiento fueron los alumnos del colegio público de Santa Gertrudis, que se dividieron en dos grupos, uno representaba a los romanos y otro a las tropas de Aníbal. Ataviados con trajes de cartulina, escudos y espadas, así como caballos de cartón, los contendientes se situaron en los extremos opuestos de la plaza de la iglesia –las lluvias de la noche impidieron usar el campo de fútbol, totalmente embarrado– luciendo sus estandartes respectivos. Entre los cartagineses se delataba la conocida variedad de procedencias de sus tropas: ligures, celtíberos, libios o númidas, además de honderos baleares, unidos todos bajo el mando de Aníbal. Los romanos, más uniformes, mostraban los pendones de sus respectivas legiones.

En un rincón de la plaza, la Asociación Iboshim de recreación histórica había colocado escudos, lanzas, cascos y otros enseres militares que recreaban a los reales y que eran custodiados por varios soldados ataviados con cotas de malla y pieles, como solían llevar los cartagineses y también los romanos. Entre ellos figuraba el propio Aníbal, con un ojo vendado. «Lo perdí en la anterior batalla de Trasimeno, pero aquí estoy, dispuesto de nuevo al combate», explicaba a este periódico el general púnico, que guardaba un asombroso parecido con el arqueólogo Benjamí Costa. Añadió que los soldados cartagineses no tenían un uniforme concreto, y a veces «solían vestir a la romana», usando los cascos o cotas de malla que recogían del campo de batalla.

Uno de los organizadores, provisto de un micrófono, iba explicando al numeroso público presente cómo se desarrolló la batalla de Cannas mientras los dos ejércitos infantiles recreaban los movimientos sobre la plaza.

Obviamente, el pueblo de Ibosim, descendiente de la cultura cartaginesa, apoyó con lealtad a sus tropas, aunque las romanas también recibieron el merecido aplauso del público. Finalmente, los organizadores proclamaron de forma clara que «hoy las guerras han de ser contra el hambre, contra la pobreza y contra la ignorancia».