David Cervera | Tarifa (Cádiz) 15/12/2007
A golpe de Levante de un día despejado, Baelo Claudia, el municipium romano que reina en la ensenada de Bolonia (Tarifa) desde antes de Cristo, abrió ayer las puertas de su nueva sede institucional. Nada más salir del edificio, después de conocerlo y rumbo al modificado itinerario que recorre las ruinas, ya se puede apreciar el enorme salto cualitativo que va experimentar el conjunto arqueológico con el centro, inaugurado por la consejera de Cultura de la Junta de Andalucía, Rosa Torres.
Por fuera, del búnker de Bolonia queda la memoria. Ahora el color arena del marmol travertino emula a las rocas del acantilado, esas mismas con las que se levantó una ciudad de la que aún queda el 80 por ciento que excavar. El edificio de Guillermo Vázquez Consuegra dialoga con el Parque Natural del Estrecho. Por dentro, la sede ofrece una lección ordenada, súper didáctica y amena sobre la época romana en general y sobre Baelo Claudia en particular, gracias a las salas expositivas. Es un complemento ideal y necesario a los pasos por el yacimiento.
La nueva sede del conjunto arqueológico, al noreste del enclave, encierra lugares que estarán dedicados a la investigación y a la conservación, pero se ganará al público con los de difusión, con muestras permanentes y temporales. En sus dos plantas también guarda la incorporación de espacios vegetales, área administrativa, biblioteca y tienda.
La consejera de Cultura, que atendió a las explicaciones del director del yacimiento, Ángel Muñoz, fue ayer la primera persona en realizar una visita tipo por el centro, que por cierto deja el aparcamiento en su frente norte.
Se entra por la planta alta, a través de una galería abierta a la ensenada. Tras abandonar a la izquierda la tienda, con sus dedales y bolígrafos, una cita de la Geografía de Estrabón da la bienvenida a la zona museística del edificio: «Belon es el puerto donde generalmente se embarca hasta Tingis, en Mauritania. Es también un mercado y tiene fábricas de salazón». Palabras sencillas que remiten a la antigüedad en la que se está a punto de avanzar.
El plan de contenidos ha acertado con el orden expositivo. En primer lugar, aún en la zona alta del edificio, se sitúa a Baelo Claudia en su contexto geográfico e histórico por medio de paneles de fondo plateado y terminales informatizados. El paseo obliga entonces a bajar a la planta inferior, pero es inevitable detenerse antes de la escalera en un gran ventanal que despliega a los pies las ruinas en su esplendor y que permite ver pequeñas olas que expiran en la orilla tarifeña. La construcción, amplia y de techos altos, propone con sus cristaleras y espacios abiertos una comunicación permanente con su entorno.
Llega el momento de adentrarse virtualmente en la Baelo Claudia de interior, para lo que se añade al itinerario cubierto la exposición de restos y de piezas del yacimiento, de monedas a anzuelos, de estatutas a inscripciones mortuorias. A cada elemento acompaña información sobre el material en el que está realizado, datación y lugar exacto de las ruinas del que procede. Y todos se encuentran enmarcados en nuevos paneles que instruyen sobre el área específica de la vida del municipium tarifeño en la que se engloban. De esta manera se le detalla al visitante la economía, el urbanismo, la sociedad, los ritos funerarios y las creencias religiosas de aquella lejana época en esta tierra del salazón de pescado y la salsa garum, que, en ánforas como la que está delante, surcaban el Mediterráneo camino de los principales puertos del Imperio.
En este punto se han añadido como herramientas didácticas pantallas con recreaciones audiovisuales de cómo era Baelo Claudia entonces, al tiempo que lentamente se suporpone el lugar exacto que se muestra, pero tal y como se contempla ahora, con las grietas de los siglos. Todo está en español y en inglés.
De repente sorprende la reproducción de una de las habitaciones de una domus romana, sobre todo por la presencia de una inquilina de maniquí. Ayer bien pudo ser también de carne y hueso, puesto que la visita fue teatralizada, con un Lucio Cornelio Balbo al frente de un plantel de actores que interpretaron a personajes históricos y anónimos para representar escenas cotidianas.
El recorrido expositivo acaba en la zona dedicada a repasar las investigaciones que se han realizado en Baelo Claudia y da paso a una pequeña sala de proyecciones.
Fuera el sol del mediodía platea el agua y fuera hay que salir para empezar el itinerario por las ruinas, en las que, gracias a la construcción del centro de interpretación, ahora también se puede ver una necrópolis con sarcófagos del siglo VII, una porción de acueducto y el lienzo muralla oriental. El público entrará por Puerta Carteia, pasará por la factoría de salazones y se adentrará en la ciudad. En ella el antiguo cuartel de la Guardia Civil, la ex sede, ya no cortará una de sus principales calles. Es una de las muchas cosas que va a ganar Baelo Claudia.
Todo el que quiera verlo tiene hoy a su disposición jornada de puertas abiertas. De 11.00 a 12.00 y de 15.00 a 17.00 habrá visita guiada al centro, con aforo máximo de 40 personas. De 12.15 a 14.00 la visita será al yacimiento y teatralizada.