Por ser un poema esencialmente oral, la Ilíada es indisociable del griego antiguo en que fue escrita.
En Occidente, uno de los primeros ejercicios poéticos de la historia fue la Ilíada, el poema épico que tradicionalmente se atribuye a Homero pero que como sucedió con buena parte de la literatura hasta la modernidad, posiblemente se trató de una obra colectiva. Lo cual, por otro lado, se correspondería con la vocación también grupal de la poesía en esa y otras épocas posteriores: un ejercicio que convocaba, una práctica comunitaria que servía para reunir y compartir con otros.
En este sentido la Ilíada era un poema escrito para leerse en voz alta. Se dice, por ejemplo, que el conocido recurso de los epítetos homéricos (“De ánimo paciente”, para Odiseo, “Divina entre dioses”, para Atenea, etc.) servía como técnica mnemónica para el lector, como pausa en la cual, sin dejar de hablar, podía concentrarse en recordar las siguientes líneas del poema que debía seguir recitando.
¿A qué sonaría la Ilíada? La única manera de saberlo sería recrear parcialmente las condiciones en que se compartía el poema. La lectura corre a cargo de Stanley Lombardo, clasicista de la Universidad de Kansas que a la sapiencia y erudición en torno al griego y el latín antiguos une el dramatismo de su lectura, un elemento indispensable al momento de ponerse en contacto con poemas como la Ilíada, la Odisea y la Eneida, los cuales ha traducido al inglés. En el caso del video que compartimos, Lombardo lee las líneas 62-107 del libro 23, en donde se refieren las exequias de Patroclo y los juegos funerarios que Aquiles organiza en honor al más querido de sus amigos.
Más allá de la comprensión, los sonidos del griego antiguo parecen tener la dignidad justa para el mensaje que se transmite, un poco como si el lenguaje sostuviera con sus cualidades ese mundo ficticio que por un momento parecería más real que este.