Kathy Seleme | Tiro (Líbano) | EFE 13/11/2008
Un grupo de arqueólogos españoles está trabajando en la ciudad libanesa de Tiro para desvelar las costumbres funerarias de la civilización fenicia y arrojar algo de luz sobre una cultura respecto a la que sólo existe información dispersa.
‘Todas las conclusiones hechas sobre los fenicios en Oriente eran falsas, porque los estudios se basaban en las colonias de Cartago, Cádiz, Cerdeña, Sicilia. Era como estudiar Inglaterra a partir de la India’, dijo a Efe María Eugenia Aubet, que dirige el grupo de doce arqueólogos españoles.
Desde hace un mes trabajan a cinco metros de profundidad, en un cementerio construido en la playa antes de que Alejandro Magno obstruyera el estrecho que unía la ciudad con las islas para someterla. Como la mayoría de descubrimientos arqueológicos, el del cementerio fue causal, ya que apareció mientras se hacían excavaciones para poner los cimientos de una fábrica.
‘La necrópolis data del siglo X y IX a.C….Es anterior a las fundaciones de las colonias (fenicias)’, agregó Aubet y explicó que los restos incinerados de los difuntos eran colocados en las urnas y enterrados en pequeñas fosas en la playa. Este procedimiento fue empleado más tarde en las colonias fenicias y su significado se desconoce.
‘La playa es muy vulnerable, porque vemos elementos de destrucción como las oleadas’, agregó la arqueóloga quien opinó que ese puede ser el motivo de que no haya tumbas reales en el lugar y de que estas fuesen cavadas a unos 15 kilómetros en las laderas rocosas de las montañas. ‘En el mes que llevamos trabajando, en un espacio de unos 100 metros cuadrados, hemos descubierto 60 urnas y desde que comenzamos las excavaciones en Tiro entre 1.400 y 1.500’, añadió.
Las urnas aparecen de dos en dos y a su alrededor están unas jarras rojas, muy lujosas, muy bien hechas y muy protegidas, que se cree eran utilizadas para ofrendar vino e hidromiel -la bebida de los dioses-. Aubet apuntó que en la zona tuvo que ‘haber un banquete funerario y las sustancias valiosas fueron dejadas junto al difunto’. Asimismo, indicó que su gran sorpresa en el transcurso de esas excavaciones fue descubrir parejas de urnas. ‘No lo esperábamos, esto es nuevo. En una urna están los huesos y la otra está vacía, es decir, el mismo personaje está enterrado en las dos: en una, su cuerpo y en otra, su alma’.
En parte de la obra, los arqueólogos trabajan con los pies en el agua y es allí donde se encontró el mayor número de ánforas. Aunque en ese espacio los trabajos están casi terminados, quedan por sacar estelas de piedra puestas en las paredes. ‘Es otra de las cosas interesantes. No las hemos excavado, sólo las hemos destapado. Están puestas verticalmente y señalan grupos de sepultura donde están enterradas familias’, dijo la experta.
Aubet calcula que este cementerio -con una superficie de 3 kilómetros- fue construido en la época de apogeo de Tiro y se hallan en él dos tipos de ánfora: la de los pudientes, que fueron importadas de Chipre, de tonos ocres y pintadas de marrón y negro, y las fenicias, que son rojas con bandas negras pintadas.
El ritual estipulaba que una vez que se depositaban los restos del difunto en la urna se añadían los objetos personales quemados en el momento de la incineración como anillos y colgantes. Antes de tapar la urna se incluía un amuleto, que solía ser un escarabajo egipcio que ‘representa la vida o el renacimiento en el más allá’, añadió la directora del equipo de arqueólogos.
A pocos metros de la excavación, la antropóloga Laura Tulliso se dedica a inventariar las urnas. Muchas veces se llevan estos restos a Barcelona para hacer un estudio sobre el sexo, edad, patologías y la información epigenética del difunto, así como sobre su ajuar y el ritual funerario.
Otro de los miembros del equipo, Francisco Muñoz, que se dedica a estudiar la cerámica fenicia y griega creada desde la edad de bronce, señaló que es ‘una pena que conozcamos mejor lo que ocurrió en las colonias (fenicias) que lo sucedido acá’.