Salva Torres Valencia
Paco Macià muestra en el Principal una versión de gran potencia plástica del clásico de Sófocles
«La posición de Antígona se sitúa en relación al bien criminal», afirma el psicoanalista Jacques Lacan, quien no duda en colocar a la heroína clásica del texto de Sófocles del lado de lo inhumano: «Hasta el final, no conoce ni la compasión ni el temor», porque su pasión «apunta hacia la muerte». Nada que ver con lo que piensa el filósofo Hegel: «Como hermana cumple el deber sagrado del sepelio, según la piedad que le dicta el amor a su hermano». Algo que corrobora la propia Antígona en la obra: «No he nacido para el compartir el odio, sino el amor». De todo esto y más da cuenta la versión de Paco Macià, dirigida por él mismo, en coproducción de La Ferroviaria y el Institut Valencià de Cultura, que se presenta del 8 al 18 de noviembre en el Teatro Principal de València.
«Eloísa Azorín [actriz que encarna a Antígona] perdió a su hermano durante los ensayos de la obra y esa pulsión de muerte es familiar y de la que no puede huir. Pero esa historia de muerte no significa, como sucede en el texto clásico, que no pueda defender lo que es justo», explicó Macià, para subrayar la articulación entre ambas posturas: la pulsional extrema, diríase mártir, y la transgresora de la ley autoritaria, con el objeto de rendir tributo a los muertos y que la convierte, ahora sí, en heroína. «Reivindica el derecho humano de enterrar a sus muertos», apostilla el director.
Aunque las alusiones a la actualidad son palpables, con respecto a los desaparecidos en fosas comunes víctimas de la Guerra Civil, Macià quiso subrayar que Antígona, como buen texto clásico, «es universal». De ahí la intertextualidad de su propuesta, donde no solo se nutre de la tragedia de Sófocles, sino que ha incorporado otras referencias más próximas, entre las que se encuentran las de Bertolt Brecht, Jean Anouilh, Marguerite Yourcenar o María Zambrano. Incluso el discurso del presidente sirio Bashar Al-Assad, «más Creonte que Creonte», remarcó Macià, preguntándose acerca de lo que puede haber detrás «de una mente patológica».
A pesar de todo, y dado que estamos en el buen plano de la ficción y no en el más estrecho de la política, el responsable de la obra reconoce igualmente el peso del dictador en la obra: «Creonte no lo planteamos como un ser deleznable, sino como alguien que pretende defender el bien común. Aunque ese bien común pasara por prohibir el enterramiento de Polinices, hermano de Antígona, por traidor al Estado. Hemón, prometido de la heroína griega, es rotundo con Creonte a este respecto: «Eso sí que no, ni se te ocurra. Sigue con tu delirio junto con los amigos que te soporten».