El
nuevo
libro de
Fernando
Lillo
tiene,
como
todos
los
anteriores,
una
clara
pretensión
didáctica
y, sobre
todo,
práctica.
Como se
muestra
en la
presentación
del
propio
autor,
el
objetivo
primordial
es hacer
ver al
alumno
la
implicación
de la
cultura
y las
lenguas
clásicas
en su
vida
cotidiana.
A partir
de la
ficticia
biografía
de un
personaje
llamado
Augusto
desde su
nacimiento
hasta su
muerte
se van
engarzando
multitud
de
ejercicios
activos
y
motivadores
de tipo
lingüístico
y
también
cultural.
Así el
alumno
percibe
de modo
directo
la
presencia
del
latín y
el
griego y
la
cultura
clásica
en todos
los
aspectos
de la
vida
humana
que se
van
sucediendo
en los
distintos
capítulos.
Cada uno
comienza
con unas
breves
líneas
de la
biografía
del
personaje
ficticio,
en las
que se
resaltan
en
negrita
los
términos
de
origen
grecolatino,
y sigue
con
variados
ejercicios
sobre el
aspecto
tratado.
De esta
forma el
alumno
asimila
de forma
amena el
léxico
grecolatino
del
nacimiento,
de la
familia,
del
nombre
propio,
de las
etapas
de la
vida y
del paso
del
tiempo
(días,
meses y
fiestas),
del
lugar en
el que
uno vive
(toponimia),
de la
educación
(léxico
sobre el
instituto,
las
matemáticas
y las
ciencias
naturales),
el
léxico
de la
salud
física y
mental,
las
diversiones
(deporte,
cine,
teatro e
informática),
las
supersticiones,
el
dinero
(economía
y
moneda),
el coche
y los
transportes,
la
política,
las
leyes,
la
guerra,
la
religión
y
finalmente
la
muerte.
Particularmente
atractivos
son los
ejercicios
sobre
las
Saturnales,
los que
nos
hablan
de la
presencia
del
mundo
clásico
en el
euro y
el
dólar,
los que
explican
los
nombres
grecolatinos
de los
coches o
los que
nos
introducen
en el
léxico
futbolístico
inspirado
en los
clásicos.
Los
alumnos
que
hayan
trabajado
con este
cuaderno
podrán
haber
aprendido
más o
menos,
pero
desde
luego
nunca
olvidarán
que el
latín y
el
griego
están en
todas
partes,
incluso
donde
menos lo
sospechaban.
Mª Luisa
Ortiz
Ruiz |